Vendimia
Por Rodolfo Kronfle Chambers 22-02-06
Hasta el 20 de Marzo estará a la vista en la Galería dpm una selección de seis proyectos de los alumnos del ITAE.
Esta es la segunda exposición exclusivamente de “itaitas” fuera de su recinto académico, se trata de una selección de los mejores proyectos de este año, cuyos autores aspiran obtener becas de estudio. La muestra da pie para soñar: ¡si esta institución arrojase tan solo este modesto número de nuevos productores con formación sólida cada año, podemos proyectar una escena cultural que en diez años tenga a no menos de sesenta nuevos artistas activos! Esto configuraría un panorama sin precedentes en el arte de la ciudad, y por ello el surgimiento de esta institución educativa constituye el proyecto cultural más valioso que se ha puesto en marcha en Guayaquil.
La iniciativa de la beca dpm -cuyo espíritu pretende sumar el aporte de otros donantes- es digna de aplauso. La ausencia de patrocinios culturales de la empresa privada en nuestro medio es pavorosa, y cuando aparecen se suelen brindar en función de lógicas de marketing, mas no sopesando la verdadera retribución e incidencia de aquellos aportes. Si los guayaquileños nos queremos sacudir del estereotipo de filisteos debemos de apoyar procesos culturales claves como este.
Replanteando la función del arte
Los artistas participantes tienen apenas entre 19 y 27 años, siendo evidente que –como propone el teórico español José Luis Brea- “la indiscutida centralidad de la mirada joven sobre el mundo actual hunde su raíz principal en algo mucho más profundo e interesante: en el derrumbamiento generalizado de las certidumbres, en un trastorno tectónico de todos los cimientos que pretendían una comprensión global del mundo.”
Es que para comprender algunas de las prácticas artísticas actuales debemos recordar que las antiguas estructuras que determinaban el marco referencial básico para la construcción del sujeto –Religión, Estado, Tradición, Familia, Historia, etc.- han sido desdibujadas en las sociedades contemporáneas. Y así algunos artistas se están encargando de recuperar las partículas de esta atomización y han asumido una responsabilidad nada ligera, el intentar proporcionar algo de sentido, el de brindarnos perspectivas para el conocimiento de las cosas, el de propiciar un abanico de miradas donde antes sólo se imponía una autoritaria lupa. La forma de abordar las múltiples problemáticas del mundo actual desde el arte opera de manera muy distinta al de otros bastiones críticos y de opinión, tan múltiples pero a su vez también tan impotentes ¿será que el arte en su capacidad de hablar y comunicar de maneras que trascienden el lenguaje puede ofrecernos alternativas más eficaces? Pero ojo, al igual que la “cultura anciana, patrimonial, basada en la experiencia, la memoria y el asentamiento sedimental de lo ya sabido” la cultura juvenil tampoco posee respuestas frente al mundo que tenemos, sino que “en ese carecer de alguna –ella se siente cómoda, en su sitio.”
Pie de Foto: Still del video de Juan Caguana.
Los proyectos
Esta nueva generación de artistas tiene todo en contra en contextos de periferia extrema como el nuestro, desde plataformas culturales débiles y no profesionalizadas hasta restricciones económicas indispensables para producir obras; el reto para ellos está en jugar con estos naipes y potenciar la precariedad de sus contextos como una característica aprovechable. Como decía un grupo de artistas portorriqueños –medio en serio, medio en broma- “tenemos razones prácticas para robar del arte povera y el minimalismo.”
Pie de Foto: Obra de Juan Carlos León, titulada Un Puente.
Así tenemos a un Juan Carlos León desplazando imaginarios de una realidad marginal al espacio prístino y aséptico de la galería; en Un Puente recupera maderos desechados para construir una de las precarias estructuras que se alzan enmarañadas sobre las aguas en los asentamientos poblacionales suburbanos. Su estrategia del objeto fuera de lugar para repensarlo comparte líneas de producción paralelas a artistas como el cubano Kcho, quien confirma su gusto de “trabajar con materiales usados porque de ellos emana energía concentrada.” La estetización de la pobreza en los circuitos artísticos periféricos ha llegado a ser visto como un lugar común, pero lejos de rehuir a la lidia con este gran problema lo que se requiere es de renovadas poéticas para abordarlo. Bien por León que lo logra.
Pie de Foto: Instalación Madera de Guerrero de Lorena Peña.
Pie de Foto: Video-instalación de Romina Muñoz (Manufactura).
Pie de Foto: Still del video de Illich Castillo titulado Conversaciones con 1912.
Interesante resulta constatar la ausencia de ironía y cinismo en este grupo de obras, buena parte de ellas se construye en cambio a partir de miradas lúdicas. Como Juan Caguana quien le da alas al lúbrico grafismo popular, volcando su imaginación para reinterpretar los procaces dibujos que aparecen espontáneamente sobre ventanas polvorientas; o Romina Muñoz quien ensaya una cómica reconstrucción de un pollo descuartizado en Manufactura (tal vez una mirada al consumo irreflexivo), mientras que Ilich Castillo –al igual que en su primer premio del Salón de Julio 2005- vuelve a “jugar” con las narrativas históricas locales en un video titulado Conversaciones con 1912 de la serie De las narraciones nativas.
Pie de Foto: Detalle de la instalación titulada Canasta Básica de Gabriela Cabrera.
Gabriela Cabrera por su lado le da forma a constructos intangibles que afectan concretamente nuestro día a día en Canasta Básica, en una “naturaleza muerta” escultórica de raíz macroeconómica, mientras que Lorena Peña se zambulle en una indagación identitaria en su instalación Madera de Guerrero, la cual nos remite –con múltiples reproducciones miniaturizadas de carros de bombero - a aquellas noches de incendios que marcaron nuestro devenir como ciudad.
La conciencia política que podemos extraer de estos artistas ya no pasa –como antaño- por el tamiz de las ideologías ni de las doctrinas, sino más bien es operativa desde un posicionamiento ético que busca comprender mejor los temas con los cuales trata. De esta forma aportan a una conciencia colectiva dopada, anestesiada o embrutecida, al proponerle espacios de reflexión y experiencia dentro de oasis estéticos. Aquello constituye una forma de resistencia viable y posible.