jueves, diciembre 27, 2007

Manifiesto contra el mecenazgo del estado - X Andrade

MANIFIESTO CONTRA EL MECENAZGO DEL ESTADO

x. andrade

* publicado en Anaconda 9: 34-39. junio de 2007.

Una revisión sobre el arte contemporáneo vislumbra una tensión básica: las iniciativas privadas catalizan las actividades críticas mientras el Estado defiende los territorios que le resultan menos escabrosos. Mientras el primero atestigua el auge de colectivos y entidades apócrifas que luchan por financiar sus proyectos, muchas veces al margen del mercado pero otras tantas con el apoyo de empresas e instituciones privadas, el Estado en Ecuador invierte a través de entidades autónomas o de otra índole mediante prácticas clientelares, gustos decorativos y estrategias populistas.

INTRODUCIBLE

Un párrafo del “manifiesto introducible” de la Fundación Adopte a un Escritor sirve para mi propósito inicial:

“la Fundación […] se inspira en la constatación de hechos a primera vista inverosímiles como que algunos gringos se dediquen a adoptar pedazos de autopista. si existe ese espíritu solidario hacia unos centenares de metros de concreto cómo no van a haber almas comprometidas con el desarrollo espiritual de un Escritor, con la ventaja afectiva de que yo soy mucho más simpático e interactivo que unos cuantos metros de cemento aplanados por el que nada más pasan coches a 65 millas por hora.”

Ironías de por medio, el arte contempóraneo ha sometido bajo su mirada a los propios mecanismos del financiamiento del Estado en materia cultural. La preocupación por las conexiones entre instituciones y política, por la corporativización de la gestión cultural, y por sus efectos sobre una esfera pública excluyente que alienta al establecimiento de ciudadanías de primera y de segunda clases (el caso quiteño es un ejemplo craso), ha dado lugar a iniciativas tendientes a preservar el espíritu crítico. Dos movimientos concurren: el establecimiento de colectivos independientes, sociedades que pueden tener una fachada comercial pero también ser irónicamente fantasmales, por un lado, y, por otro, la colisión entre intenciones artísticas e intereses empresariales. El abanico que abren estos dos polos constituye el paisaje de poder en donde ciertas formas de arte se inscriben para continuar llevando a cabo su heterogénea agenda.

A falta de una perspectiva estatal para afectar cualitativamente a la oferta cultural, han sido precisamente las privadas los motores de la transformación de escenas enteras como el caso de Teor/ética y su notable función catalizadora en el paisaje centroamericano. Hágase un recorrido caso por caso en Latinoamérica y encontraremos patrones comunes. En el caso ecuatoriano, han sido dos instituciones sobrevivientes las que han brindado cabida a las iniciativas más arriesgadas en lo que a artes visuales se refiere: dpm en Guayaquil y El Conteiner en Quito. Por su parte, el Estado en su conjunto es una sumatoria de salones de té a los cuales uno es invitado por la magia del secretismo institucionalizado. Y cuando la gestión cultural estatal ha tenido el impulso para cambiar, han habido despidos masivos de los funcionarios más probos y boicot interno a los principales proyectos en marcha, como el ejemplo del MAAC tristemente lo certifica.

TE

El Estado sirve la mesa no engalanado como un Ogro Filantrópico, siendo esta imagen simplista la que está frecuentemente en boca de autoridades y artistas, los unos para gozar del codeo entre las elites si de gozar de capital simbólico y aparecer en las páginas de sociales se trata, y, los otros, con su máscara de víctima para disfrazar su mediocridad con los pliegues de la “resistencia”. Asume ora la forma de Damita de Sociedad ora la de Caballero de la Vieja Guardia. Encopetada o pelucón-wanna-be en sus aposentos, generalmente diseñados con gusto decorativo o revolucionario, no discuten sobre una agenda para afectar cualitativamente el quehacer cultural a largo plazo. Encubiertos por un estatus de “autonomía” que les ha brindado la ley, no dan cuentas a la sociedad de sus gastos. Así, por ejemplo, se justifica internamente la adquisición de bienes de dudoso valor patrimonial pero que sirven efectivamente para mantener amistades o salvar a los bancos pagando con sobreprecio la basura compuesta por las colecciones que inflaran el valor comercial de la pintura en los ochentas. Cambia la Damita de Sociedad o el Caballero de la Vieja Guardia y cambian los caprichos del Estado, mientras su cuerpo se mantiene incólume.

La fachada pública es de que Todas las Instituciones, Todas, promueven Cultura para Todos, aunque el slogan que acompaña a sus actividades y programas no sea necesariamente el mismo. El único problema es que el resultado es una colcha de pedazos y retazos. Un festival de teatro aquí, un tallercito literario acá, dos cadáveres de armadillo acribillados al tono del Comandante Ché Guevara, la exhibición de los cuadritos de la esposa del vicepresidente tal, el reciclaje de la obra de los pintores modernistas, el lanzamiento de la última marca de atún, el desfile de modas de la diseñadora cual. Este tipo de “agenda” es facilitada por la ausencia de mecanismos de contabilidad social y por la ausencia de historias institucionales.

