SELECCIÓN DE FOTOGRAFÍAS 2000-2013
#nofilter: un forense
en el paisaje
Por Rodolfo Kronfle Chambers
Ciertamente el medio artístico local, en sus nichos más
reaccionarios, ha sido fértil en procurar paisajistas desprovistos de una
profundidad de experiencia para relacionarse con el tema. Las galerías
callejeras agreden la retina con amplios despliegues de representaciones huecas
de la naturaleza, abusando de un sin fin de reiteraciones estilísticas trilladas
destinadas a colgar en cualquier comedor como un acto reflejo de las convenciones
culturales locales.
Frente a esta devaluación del género el espectador cauto
debe prestar atención a la escala de transparencia de la relación vital con el
trabajo artístico que, en ejemplos como el de Eduardo Jaime pueden brillar
frente a los pantallazos del paisaje cliché, donde aquellos panoramas de
vegetación parecen posar apenas como una lamentable excusa para la exploración
formal. Muy por el contrario, el trabajo de Jaime se encuentra atravesado por
preocupaciones cruciales, donde la muerte, representada con belleza inusitada
en sus instantáneas se integra con una lógica aplastante al ciclo natural. Lo
propio ocurre con la relación del hombre que se presenta complementario como
parte de esa equilibrada esfera, y no separado por el dualismo cartesiano,
disyuntivo y jerarquizante, que pervirtió las relaciones entre la naturaleza y
la humanidad. La obra de Jaime parece querer saldar ese desajuste con una
integración que articula en clave personal. Ha convertido el excursionismo en
una práctica de tintes existenciales.
Es precisamente en la presencia constante de ese “yo” del
artista donde encontramos el primer anclaje a la herencia romántica que acusa
su obra. La sinécdoque mediante la
cual, por ejemplo, participa con fragmentos de su mano que se presta como cuna
y mortaja para teatralizar de forma sublime el deceso de un pájaro, aunque haya
querido únicamente proporcionar una escala referencial a su tamaño. Del
romanticismo nos llega, además del sentimentalismo y el amor a la tierra, un
sentido de lugar, presente en sus ambientaciones del bosque tropical de Cerro
Blanco, Cerro del Muerto o segmentos de la cordillera de Chongón-Colonche, así
como la referencia que hace al tótem del “mono de Chongón” (cuya talla original
de la cultura Huancavilca reprodujo en madera y retornó al sitio), o el retrato
que hace de Don Perfecto, un viejo machetero de la zona –inmune a las picadas
de serpientes venenosas- que se ha convertido en su amigo y ejemplo a seguir,
transmitiéndole su experiencia de vida.
De la misma vertiente proviene aquella reacción subjetiva que
parece articular el artista de un deseo de libertad frente a la racionalidad y
materialismo que nos sujeta a la vida contemporánea. Un escapismo que rechaza
la civilización. Podemos aproximarnos a su trabajo bajo este marco de un
simbolismo expresivo: sus pinturas y fotografías operan como indicadores de
sentimientos o como espejos de su actitud hacia la naturaleza. Por ello en
nuestra relación con las obras probablemente prime el componente afectivo. Este
tipo de abordaje por desgracia ha sido tan abusado en los discursos
legitimadores del arte local de las últimas décadas que predispone a muchos a
querer detectar la impostura en operaciones poéticas semejantes. Encasillar a
Jaime dentro del estereotipo es un error, cuando al descubrir los velos nos
confrontamos a un personaje cuya vida y arte se presentan indivisibles.
Artista de perfil bajo, de trabajo dedicado silencioso y
esquivo al coqueteo propio de las relaciones que impone el sistema del arte,
veo su obra como una rareza que tomará un tiempo de añejamiento para que pueda
ser mejor valorada, tal vez cuando el desencanto hacia el embelesamiento
tecnológico y sus promesas de bienestar alcance nuevos niveles de masa crítica.
Lo propio su descuadre de ciertas lógicas del arte contemporáneo, en la
ausencia de ironía o “perversidad” semántica, incluso en la inexistencia de una
retórica ecologista a pesar de que el trabajo se sintonice de manera sensible
con dicha problemática.
Cuando Jaime trabaja con una vieja cámara análoga no lo hace
como caprichosa elección formal, sumándose a aquellos gestos proclives a encontrar en
los nichos de lo retro, de lo vintage o del low-fi un espacio de diferenciación cool. A él simplemente nunca le interesó cambiarse a una máquina
digital. Sigue revelando sus rollos como siempre, buscando la sorpresa del
resultado que hayan producido las imágenes captadas en sus habituales caminatas
por el bosque, incluidas las que acusen el eventual prodigio de haberse velado parcialmente
sin profesa intención.
Su reciente muestra de pinturas en la Galería Mirador me
provee con la necesaria excusa para compartir una selección de sus fotografías,
que hace mucho considero de lo mejor que en este género se ha producido en el
Ecuador. De esta forma se hará evidente la relación entre ambos medios,
fundamental en la aprehensión de su trabajo como un todo.
Guayaquil, 26 de agosto de 2013
LA MAYORÍA DE LAS PINTURAS SON 2013:
Registro de la muestra: Rodolfo Kronfle Chambers
TEXTO DEL CATÁLOGO:
Una mano inundada con pájaros muertos que el camino le ha entregado, él los revive y produce los mejores sueños de un nido de invierno. Mientras el ojo navega, la lluvia ayuda a que los senderos se abran, el mono asoma entre la maleza y él continúa caminando, pisando sus propias huellas, pisando huellas de watusa o las del tigrillo que lo reconoce y lo escolta ocultamente y lo abandona sin cuidado, porque él huele al cerro, y a las hojas que vibran cuando caen sobre sus espaldas. Luego se ve el horizonte, él lleva ya en su largo trayecto toda una materia viva que impulsa los destinos de los colores, el chauiz anuncia su visita, y sus nervios lo invitan a sentarse a contemplar al lagarto cómo se sumerge en el curso del manglar. Luego los ceibos cimbran con su voz; y los dos se elevan cerrando los ojos, para participar de esos vientos que solo traen los cerros costeños. Un poco así es de extraño y maravilloso el universo que se puede descifrar a este animal.
Elias Gusanovich
PRENSA
http://www.eluniverso.com/vida-estilo/2013/08/24/nota/1331766/eduardo-jaime-pintor-que-se-dibuja-si-mismo