lunes, abril 01, 2002

LA III BIENAL IBEROAMERICANA DE LIMA

Rodolfo Kronfle Chambers – Abril 2002

El miércoles 17 del presente se inauguró la tercera edición de la Bienal Iberoamericana de Lima (www.bienaldelima.com), como todos los eventos de este nivel que se realizan por estos lares, la Bienal genera un gran interés por ser vitrina que permite observar el estado de las cosas en una de las llamadas periferias del mundo del arte: Latinoamérica. Me preocupa eso si cuando dicha denominación aparenta ser la razón de existir de un arte cuyo discurso gira en torno a su propia condición y que imagina estar desvinculado de las corrientes predominantes en los centros productores de más renombre, es decir, de los ejes con mayor poder de irradiación y convocatoria.

La obra exhibida fue de irregular calidad, alguna derivativa y otra que propone los excesos como tácticas de shock. A mi juicio la presentación de la argentina Liliana Porter fue la más brillante, logró con la sencillez casi monástica de sus grabados desplegar una original exquisitez que buscamos sin éxito en la mayoría de los otros participantes. Se proyectaron además algunos de sus videos, que también fueron favoritos del público cuando se mostraron fuera de concurso en la última Bienal de Cuenca.

Notable la participación de Fernado Bryce de Perú con un recuento documental sobre un curioso proyecto de democratización cultural ocurrido en su país a inicio de los años cincuenta. Lo exhibido por el artista belga residente en México Francis Alÿs es digno de mención, su obra La Fe Mueve Montañas consiste en el proverbial desplazamiento de una duna en las afueras de Lima con la ayuda de 1,000 personas armadas con palas. Para ahondar en las significaciones de esta acción sugiero visitar la página web www.geocities.com/francisalys

La obra Nosotras que presentó María Rosa Jijón de Ecuador no llenó mis expectativas. Aunque es posible aún estructurar un discurso interesante sobre la problemática migratoria, a mis ojos el tema está sumamente desgastado, más aún si se articula en un lenguaje visual a la MTV -más afín al diseño gráfico- cuyo propósito atado al pregón no es claro. Utilizando collages digitales que incorporan fotografía, notas de prensa y estadísticas se ofrece al espectador un abigarrado panorama de la dramática situación con tintes xenófobos dentro de la cual se desenvuelven nuestros connacionales en Europa. En el centro del espacio se exhibe una pequeña mesa sobre la que se ha dispuesto un plato y los más elementales utensilios, a manera de mantel se utilizó papeles impresos con las leyes laborales italianas. Esta pequeña instalación peca de ingenua en un momento en que los códigos que encierran los mensajes deben ser más sutiles y a la vez más sofisticados. Sin embargo de lo dicho no descarto a María Rosa como una valiosa integrante de la nueva camada de artistas emergentes y destaco que la presentación nace de un conocimiento de primera mano sobre la problemática ya que la artista reside en Italia.

En evento paralelo se exhibió una interesante “recopilación antológica” (vaya término para una artista de 33 años) de la costarricense Priscilla Monje; más allá de una apretada museografía se pudo apreciar la variedad y fuerza que tiene una de las artistas más interesantes e irreverentes que ofrece la región.

En los conversatorios participaron a salón lleno intelectuales del mundo del arte, algunos conocidos nuestros, como Gustavo Buntinx (Perú), Ticio Escobar (Paraguay), Virginia Pérez-Rattón (Costa Rica), Justo Pastor Mellado (Chile), y Gerardo Mosquera (Cuba). Lupe Álvarez crítica cubana que trabaja en el país hace más de un lustro dio justa cuenta de la “regeneración” de la escena artística en el Ecuador en su presentación Procesos conceptuales en el arte ecuatoriano reciente. Aunque su impetuosa y energética intervención fue abruptamente interrumpida por cuestiones de tiempo, logró arrancar un vivaz aplauso de un público que se quedó con ganas de poder ver la otra mitad de diapositivas que quedó en el proyector. Me pregunté enseguida si algún ecuatoriano hubiese podido despertar tanto interés sobre lo que sucede en nuestro país ¿nos faltarán profetas?

Lima nos brinda algunas sugerencias adaptables a nuestra Bienal de Cuenca. La primera es la presentación de un solo representante por país, a quien se le otorga un espacio independiente, evitando de esta forma el apilamiento y la congestión visual que produce el tener a diversos artistas en una misma sala. La segunda es que no se otorgan premios, permitiendo de esta forma una mejor utilización de estos fondos en actividades paralelas y evitando toda una serie de inconvenientes y discusiones que se presentan al aplicar laudos que utilizan escalas cualitativas a obras en las que no caben parámetros de comparación. La tercera es la ausencia de un marco teórico restrictivo que en el caso de Cuenca desnaturaliza los trabajos de los participantes.