Ya no estamos en los ochentas, cuando algunas entidades fomentaron políticas paternalistas y auténticos mecenazgos a través de ampliamente concebidas generosidades que, aunque sirvieron en el mejor de los casos para crear o consolidar ciertas escenas, también forjaron un sentimiento de dádiva que no coadyuvó al establecimiento de un sentido de competencia y profesionalización entre los practicantes. Sin mecanismos claros para estimular la producción de propuestas artísticas, bajo los caprichos con los cuales se manejan en la organización de salones y bienales haciéndolas susceptibles de arbitrariedades, mediante la elaboración de listas negras de intelectuales críticos, y a través de la persecución a funcionarios honestos, en este saloncito es claro que se queman también otras hierbas. Especies que sirven para anestesiar a quienes habiendo trabajado dentro del Estado deben también guardar cautelosamente sus secretos públicos.

ENTRAñAS

Pero el Estado no es solamente el Ogro Filantrópico. Es un conjunto de instituciones y de funcionarios, de tensiones y contradicciones, de discursos y de prácticas. Todo ello configura un elaborado sistema de encuentros, desencuentros y traducciones. Mientras la improvisación de una agenda mande, siempre hay cabida para una actividad sobresaliente pero un Capelán no hace verano a pesar de que las páginas de los periódicos quieran indicarnos lo contrario. Como si las relaciones públicas fueran sinónimas de educación o difusión artísticas. Esta traducción que hacen los medios sobre el arte como espectáculo y farándula es vergonzante, digna de la insoportable levedad de la información que caracteriza toda noticia sobre “cultura” ahora rebautizada como “vida y estilo”.

Si la antropología construye sus prácticas de representación bajo un sistema de traducciones entre voces políticamente situadas, así también procede la gestión cultural del Estado con su universo de reglas no escritas. La ambiguedad de ello permite, sin embargo, que funcionarios bien informados, con experiencia y que saben arriesgarse, opten por auspiciar un proyecto dado y defender la libertad de expresión consagrada en teoría a la mirada del arte. Hay formas de dorar la píldora, y de navegar en los a veces surrealistas caminos de una burocracia compuesta por traductores, intérpretes y hábiles conductores. Por cada burócrata ignorante uno encuentra en el camino a diez funcionarios sintonizados. Inversamente, por cada institución que lleva adelante un trabajo loable (el proyecto del Nuevo Museo Nacional en Quito, el Museo Municipal en Guayaquil), existen cien plagadas del “eventismo”. El problema emerge cuando entelequias llamadas “Secretarías Culturales” o sus equivalentes definen donde se ponen los recursos, mientras sus portavoces sostienen cándidamente que “la cultura es entretenimiento” ante el aplauso acrítico de la prensa. Gracias a la estructura jerárquica de las instituciones, ellos son los que tienen la última palabra. El Estado es su cuerpo, su misión: cuidar de cualquier contaminación crítica. No al café en la tacita del té, darling, please...

La historia del Estado-como-Mecenas enseña que el paternalismo no funciona. Si lo hiciera tendríamos una escena de las artes diversa y heteróglota, que activamente abogara por disrrumpir una esfera pública estandarizada. Ese espacio ha sido laboriosamente peleado por iniciativas privadas, generalmente de gente que invierte los remanentes de sus empresas en arte. Asimismo, la democracia participativa --la encarnación coyuntural de la abogacía artística en los tiempos del cólera bolivariano-- es pura paja a pesar de foros y forómanos. Con un concepto de “cultura” que se ha convertido en un cajón de sastre al punto de cobijar a instituciones que alientan directamente el odio regionalista o que despliegan prácticas populistas destinadas a crear la ilusión de comunidades imaginadas mientras lo que hacen sistemáticamente es mantenerlas ignorantes, el mecenazgo del Estado continuará yendo a la larga peligrosamente cercano al despilfarro.

Palacios de cristal, urnas de cristal, en fin, cultura…

miércoles, diciembre 19, 2007

Stéfano Rubira - Curaciones

Curaciones

Por Rodolfo Kronfle Chambers

La imagen verdadera del pasado pasa de largo

velozmente. El pasado sólo es atrapable como la imagen

que refulge, para nunca más volver, en el instante en

que se vuelve reconocible…Porque la imagen verdadera del

pasado es una imagen que amenaza con desaparecer con

todo presente que no se reconozca aludido en ella.

Walter Benjamin

Hace poco más de tres años Stéfano Rubira (Guayaquil, 1978), uno de los miembros del colectivo porteño Lalimpia, comenzó a producir una serie de obras agrupadas bajo el título Curaciones. La aparición de las mismas se ha venido dando de manera intermitente en distintos salones, muestras y eventos, y por ende -dada esta dispersión- no se había provisto la oportunidad para lograr un acercamiento crítico y reflexivo hacia dicho trabajo. La presente muestra en Proceso Arte Contemporáneo pretende “desfragmentar” la propuesta de Rubira en este período y presentarla como un cuerpo significante que se densifica como conjunto, a la vez que brinda un cierre a esta línea de producción.

