くたばれ
Acrílico / lienzo
200 x 300 cm.
2015
2015
Colección Museo Municipal de Guayaquil
2do. Premio Salón Julio, 2015
Sin título
Acrílico / lienzo
150 x 200 cm.
2014
150 x 200 cm.
2014
Mantequilla Robinson
Técnica mixta
26 x 30 cm.
2015
26 x 30 cm.
2015
Boceto
I
Técnica mixta
29 x 20 cm.
2015
29 x 20 cm.
2015
Boceto
II
Técnica mixta
21 x 16 cm.
2015
21 x 16 cm.
2015
La masa monstruosa
29 x 38 x 38 cm.
29 x 38 x 38 cm.
Ed. 1/3 + 1AP
Escultura
2015
Escultura
2015
Glup
Acrílico / lienzo
136 x 136 cm.
2015
136 x 136 cm.
2015
La
meditación de “Kid” McCoy
Técnica mixta
26 x 30 cm.
2015
26 x 30 cm.
2015
Charlie
el rápido
Técnica mixta
33 x 25 cm.
2015
33 x 25 cm.
2015
Pivot-man
Acrílico / lienzo
33 x 34 cm.
2015
33 x 34 cm.
2015
Dikcy El Fanfarrón
Acrílico / lienzo
214 x 132 cm.
2015
214 x 132 cm.
2015
Implosión
Acrílico / lienzo
149 x 219 cm.
2015
149 x 219 cm.
2015
El
hombre de goma
Técnica mixta
33 x 52 cm.
2015
33 x 52 cm.
2015
“El
gatillo”
Acrílico / lienzo
24 x 34 cm.
2015
24 x 34 cm.
2015
….!!
Acrílico / lienzo
31 x 45 cm.
2015
31 x 45 cm.
2015
Charles
“kid” McCoy
Acrílico / lienzo
20 x 21 cm.
2015
20 x 21 cm.
2015
El bombardero de Detroit
Acrílico / lienzo
26 x 30 cm.
2015
26 x 30 cm.
2015
“El
temible” Mac Collum
Acrílico / lienzo
26 x 24 cm.
2015
26 x 24 cm.
2015
Misterioso
round 10º
Acrílico / lienzo
146 x 212 cm.
2015
146 x 212 cm.
2015
... Ugh!!!
Acrílico / lienzo
139 x 200 cm.
2015
139 x 200 cm.
2015
パンチダウン
Acrílico / lienzo
245 x 246 cm.
2015
245 x 246 cm.
2015
Escenarios dentro de
escenarios: Preguntas que levanta la obra de Raymundo Valdez
Por Pablo Andino
Un poquito
siniestro, ¿no? Un poquito sublime y un poquito siniestro… Si uno junta lo
sublime con lo siniestro, el resultado es siniestro. ¿No?
Roberto Bolaño
La obra de Raymundo Valdez se basa, por un lado, en
una constelación de imágenes –fantasma y fijas– que han recalado en su
imaginario personal y, por otro, en una experimentación constante con el medio
pictórico. Las pinturas de Valdez son un testimonio franco de un mundo personal
donde prima el juego, la nostalgia y, en esta ocasión, la sátira. Con el uso de
una sátira oscura, el artista se aleja de obras anteriores donde la inocencia
le restaba importancia al objeto representado. Ahora, en PunchPown, el juego ya no involucra solamente personas; personajes
zoomorfos pueblan el escenario. El humor ya no es benevolente sino que se ha
vuelto satírico, y la necesidad de actualizar el pasado ha tomado aún más
fuerza. Si bien se mantiene el interés de Valdez por revisitar preguntas de
larga data –¿dónde empieza y dónde termina una pintura?, ¿cuánto de relacional,
de narrativa, de espejo tiene una pintura?–, PunchPown también refleja
y comenta dinámicas sociales en diálogo con el plano de la pintura.
El uso de la sátira se vuelve clave en la
construcción de los personajes y en en el uso que Valdez da a la pintura. Los
personajes son construidos a partir de fuentes diversas que van desde el imaginario
personal, hasta imágenes de televisión e internet. Asimismo, están constituidos
por una riqueza de códigos culturales donde el manga japonés y la historieta
franco-belga se confunden. Estos personajes, sin embargo, en una suerte de détournement, se muestran trastornados y
desfigurados. Valdez tergiversa así el sentido originario de estas imágenes
situando a un conejo humanoide, un boxeador zoomorfo con “peinado punk” y a Tintín
en un circo de lo grotesco y lo risible. Por si fuera poco, el artista construye
sus imágenes con inherente sentido de placer y regocijo técnico que contrasta
con el humor negro que envuelve las escenas, haciendo de la imagen un lugar
inestable. Por ejemplo, grandes manchas y barridos de pintura pasan a
representar personajes perturbadores. La paleta utilizada es también un
escenario de enfrentamiento entre colores vívidos, colores agrisados y tonos
oscuros. El error y el azar de la pintura diluida se enfrenta a un grupo de gestos
y marcas más controladas. Existe, de igual forma, un claro interés por el
claroscuro y su capacidad de señalar jerarquías en la composición y de definir
un espacio teatral; con ello una audiencia que, como veremos, ondula entre lo
ficcional y lo real.
Hay algo claramente perverso e incorrecto en sentir
placer en la deformación de alguien más, y sin embargo ahí nos sitúa Valdez. Entonces
cabe preguntar: ¿de quién o de qué nos estamos riendo?, ¿nos estamos riendo de
nuestra propia situación?
Los escenarios de PunchPown interpelan al espectador y lo posicionan de manera
incómoda frente a la pintura. No es en vano que, al enfrentarnos a “Ugh…!!!”,
uno se sienta parte del público: en “primera fila” y sin oportunidad de
distanciamiento. La verdadera incomodidad viene cuando uno se percata de que el
público de estas escenas de box están babeantes de morbo y espectáculo. Asimismo,
frente a los varios retratos incluidos en PunchPown
–entre ellos “ペニス” y “フロップ”– existe un interés por
levantar una empatía entre el espectador y los variados personajes. Existe
también retratos como “Charly El Rápido”
donde el espectador se encuentra en la posición del contrincante siendo uno más
de aquellos boxeadores excedidos. ¿Estamos frente a una parodia del establishment de los eventos de arte de
hoy?
Alegóricos o no, los escenarios de Valdez son
lugares ficcionales que, paradójicamente, remiten, como si fuesen espejos, al
espacio que todos habitamos. Somos una multitud –igual a los espectadores de
box– ávida de espectáculo, de enfrentamiento, deseosa de ver el siguiente
golpe. Multitud que disfruta de lo deforme y exagerado. Es precisamente aquel
enfrentamiento de cuerpos (pictóricos) excedidos lo que motiva la pintura de
Valdez. Una pintura que investiga y parodia la lógica causa-efecto: el golpe y
sus rezagos, la pintura y sus consecuencias. Enfatizo: la pintura y sus
consecuencias. Y es que si bien la práctica de Valdez se funda en la
experimentación constante del medio pictórico, esta no se agota en las
relaciones internas del plano sino que busca ejercer consecuencias en el
espacio común. Con PunchPown el
artista toma el desafío de lo social y se adentra en un mundo de sombras y
sospechas. Sin duda, la pintura de Valdez toca la vida cuando toca la mugre.
Registro fotográfico: Rodolfo Kronfle Chambers