Título: Coartadas
Autor: Félix Rodríguez Estrella
Técnica: Acuarela y técnica mixta
Año: 2006
Primer Premio Salón de Julio 2006
Por Rodolfo Kronfle Chambers – 3 de Octubre del 2006
Esta obra surge aparentemente de un interés por poner en evidencia los precarios supuestos sobre los que se asienta la noción de “identidad nacional”. Para tal efecto el artista propone una reconsideración de la verdadera significancia de las fechas patrias, las cuales se asumen, la mayor de las veces, como un feriado vacacional o como un aliciente a la industria turística.
Mediante el uso de estampillas -método de representación por excelencia de lo que vale la pena conmemorar, y para la filatelia aquello que amerita ser atesorado- Rodríguez resume en 24 imágenes varias anécdotas personales de sujetos que han nacido en fechas patrias, logrando potenciar la importancia de esos días como un acto de individualidad extrema que desborde las connotaciones cívicas de las referidas efemérides.
La implicación queda clara entonces: la identidad nacional se conforma de un grupo múltiple, heterogéneo y colectivo de individualidades, más no de imaginarios impuestos desde la oficialidad. En palabras del artista la propuesta pretende hacer “notar que el valor de lo patrio se construye en realidad desde el ciudadano y su cotidianidad”. Cualquier intento de resumir o concentrar la identidad de un país en referentes determinados es peligroso, más aún cuando los símbolos patrios continúan siendo erosionados por su uso y abuso al interior de las retóricas sensibleras, proselitistas y hasta populistas que atraviesan continuamente la sociedad.
Esta obra se sintoniza con una característica saliente del arte de las últimas décadas, y que tiene que ver con la necesidad de increpar o desmontar los grandes relatos (Religión, Estado, Tradición, Familia, Historia, etc.) que han dado forma nuestra creación como sujetos, que han determinado nuestras maneras de pensar y actuar. Rodríguez en cierto modo intenta invertir este proceso al privilegiar la micro narrativa personal -metafóricamente refiriéndose a una pluralidad de voces- por sobre la perpetuación de maneras monolíticas e invulnerables de construir la historia, para intentar derivar en imaginarios de nación que se construyan desde las bases de una pirámide social en lugar de que los mismos emanen desde su cúspide.
Formalmente Rodríguez resuelve la obra simulando no solo los sellos postales (en escala, diseño y cromatismo) sino también su despliegue dentro de un álbum de colección, lo cual ata a este trabajo a un medio artístico dentro del campo del arte-objeto que tiene ya una tradición establecida: el libro de artista. Estas páginas devienen entonces en un nuevo tomo de historia, uno alternativo y abierto a infinitas posibilidades. De la pequeña escala de estas estampillas emanan aún más contenidos -en similares líneas- si contrastamos el formato íntimo de las mismas –sumado a su manipulación y recepción forzosamente individual- ante la escala “heróica” de la pintura histórica tradicional, quedando revertidos así sus rudimentos.
Finalmente al haber recabado las anécdotas individuales mediante una convocatoria de prensa el artista convierte este trabajo en una obra procesual, en un espacio de confluencia de relatos ajenos, poroso a la influencia externa y que logra de esta forma -consecuente con el mensaje que postula- diluir además la estereotipada noción autoral. Mediante este gesto quedan expandidos, una vez más, los conceptos más tradicionales de pintura, señalando la renovación de propósitos que en los años recientes viene impulsando el Salón de Julio.