La característica formal más saliente de estas pinturas tiene que ver con el material empleado en las representaciones, el tono púrpura de casi todas ellas se debe al empleo de la violeta de genciana, un líquido de uso farmacéutico de propiedades antisépticas y cicatrizantes.

El primer cuadro en que sustituyó la pintura a favor de dicha sustancia fue con el que participó en el Festival de Artes al Aire Libre en Guayaquil (Sin Título, 2004[1]). Esta convocatoria se desarrolla en el Malecón de la ciudad, un sitio cuyo valor emblemático y potencial significante ha sido estratégicamente capitalizado por varios artistas en cada edición del certamen. La pintura de Rubira representaba la marcha de la clase obrera de 1922 cuyo trágico desenlace represivo inspiró más tarde la novela Las cruces sobre el agua (1946) de Joaquín Gallegos Lara (1911-1947), una de las novelas de corte político-social más relevantes de la literatura ecuatoriana.

A pesar de que los procesos de este artista están alejados del cálculo frío y metódico para generar lecturas determinadas, era inevitable, al verlo pintar a pocos metros de donde décadas atrás un número no determinado de cadáveres fueron arrojados por los militares al río Guayas, reparar en aquello como un gesto calculado que sin embargo invocaba de una manera poética un hecho histórico subvalorado y hasta manipulado, un acontecimiento sujeto a reivindicaciones aún latentes en el contexto político actual. La carga semántica del método “medicinal” de representación -conjugado con la imagen que reprodujo- derivó en un acto catártico, en un ímpetu metafórico para lograr sanar heridas.

A partir de entonces Rubira comienza a hurgar en el potencial lírico que evocan determinadas fotografías históricas extraídas de fuentes documentales, al tiempo que explora, en un sentido similar, acontecimientos que han marcado de manera muy íntima su propia biografía, estas otras imágenes salidas del álbum familiar. Una mirada al conjunto de la serie Curaciones devela dicho paralelo, en el cual estos ámbitos – el colectivo y el individual, el público y el privado- comparten la noción de experiencia traumática, siendo su mecanismo de abordaje, su aproximación “terapéutica” si se quiere, el recuerdo; y a ello se debe, probablemente, la reiteración de varias imágenes de este peculiar atlas[2] en distintas obras[3].

Así como podemos proyectar la imagen de la línea del ferrocarril y su deterioro posterior como una evocación del derrumbe del ideario Alfarista, igual podemos imaginar aquella instantánea de un Rubira adolescente, medio cuerpo inmerso en una piscina bautismal junto al pastor de su Iglesia Evangélica, como el germen imperativo –luego trunco- de creer en una fuerza mayor. O la forma como podemos contrastar el yermo paisaje de un Guayaquil hecho cenizas luego de uno de los voraces incendios de antaño, ante rincones deshabitados de la casa de su familia. El hecho de que el artista utilice como soporte de algunas pinturas sábanas de hospital, de manicomio, y en ciertas instancias hasta las propias, nos refuerza la idea de que cada episodio encierra potencialmente una patología que se explora en los territorios de la memoria, y por asociación en las intensidades propias del campo de los sueños, además de plantearse –en sus propias palabras- “como una forma de insertar al individuo en el cuerpo social.”

De esta forma se genera en estas citas una reinterpretación de la historia como vivencia emocional, cuyo contraste con el presente abre la posibilidad de proyectar sus contenidos hacia temas sociales. En la ambigüedad de este uso referencial, la historia -suspendida, levitada, espectral y desvaneciente- confirma su rol como productora de subjetividades y procesos de identificación. Aquí la historia deja huellas, corroe y carcome, y esa impronta parece expresarse además en unas sutiles intervenciones que ha realizado Rubira en el mismo espacio expositivo: unos “hongos” color púrpura (como los que aparecen en algunos de los cuadros) se cultivan en rincones de la galería, proyectan su expansión a pesar de la paradoja que encierra el ser simulados con la violeta, un conocido agente antimicótico.

Es pertinente identificar además que de alguna u otra forma manifiestan su presencia las tres instituciones productoras de identidad fundamentales en la antigua construcción del sujeto: religión (su bautizo), patria (su jura a la bandera) y familia (detalles de su casa), instituciones cuya autoridad desgastada ha desatado crisis identitarias generalizadas. Considerando aquello bien podríamos enfrentar esta obra como una plataforma reflexiva que permita situar nuestra propia experiencia en relación a la influencia que estas tres narrativas maestras han tenido en nuestra propia conformación como individuos (y como nación si las proyectamos transversalmente a través del catalejo de la historia), y permitir ver nuestro propio reflejo -colectivo como sociedad e individual en nuestra intimidad- en el espejo de Rubira.

Guayaquil, 1 de septiembre del 2007




[1] Esta pintura se arruinó ya que por la volatilidad de la violeta de genciana la imagen terminó desapareciendo (lo mismo pasó con otro par de trabajos); en esta muestra se incluye una versión del 2007 en un formato mayor, ahora trabajada con una mezcla del material con acrílico para lograr la permanencia y fijación de la pintura.

