lunes, enero 29, 2007

Escoria - archivo nuevos medios ecuador


El archivo ESCORIA nuevos medios ecuador tiene a su cargo la documentación y archivo de la obra en imagen en movimiento de artistas nacionales y extranjeros que viven en el Ecuador y de artistas ecuatorianos que viven fuera del país, quienes al momento conforman una agenda de 125 personas.

El archivo ESCORIA nuevos medios ecuador tiene como objetivos principales la conservación de las obras, como parte de la historia del arte contemporáneo ecuatoriano. Se preocupa además de la difusión, sin fines de lucro, del material a su cargo a nivel nacional e internacional, actividad que se realiza bajo el amparo del Convenio de Derechos de Autor que los artistas deben firmar con el Archivo como único requisitos para ser considerados parte del mismo.

El archivo ESCORIA nuevos medios ecuador se compone de copias en formato, mayoritariamente dvd, de las obras de los artistas, sus curriculum vitae, soportes conceptuales de las obras, material virtual y/o impreso que la obra haya generado, entrevistas en audio y en formato digital formuladas a los artistas. Posee además algunas copias cedidas por artistas internacionales y una interesante bibiliografía sobre el tema de nuevas tecnologías de la imagen.

El archivo ESCORIA nuevos medios ecuador nace como iniciativa independiente en 2003; sin embargo la investigación se remonta hacia los inicios del uso de la imagen en movimiento como herramienta de expresión artística en el Ecuador, es decir principio de la década de los ochenta del siglo pasado. Al momento el archivo sigue la pista de sus artistas y de aquellas instancias que pueden procurar la convocatoria a nuevas propuestas. Por lo tanto esta es una invitación abierta para artistas ecuatorianos y extranjeros que trabajen esta modalidad de expresión para formar parte del archivo ESCORIA nuevos medios ecuador

maría belén moncayo
directora general

lunanueva_ec@yahoo.com
(593) 2 - 09-7799347 celular
(593) 2 – 2543705 casa
(593) 2 – 432914 oficina
Iñaquito E3-156 y Amazonas
quito-ecuador

miércoles, enero 17, 2007

ESPEJITO, ESPEJITO - X. Andrade




ESPEJITO, ESPEJITO…

X. Andrade

Me encargué yo mismo, a falta de interesados, en hacer una evaluación de la gestión cultural del Banco Central de mi país en los últimos años en la ciudad de Guayaquil. Los resultados fueron tan disparatados que me vi abocado a presentarlo a manera de un reporte de ridículos vericuetos, los mismos que esta historia encierra.

Empieza a fines de los noventas, cuando la administración de Fredy Olmedo, el mayor gestor cultural en el Ecuador reciente --ahora olvidado por aquello de que la memoria es ingrata y corta. Bajo su dirección nacieron los mayores proyectos planificados alguna vez en esta ciudad: un museo concebido para desarrollar la antropología y el arte contemporáneo, un parque temático dedicado a recrear fragmentos de la historia del puerto, una plaza destinada a fomentar oficios olvidados relacionados con las artes, una universidad dedicada a crear la infraestructura humana necesaria para fomentar el arte contemporáneo, y, un cine cultural que permitiera a las audiencias locales encontrar alguna alternativa. Todo marchaba viento en popa hasta que hacia fines de 2003, acosado por una burocracia que cree que la cultura es meramente entretenimiento, aunada en una secta de sabios denominada “Comité Cultural del Banco Central”, decidió remover a Olmedo para poner en su lugar a una arqueóloga cuyos aportes en el campo son desconocidos, y cuya mayor virtud es ser la pintora de las mil venuses de Valdivia, aquellas figuritas que han sido bautizadas así para hacernos sentir orgullosamente romanos desde la etapa prehispánica.

La flamante autoridad representaba todo lo que Olmedo no había provisto para hacerlo un tonto útil a los ojos de las autoridades del Banco: era guayaquileña, vinculada con las elites, emparentada con algún miembro del directorio, pintora decorativa y por tanto con trayectoria en las “artes”, y sin ideas de avanzada para transformar cualitativamente la calidad de la oferta cultural en la ciudad. Su primera misión: desmantelar todos y cada uno de los proyectos de la administración anterior sin importar las inversiones ya realizadas por el Estado. Boicoteó la mayor exhibición de arte que se haya hecho en el país, Umbrales, para imponer una serie de shows seguros destinados a fomentar el culto a los creadores de siempre. Paralelamente, redujo la antropología a un efímero evento en la cafetería y reinstauró a la arqueología en el lugar celebratorio: la de la construcción ideologizada y romántica de un pasado comercial y guerrero. Al mismo tiempo, se encargó de atentar sistemáticamente contra la existencia de la institución educativa creada por considerar que se estaba fomentando la formación de estudiantes en ideas atentatorias contra la “guayaquileñidad”, hasta que la propia Municipalidad le hizo entender la importancia del proyecto. Convirtió a un parque histórico en una locación para la celebración de matrimonios de las elites, y a la plaza de las artes en una para festivales de dudoso valor educativo. Todo ello aderezado con el lanzamiento de revistas de farándula, los periódicos shows de moda y uno que otro taller infantil y literario. Divino.
El hecho de que no existan mecanismos de rendición de cuentas sobre la gestión del Estado en el campo cultural, por supuesto, favoreció todo esto. La historia, sin embargo, continúa para nuestro deleite. Dicha “autoridad” encontró en las páginas de sociales de los diarios locales el mayor aval para permanecer en su puesto. Cero informes, miles de sonrientes fotos. A tales páginas nunca llegaron las denuncias en fiscalías locales sobre el tráfico de pinturas falsificadas vehiculizadas por ciertas autoridades y protegidas por otras, ni tampoco la persecución desatada internamente contra Fredy Olmedo para buscarle, sin éxito, evidencias de corrupción o despilfarro, peor las implicaciones para el Estado de haberla favorecido con el despido masivo del personal profesionalmente más capacitado para dejar en su entorno -salvo honrosas excepciones- a una cofradía de leales secretarias. Ni una noticia sobre la incapacidad para gastar presupuestos que, una vez perdidos por la falta de generación de proyectos e ideas, terminaron retornando al Estado, revirtiendo el sentido del cacareado “centralismo”. Ni una palabra sobre los préstamos ilegales para esas propias autoridades, ni las tercerizadoras fantasmas patrocinadas por el propio Estado, ni las campañas bajo la mesa contra artistas e intelectuales críticos, nada sobre las amenazas de rescindir contratos y de remover obras de arte en la esfera pública porque le resultaban caprichosamente incómodos, nada sobre las campañas para desprestigiar a notables intelectuales del medio.

Con la salvedad de un par de eventos y el apoyo a un Archivo Histórico que debería ir camino a su mayor profesionalización académica, el resto constituye un listado de atrocidades fomentadas por el Estado. La desinformación y la falta de rendición de cuentas del BCE en cultura le han hecho mucho daño a la gestión cultural estatal, haciéndola sinónima de desverguenza. Esta historia permanece oculta porque es más fácil aplaudirla, y hasta condecorarla, como efectivamente lo hizo el convenientemente desinformado gobierno saliente, cuyo legado en materia cultural es tan patético y caprichoso como la elección del segundo retrato presidencial. Ya me puedo imaginar la grotesca escena de la premiación y las congratulaciones. Espejito, espejito: ¿quiénes han sido los más bellos? Este es el tipo de preguntas que le espera al nuevo gobierno. Para contestarlas, hay que raspar las toneladas de maquillaje que constituyen el único legado de ciertos funcionarios y autoridades.