martes, agosto 27, 2013

Eduardo Jaime / BIRD DAY / Galería Mirador, Guayaquil

SELECCIÓN DE FOTOGRAFÍAS 2000-2013











































#nofilter: un forense en el paisaje
Por Rodolfo Kronfle Chambers

Ciertamente el medio artístico local, en sus nichos más reaccionarios, ha sido fértil en procurar paisajistas desprovistos de una profundidad de experiencia para relacionarse con el tema. Las galerías callejeras agreden la retina con amplios despliegues de representaciones huecas de la naturaleza, abusando de un sin fin de reiteraciones estilísticas trilladas destinadas a colgar en cualquier comedor como un acto reflejo de las convenciones culturales locales.

Frente a esta devaluación del género el espectador cauto debe prestar atención a la escala de transparencia de la relación vital con el trabajo artístico que, en ejemplos como el de Eduardo Jaime pueden brillar frente a los pantallazos del paisaje cliché, donde aquellos panoramas de vegetación parecen posar apenas como una lamentable excusa para la exploración formal. Muy por el contrario, el trabajo de Jaime se encuentra atravesado por preocupaciones cruciales, donde la muerte, representada con belleza inusitada en sus instantáneas se integra con una lógica aplastante al ciclo natural. Lo propio ocurre con la relación del hombre que se presenta complementario como parte de esa equilibrada esfera, y no separado por el dualismo cartesiano, disyuntivo y jerarquizante, que pervirtió las relaciones entre la naturaleza y la humanidad. La obra de Jaime parece querer saldar ese desajuste con una integración que articula en clave personal. Ha convertido el excursionismo en una práctica de tintes existenciales.

Es precisamente en la presencia constante de ese “yo” del artista donde encontramos el primer anclaje a la herencia romántica que acusa su obra.  La sinécdoque mediante la cual, por ejemplo, participa con fragmentos de su mano que se presta como cuna y mortaja para teatralizar de forma sublime el deceso de un pájaro, aunque haya querido únicamente proporcionar una escala referencial a su tamaño. Del romanticismo nos llega, además del sentimentalismo y el amor a la tierra, un sentido de lugar, presente en sus ambientaciones del bosque tropical de Cerro Blanco, Cerro del Muerto o segmentos de la cordillera de Chongón-Colonche, así como la referencia que hace al tótem del “mono de Chongón” (cuya talla original de la cultura Huancavilca reprodujo en madera y retornó al sitio), o el retrato que hace de Don Perfecto, un viejo machetero de la zona –inmune a las picadas de serpientes venenosas- que se ha convertido en su amigo y ejemplo a seguir, transmitiéndole su experiencia de vida.

De la misma vertiente proviene aquella reacción subjetiva que parece articular el artista de un deseo de libertad frente a la racionalidad y materialismo que nos sujeta a la vida contemporánea. Un escapismo que rechaza la civilización. Podemos aproximarnos a su trabajo bajo este marco de un simbolismo expresivo: sus pinturas y fotografías operan como indicadores de sentimientos o como espejos de su actitud hacia la naturaleza. Por ello en nuestra relación con las obras probablemente prime el componente afectivo. Este tipo de abordaje por desgracia ha sido tan abusado en los discursos legitimadores del arte local de las últimas décadas que predispone a muchos a querer detectar la impostura en operaciones poéticas semejantes. Encasillar a Jaime dentro del estereotipo es un error, cuando al descubrir los velos nos confrontamos a un personaje cuya vida y arte se presentan indivisibles.

Artista de perfil bajo, de trabajo dedicado silencioso y esquivo al coqueteo propio de las relaciones que impone el sistema del arte, veo su obra como una rareza que tomará un tiempo de añejamiento para que pueda ser mejor valorada, tal vez cuando el desencanto hacia el embelesamiento tecnológico y sus promesas de bienestar alcance nuevos niveles de masa crítica. Lo propio su descuadre de ciertas lógicas del arte contemporáneo, en la ausencia de ironía o “perversidad” semántica, incluso en la inexistencia de una retórica ecologista a pesar de que el trabajo se sintonice de manera sensible con dicha problemática.

Cuando Jaime trabaja con una vieja cámara análoga no lo hace como caprichosa elección formal, sumándose a aquellos gestos proclives a encontrar en los nichos de lo retro, de lo vintage o del low-fi un espacio de diferenciación cool. A él simplemente nunca le interesó cambiarse a una máquina digital. Sigue revelando sus rollos como siempre, buscando la sorpresa del resultado que hayan producido las imágenes captadas en sus habituales caminatas por el bosque, incluidas las que acusen el eventual prodigio de haberse velado parcialmente sin profesa intención.

Su reciente muestra de pinturas en la Galería Mirador me provee con la necesaria excusa para compartir una selección de sus fotografías, que hace mucho considero de lo mejor que en este género se ha producido en el Ecuador. De esta forma se hará evidente la relación entre ambos medios, fundamental en la aprehensión de su trabajo como un todo.

Guayaquil, 26 de agosto de 2013 



LA MAYORÍA DE LAS PINTURAS SON 2013:


























Registro de la muestra: Rodolfo Kronfle Chambers

TEXTO DEL CATÁLOGO:

Una mano inundada con pájaros muertos que el camino le ha entregado, él los revive y produce los mejores sueños de un nido de invierno. Mientras el ojo navega, la lluvia ayuda a que los senderos se abran, el mono asoma entre la maleza y él continúa caminando, pisando sus propias huellas, pisando huellas de watusa o las del tigrillo que lo reconoce y lo escolta ocultamente y lo abandona sin cuidado, porque él huele al cerro, y a las hojas que vibran cuando caen sobre sus espaldas. Luego se ve el horizonte, él lleva ya en su largo trayecto toda una materia viva que impulsa los destinos de los colores, el chauiz anuncia su visita, y sus nervios lo invitan a sentarse a contemplar al lagarto cómo se sumerge en el curso del manglar. Luego los ceibos cimbran con su voz; y los dos se elevan cerrando los ojos, para participar de esos vientos que solo traen los cerros costeños. Un poco así es de extraño y maravilloso el universo que se puede descifrar a este animal.


Elias Gusanovich


PRENSA
http://www.eluniverso.com/vida-estilo/2013/08/24/nota/1331766/eduardo-jaime-pintor-que-se-dibuja-si-mismo