[2] El uso de este término no es gratuito, me resulta interesante la idea de contrastar esta diminuta colección de imágenes al Atlas de Gerhard Richter, aquel depósito de materia prima visual compuesto de miles de recortes y fotografías a partir del cual edificó su trabajo por años.

[3] El 14 de diciembre del 2005 Rubira realizó un performance en el Bar Dada en Guayaquil. Sobre un lienzo en blanco se proyectaban alternadamente varias de las fotografías que ha utilizado en sus cuadros, al tiempo en que con un trapo impregnado con violeta de genciana el artista recogía con gruesos trazos ciertos rasgos de cada imagen.


















miércoles, noviembre 21, 2007

Salón El Comercio 2007







PARA VER EL VIDEO SIGA EL VÍNCULO:
http://www.youtube.com/watch?v=r7IJZ6QOiUY

Confirmación de los acontecimientos - PRIMER PREMIO
Ilich Castillo
Videoproyección

1. EL RECUERDO SALIÓ MOVIDO.-

El video pertenece a ese tipo de fijaciones que se
definen según Paul Ricoeur como: "una forma de
existencia del pasado que ya no es, pero que existe"

La memoria, al contrario del video no señala la
continuidad de los hechos, tampoco indica el tiempo
lineal que persiguen las existencias para llegar hasta
aquí cuando quieren ir hasta allá, acaso la memoria
sirve para mostrar mas bien las discontinuidades de la
Historia. Para mostrar cómo los sucesos a pesar de
todo siguen entre si, tropezándose, llevándose por
delante unos a otros, al tiempo que siembran un
territorio de flores marchitas.

2. OPTURA 40 y YO,
(Lo que estamos mirando es lo que está pasando.)

Si grabara el acto de dibujar una piedra cayendo al
agua,
¿Caerá la piedra más de una vez?
¿Se repitirá o no el acontecimiento?...

Es preciso que las cosas sucedan para que sean
registradas.
¿Pero, como medir el tiempo entre ese acontecimiento y
su registro? ¿Existe un tiempo allí?
Un espacio entre ambas. Una especie de duración
mítica,
(¿un inframince?)

La obra consistía entonces, en imitar la duración
del presente. En procurar "ensancharlo", convocando
el tiempo del dibujo. en proponer dicha duración como
conciencia.













Itinerario de inquilinato - SEGUNDO PREMIO

Alejandro Cevallos

Dibujo sobre papel

Dimensiones 1.50 x 3m


Esta obra intenta hacer una aproximación simultanea a varias imágenes recurrentes en torno a la idea de habitación como contenedor (construcción arquitectónica que termina modelando ciertos rasgos y vivencias de las personas que las habitan), esta obra intenta hablar de la relación particular que adquiere el inquilina con sus objetos, personales y su trasteo itinerante.


No se pretende un orden especifico en los enunciados, s muestra como un registro de memoria, que por lo mismo deja ver los huecos en su estructura y sin embargo es representativa en su naturaleza.


La obra esta representada en cuatro módulos por efecto del embalaje, que en el momento del montaje se ensamblan formando un solo módulo de 150cm x 300 cm.











Tránsitos - TERCER PREMIO

Graciela Guerrero

Mural


La propuesta consiste en la intervención de todas las paredes de una galería o museo, las cuales serán pintadas con los diseños principalmente religiosos que encontramos comúnmente en las lápidas y nichos populares del cementerio de Guayaquil.


El interés primordial es el de lograr una ambientación cuyo barroquismo y alteración de escala apunten a crear una experiencia estética envolvente, y de esta a fijar nuestra atención hacia una serie de tránsitos en la cultura visual: desde la manera en como la grafía popular sin adiestramiento académico presta y apropia de manera torpe imágenes originadas en el canon cultural occidental (los pintores del cementerio trabajan a partir de un repertorio de estampitas) para efectos de satisfacer una necesidad humana como es la de honrar a los difuntos, por un lado, y por otro la manera en como desde prácticas artísticas contemporáneas se puede revalorizar dichos fenómenos reinscribiéndolos en el sistema arte, legitimándolos.


El fondo de este asunto conlleva además otros tránsitos más sutiles, metafóricos y de imbricadas implicaciones, usamos la palabra tránsito como un eufemismo que nos libera de la crudeza de referirnos a la muerte, y en las sugerencias que esto puede desatar están aquellas sobre el arte mismo y su función (museo y mausoleo fueron comparados en un célebre ensayo de Douglas Crimp), el tránsito desde la “ciudad blanca” (como se conoce para efectos turísticos al cementerio) al “cubo blanco” en el caso de la galería, es decir desde un sitio impregnado de influencias a otro que lucha por aislarnos de ellas.

La muestra propone a fin de cuentas una experiencia donde estas ornamentaciones transforman sus fines culturales, donde lo cultural desplaza sus registros de análisis, etc.



Lugar protegido

Juana Córdova

Instalación

Pintura sobre pared y objeto de plata


La planta de sábila colgada con una cinta roja, arriba del portal de una vivienda es una imagen que se encuentra con frecuencia, sobre todo en la zona rural del país y constituye una tradición de fé, recomendada por los Shamanes indígenas ecuatorianos con el propósito de ahuyentar malas energías y mantener un ambiente tranquilo en la casa, al igual que en la cultura china se coloca un espejo frente a la puerta de entrada para con la misma intención.


La instalación ‘’Lugar protegido’’, parte de la necesidad de sentirse seguro en un determinado lugar , no necesariamente protegido de agresiones o malos sentimientos por parte de otros , sino de una forma menos tangible, expresar la necesidad de confianza incluso en uno mismo.


He construido la sábila en plata para expresar su valor como planta ritual-medicinal y estará colocada con su cinta roja por encima de la pintura de una puerta que representa el hecho de cruzar o habitar territorios ajenos, siendo también, símbolo de lo desconocido.


Al proponer esta obra en el contexto de un salón de arte contemporáneo, pretendo expresar la necesidad de abandonar a la suerte , mi trabajo, llevando un poderoso talismán y recurriendo a las fuerzas del más allá , como última instancia.
















Infaustos

Tárik Núñez


“Cuando uno se aproxima a la iglesia de San Francisco en Quito, puede encontrar a un hombre que se lo conoce como Picazo, el pincel de Cristo"


http://www.infaustos.blogspot.com/




Fábula Moraleja y Beso

(También llamada ¨Cuentos Chinos¨)

Natalia Espinosa A

Pieza en terracota, madera, cuerda y papel.


En memoria a perros valientes, gatos constantes, osos generosos, ratones fraternales, gallinas pacientes y todos esos héroes animales que año tras año intentan, con toda voluntad, inculcar valores nobles y humildad a la primera infancia de esta humanidad.





Marea
WASH – lavandería de arte contemporáneo (Pedro Cagigal y Dayana Rivera)

acciones registradas en video, performance e instalación
Colaboración time laps: Juan Zabala

En Marea se enlazan tres momentos distintos de una misma acción. Es el resultado del deseo de ir más allá de la primera sensación que provoca un hecho conmovedor, referente a la tensa y frágil relación que existe entre el ecosistema natural y los seres humanos que necesitamos de él para nuestra subsistencia.

Con motivo de la creación del decreto presidencial que permite la comercialización de aletas de tiburones provenientes de la pesca incidental, se desató una fuerte discusión que enfrentó a distintos sectores de la sociedad, en el escenario de los medios de comunicación. Esto permitió visibilizar hechos existentes desde hace mucho tiempo: como las situaciones que atraviesan las comunidades de pescadores en la costa ecuatoriana, y la amenaza constante a la que se enfrentan varias especies de tiburones a nivel mundial, debido a intereses económicos. Estas realidades producen una serie de sensaciones como ira, injusticia, impotencia e incertidumbre, que se exteriorizaron y resumieron en la imagen de un mar de flores / cementerio de tiburones.

Surgió la necesidad de ir más allá de estas sensaciones y procesarlas a través de la interiorización y también del diálogo. El cuestionamiento que surge del hecho mencionado, da pie para preguntarse además sobre nuestro papel en la existencia, nuestra relación con el otro, nuestros niveles de tolerancia y nuestra capacidad de acción. La repetición de colocar una flor junto a otra, del mantra(1), del dibujo de las olas/aletas, del registro en video y su presentación en loop, producen una serie de vibraciones que permiten pasar de las primeras sensaciones hacia reflexiones sobre nuestro rol como seres humanos.

La acción pone en el mismo nivel de importancia a nuestro ser político, meditativo y artístico, en el espacio público y privado.

(1) Man=mente, trang=onda o proyección. El sonido es una forma de energía que tiene estructura, poder y un efecto predecible definitivo en los charkas y en la psique humana. En Marea la acción se realiza con el mantra “Aad sach, llugaad sach, jebhi sach, Naanak josi bhi sach” que permite meditar en aquello que era verdad en el principio original, que es verdad a través de cada actividad y época, que es verdad en este instante, y que Naanak dice que será verdad por siempre.




Sismógrafo

Mery Balseca

Instalación

330 cm. x 250 cm. x 250cm.

625 ajíes naturales, hilo


Los significados universales sirven para nombrar las cosas e identificarlas, pero también para limitar su existencia, ya que uno tiende a pensar que sus finalidades están clasificadas e inmutables. Pienso, sin embargo, que los objetos en general son, gracias a una suerte de simbiosis con nuestros hábitos y costumbres, una especie de bitácoras de nuestra existencia, dejando a un lado su presencia objetiva y tomando un matiz totalmente nuevo y personal. Intento ubicar los objetos, en este caso el ají, en un contexto emocional, anulando sus antecedentes simbólicos establecidos y dejándolos a la espera de un nuevo nombre, quizá el correcto.

EL XI SALÓN EL COMERCIO

Por Trinidad Pérez


Vivimos en una época en la que estamos conscientes de que todo aspecto de la vida lo construimos socialmente. Nuestras creencias y valores no son ni naturales, ni absolutos, ni eternos. Por eso es difícil aceptar hoy día aquella noción que ve en el arte valores esenciales e inmutables. Más bien pensamos que el arte se define en el tiempo y en el espacio y que, consecuentemente, debemos hablar de arte en plural, pues ha sido definido de distintas formas en distintas épocas y lugares. El arte no es una noción abstracta que puede tener la misma apariencia y función en cualquier lugar ni en cualquier época. Por eso, cuando hablamos de arte contemporáneo nos referimos a una cierta noción de arte, a una que se construye y define en un contexto particular: el del mundo en globalización en donde los valores del alto capitalismo se instalan y adquieren predominio. Este no es un mundo homogéneo y sin conflictos. Es uno en el que también se pugna por expandir, por resistir o por encontrar vías alternativas a dicho modelo. Es allí, en ese espacio en conflicto, en continua reconfiguración y redefinición, en donde encontramos al arte contemporáneo. El arte contemporáneo, consecuentemente, es plural, es diverso. Si en otros tiempos el arte ha podido ser identificado por un estilo o hasta por el predominio de un cierto medio o técnica, hoy en día el artista los utiliza como instrumentos discursivos o como medios para agenciar cambios sociales.

Esa conciencia de que el arte no se define sino en un contexto, va acompañada de otra que entiende al arte como un sistema que, según Larry Shiner, incluye no sólo aquello creado, el objeto o la imagen, sino todo aquello que hace posible que este exista: las ideas o teorías que lo definen como tal y las instituciones que permiten su circulación, su valoración y que contribuyen a la construcción de un sentido. Es un sistema interconectado en el que todas las partes interactúan entre si y dependen las unas de las otras. En el muchas son las instituciones que han cumplido funciones diversas con el fin de proveer al arte de un contexto de legitimidad y valoración social. Algunas de ellas son los museos, las galerías, el coleccionismo y los salones. En los últimos diez o quince años, nuestro país ha experimentado cambios bastante importantes en el campo del arte. Mientras en algunos aspectos el campo parece consolidarse, la práctica artística se ha diversificado enormemente y los lugares de formación de artistas se han multiplicado, en otros parece quebrarse. Ante el cierre casi masivo (especialmente en Quito) de las galerías que comerciaban arte contemporáneo, a la inoperancia de muchos de los museos y al poco interés por el arte contemporáneo que muestran los nuevos centros culturales, es alentadora la aparición de espacios alternativos de exposición y la pervivencia del salón.

El Salón Nacional de Arte Contemporáneo Fundación El Comercio, de entre los distintos salones que se realizan en el país, ha logrado mantener su prestigio y legitimidad gracias a una premisa muy sencilla: cree en el arte contemporáneo. Expresa su compromiso al dirigir su atención a la población artística en donde estarían germinando las nuevas tendencias en el arte: la producción de los jóvenes. Ni tan jóvenes como para todavía no definir su propio recorrido, pero suficientemente tales como para ya marcar las nuevas direcciones. Al definirse como un Salón de Arte Contemporáneo no está, sin embargo, cerrándose a ninguna tendencia en particular, no está definiendo el arte contemporáneo a priori. Está recogiendo aquellas producciones con las que los jóvenes artistas están abriendo nuevos derroteros. Lo que hace el salón es entonces ‘inspeccionar’, reconocer, recoger aquello que se está produciendo. Y a lo largo de los años el Salón El Comercio ha seleccionado y premiado con rigurosidad, logrando muestras representativas de lo que los jóvenes artistas están produciendo en la actualidad y estimulando con sus premios el crecimiento y desarrollo del arte contemporáneo en el Ecuador.

Como una institución que forma parte de la dinámica del sistema del arte, un salón bien llevado sólo puede propender a apoyar el desarrollo del arte contemporáneo. Cierto que existen salones que se han anquilosado en la tradición, en lo establecido y que ellos mismos no han crecido a la velocidad de las nuevas tendencias. El Salón Nacional de Arte Contemporáneo Fundación El Comercio tiene como propósito ser un puntal en el desarrollo del arte contemporáneo en el Ecuador. Para ello, el artista participante debe estar dispuesto a no ser aceptado, a no ser premiado. La responsabilidad del salón implica, por otra parte, a seleccionar con rigurosidad, con profesionalismo, ética y honestidad. En la selección no se pueden hacer concesiones a facilismos o golpes de suerte. El jurado busca seriedad y coherencia en las propuestas. El resultado de dicha política no puede ser otra cosa que una muestra de propuestas artísticas diversas pero coherentes; en suma, una exposición plural y rica como la que se presenta en esta edición.


Mery Balseca


Una característica de la era en la que vivimos es que se han puesto en evidencia los mecanismos semánticos y conceptuales a partir de los cuales la obra comunica. Mery Balseca (1980) se presenta al Salón con una obra sugerente y sutil. Sismógrafo es una pieza instalativa que consiste de un cubo de hilos de cuyo extremo inferior cuelgan ajíes naturales, cual péndulos, que apenas rozan el piso. El espectador se enfrenta a la estructura y contención que la forma geométrica ofrece para de allí sumergirse en un universo de transparencia y liviandad. Como resultado de la economía formal, la obra remite al minimalismo. Pero en la oposición de dispositivos manufacturados y elementos naturales, Balseca abre “un amplio espectro de lecturas, generadas por los simbolismos, connotaciones, asociaciones, especulaciones” que en cada individuo se generen. Es decir, la artista busca que cada espectador construya su propia interpretación de la obra a partir de su propia subjetividad y, en lo posible, que logre liberarse de todo tipo de condicionamientos y asociaciones culturales. Si el vegetal cambia de apariencia a medida que se va secando y si, incluso, transforma el entorno con su aroma, la aproximación del espectador a la obra no podrá ser la misma el primer día que se relacione con ella, que el último. Sismógrafo parece sugerir la posibilidad de que la transformación de la pieza en el tiempo, sea un registro de los cambios en la subjetividad del espectador.


Ilich Castillo


Ilich Castillo (1978) presenta Confirmación de los acontecimientos, un video en el que indaga acerca del modo fragmentado y discontinuo como registramos la realidad en nuestra memoria y la consecuente imposibilidad de la re-presentación. En el graba su mano mientras dibuja sobre la imagen de la cámara de video representada en el instructivo de uso de la misma. Su reflexión se centra en los mecanismos de representación, el dibujo y el video, y la distancia que existe entre ellos y la experiencia vivida. Dice: “Si grabara el acto de dibujar una piedra cayendo al agua, ¿caerá la piedra más de una vez? ¿Se repetirá o no el acontecimiento? . . .” El que vivamos en una era en la que los instrumentos que auxilian a la memoria han adquirido un alto nivel de sofisticación no ha llevado a que sea posible registrar con mayor exactitud la realidad. Castillo indica que el video no es más que, y cita a Paul Ricoeur: “una forma de existencia del pasado que ya no es pero que existe”. Es decir la realidad, la memoria de ella, su representación tienen existencia propia y separada. ¿Qué media entre ellas? El tiempo. Es el tiempo entre el acontecimiento y el registro del mismo el que deviene en el sentido de realidad. Ilich Castillo entiende a “dicha duración como conciencia”.


Juana Córdova


Juana Córdova (1973) presenta una obra de gran sutileza conceptual y refinamiento visual. Lugar protegido es una instalación en la que sobre una puerta imaginaria, pintada en la pared, cuelga de una cinta roja, una sábila de plata. La obra alude, sin ambigüedades, a la potencia protectora de dicha práctica en la cultura popular. Es precisamente la capacidad curativa de la sábila lo que la convierte en un símbolo protector. Juana Córdova resemantiza dichos valores tradicionales para una cultura urbana contemporánea dominada por el valor del dinero y marcada por las representaciones literales de la realidad. “Al construirla enteramente en plata enfatizo su valor”, dice la artista. La puerta pintada sobre la pared alude a la construcción semántica de la realidad a la que el arte conceptual ha dado tanta importancia. Una puerta es tan puerta como un dibujo de ella. La puerta pintada de Lugar protegido es, entonces una puerta y, como tal puede ser entendida como “símbolo de lo desconocido” o como la posibilidad “de cruzar o habitar territorio ajenos”. De hecho, la densidad semántica de la obra se potencia en la recontextualización del objeto en el espacio aséptico del museo.


Natalia Espinosa


En la escultura Fábula, moraleja y beso (o cuentos chinos) de Natalia Espinosa (1976) se insinúa la tradición de las fábulas infantiles en las que los animales, como héroes culturales, encarnan los modelos a seguir. Representan la dimensión de la imaginación, aquel lugar en el que podemos construir, crear y encontrar refugio. Sin embargo, en esta obra, estos pequeños héroes, un cerdo, un conejo y un sapo, amarrados en un nudo cuelgan de un leño, cual ‘ollas encantadas’ próximas a ser destruidas. Nuestros sueños e ideales se enfrentan a la brutal realidad. La contemporaneidad de la obra radica en el juego de alusiones y asociaciones que pueden construirse a partir de los elementos materiales, formales y simbólicos y que llevan, nuevamente, a la participación activa y abierta del espectador en la interpretación de la obra.


Alejandro Cevallos


Alejandro Cevallos (1981) recurre al mecanismo asociativo en Itinerario del inquilinato, una gran superficie de papel sobre la cual el artista ha dibujado imágenes, enunciados, dispuestos sin ningún orden específico, que aluden al lugar donde habitamos: espacios arquitectónicos, objetos de uso y adorno, personas con las que nos relacionamos. Todo ello, en palabras de Cevallos, “termina modelando ciertos rasgos y vivencias de las personas que los habitan”. El artista representa esa construcción y destrucción de un sentido de pertenencia y del resultante sentimiento de desarraigo en la sencilla experiencia del inquilinato. Nos movemos de un lugar a otro cargando todas nuestras pertenencias, o algunas de ellas, o las que podemos y dejamos atrás más que objetos y espacios, dejamos relaciones humanas, sensaciones, olores. Como espectadores podemos imaginar un inquilinato más complejo y brutal, el de las experiencias de migración en el mundo globalizado de hoy.


Graciela Guerrero


Graciela Guerrero (1981) interviene la pared del espacio expositivo del XI Salón El Comercio con una obra titulada Tránsitos. En ella alude a la porosidad entre prácticas visuales que ocupan distintos lugares y valoraciones en el entramado social, así como al paso (tránsito) entre la vida y la muerte. La artista se apropia de los motivos religiosos que aparecen en las lápidas de los cementerios y los recontextualiza en el espacio del salón con el propósito de


lograr una ambientación cuyo barroquismo y alteración de escala apunten a crear una experiencia estética envolvente, y de esta a fijar nuestra atención hacia una serie de tránsitos en la cultura visual: desde la manera en como la grafía popular sin adiestramiento académico presta y apropia de manera torpe imágenes originadas en le canon cultural occidental . . . y por otro la manera en como desde prácticas artísticas contemporáneas se puede revalorizar dichos fenómenos reinscribiéndolos en el sistema arte, legitimándolos.


La obra de Guerrero expresa una preocupación muy actual por descifrar los mecanismos de la representación y la función que ella cumple en la sociedad. El ejercicio de la apropiación de la apropiación, según lo ha descrito Gerardo Mosquera, desestabiliza las categorías que han separado a las distintas prácticas visuales en el mundo moderno y pone en evidencia la artificialidad de las diferencias en su valoración. Si existen diferencias, estas están en el valor de uso que damos a cada una de ellas.


Tarik Núñez


La capacidad del arte de convertirse en un agente de cambio radica en el centro de la propuesta de Tarik Núñez (1974). Infaustos es un proyecto de reinserción al sistema productivo de Fausto, un pintor que vive y pinta en los alrededores de la Plaza de San Francisco de Quito. El proyecto incluye la elaboración de una serie de productos, de los cuales la instalación en el Salón el Comercio es solo una parte. Se podría decir que el artista mismo es uno de ellos pues el actúa como gestor de esta reinserción promoviendo la visibilización y eventual comercialización de la obra pictórica de Fausto. La instalación muestra algunos de los mecanismos en el proceso: fotos del lugar de trabajo del pintor, algunas de sus pinturas y monitores en donde los espectadores pueden acceder al blog ‘infaustos’, a través del cual pueden conocer al personaje y al imaginario que la comunidad ha creado alrededor de él y pueden familiarizarse con su producción pictórica para prepararse a participar en la subasta pública de sus obras, proceso que finalmente llevará a la reinserción de Fausto como ciudadano productivo. La finalidad social del proyecto de Núñez no deja de llevar al espectador a reflexionar acerca de la sutil separación entre realidad y ficción. Si bien Fausto vive en los márgenes de una sociedad excluyente, Fausto es también un personaje de la ficción que la comunidad y los espectadores, con la ayuda de Núñez, construimos de él. Si afirmáramos que toda realidad es construida, tal vez podríamos imaginarnos al Fausto que Núñez quiere construir, un ciudadano digno que pueda vivir de lo que sabe hacer, pintar.


WASH-Lavandería de Arte Contemporáneo


La figura del colectivo es cada vez más predominante en el contexto del arte contemporáneo pues implica varios aspectos que enriquecen la producción artística. El colectivo WASH-Lavandería de Arte Contemporáneo se plantea, entre otros objetivos, el trabajo en equipo, la posibilidad de movilidad de los participantes y el énfasis en el proceso. Marea es la obra presentada para el XI Salón El Comercio y comprende una acción realizada por Dayana Rivera en tres lugares y fechas diferentes y su correspondiente registro en video por Pedro Cagigal. El propósito de utilizar estos tres sitios es, según el colectivo, “presentar una reflexión en torno a la función del arte dentro y fuera de una sala de exhibición”. De hecho, su función como “forma de comunicación y circulación de sentidos” adquiere variantes según la carga contextual de cada uno de los sitios en donde la acción se llevó a cabo. Los dos primeros son estacionamientos, que sirven “como metáfora de un estado de detener el movimiento” y al igual que el museo, “de quietud, de espera”. El primero, un parqueadero en uno de los recintos de las elecciones para asambleístas, el segundo el parqueadero en el domicilio de la artista y el tercero en un espacio designado en la sala de exposición del Salón. El performance consiste en la realización de un dibujo de las olas del mar realizado con diminutas florcitas de plástico. Las olas aluden a un hecho político: el decreto presidencial que autorizó la comercialización de la aleta de tiburón y que levantó una polémica alrededor del tema de preservación de la naturaleza, la sostenibilidad del pescador artesanal que vive de esta actividad y un negocio transnacional para satisfacer el gusto por un plato exquisito disfrutado por pocos habitantes de la tierra. La acción suscita dos preguntas: una acerca de cómo el significado político de la acción es transformado y comunicado en los distintos espacios y la implicancia del arte como una forma de acción política.


JURADO


Trinidad Pérez

Katya Cazar

Rodolfo Kronfle Chambers