María José Argenzio
Río Revuelto TV - Visita guiada con María José Argenzio
Just do it!: el templo de contemplaciones
Just do it! de María José Argenzio deriva de una serie de interrogantes que la artista se plantea a sí misma con respecto a su lugar de origen. Lo hace desde un lugar ajeno y propio a la vez, con una mirada que no es inocente, que se logra cuando se toma una distancia, cuando se comprende desde otro sistema.
Sus preocupaciones principales radican en entender el presente de la situación política y económica de su país, a la vez que pretende una mirada crítica a su entorno social particular.
Diez años después de la desaparición del sucre como moneda nacional, en su obra 25.000, Argenzio retoma el suceso sin sentimentalismos, demostrando el vacío del objeto: miles de monedas que parecen de oro, brillan como oro, pero no valen nada.
Cada una de las veinticinco mil monedas está recubierta íntegramente con pan de oro, un efecto que rememora la laboriosidad de sus primeras piezas, sin embargo la artista ya no destaca su minuciosidad artesanal, por el contrario, la evita. Ahora no realiza la mano de obra, sólo comanda y observa el proceso que un artesano contratado para ese fin realiza a cambio del pago de un valor monetario. Este acto –tan común en el mundo del arte contemporáneo– es utilizado por Argenzio como uno de los ejes que fundamentan el sentido de la muestra: la reproducción del sistema de producción capitalista, que en el caso ecuatoriano lo entiende como síntoma y consecuencia de las desigualdades sociales que cuestiona.
Revestir cada moneda supone un disfraz ostentoso que de forma ilusoria aparenta devolverle algún valor perenne a algo que lo había perdido, conjugando el sentido simbólico del material con su deslumbrante y atractiva apariencia.
El valor simbólico del oro en la Colonia remite a la devoción al dorado como un artificio de redención del poder en las tierras conquistadas lo que deviene en una manifestación del despotismo y abuso del dominio monárquico y de la iglesia católica. El pan de oro, a su vez, recuerda la implantación de ese poder a través del trabajo artesanal y la presión de los nuevos designios estéticos y culturales en los que se cimientan los principios de la explotación del nativo en pos de la pompa conquistadora.
La relevancia del material, que es el hilo conductor de la exposición, se pondera en las frases que se utilizaron en el montaje a modo de epígrafes. El primero pertenece a Nueva Crónica y Buen Gobierno (1615), de Huamán Poma de Ayala:
Cada día no se hacía nada, sino todo era pensar en oro y plata y riquezas. Estaba como un hombre desesperado, tonto, loco, perdido el juicio con la codicia de oro y plata. A veces no comía, con el pensamiento del oro y la plata...
El segundo está tomado de El eterno retorno del Quetzalcoalt (2008), de Jorge Majfud:
Creo que podemos resumir más de cinco siglos de historia latinoamericana con esta dinámica cósmica o semiótica: el elemento principal de la codicia, de la ilegitimidad, del mal del mundo disfrazado de belleza, es el oro; el elemento opuesto, la sangre. Si la sangre mueve el mundo, el oro lo destruye desacralizando la sangre...
1729 es la segunda pieza que Argenzio presenta en Just do it!; la imponente peluca dorada trabajada en hilo de cobre bañado en oro, es una interpretación de la que porta Felipe V en la moneda “pelucona” de 1729, que circulaba en América Latina en tiempos coloniales. “Pelucón” es el término que ha popularizado el actual presidente ecuatoriano Rafael Correa para ridiculizar a las “clases altas”. El peso simbólico del oro esta vez es acompañado de una alta dosis de ironía.
La pieza hace alusión a la simulación de un poder monárquico, a la opulencia, al abuso del poder y la ciega prepotencia que lo sostiene en un pedestal. La seducción visual que causa la “peluca pelucona” se lee en contrapunto a la fragmentación de clases, contenida en el actual discurso presidencial.
El germen de estas aproximaciones nace de la lectura del libro Ecuador: De Banana Republic a la No República, publicado por el presidente Correa en el 2009, de uno de cuyos capítulos (“La escuela Nike: Just do it!”) Argenzio toma el título para su exposición.
En el capítulo “La moda de la dolarización en Latinoamérica: otra simple novelería”, el presidente Correa argumenta que medidas económicas de esta índole responden a sistemas cambiarios extremos que no tienen ningún sustento técnico. A la luz de sus disquisiciones, podemos arriesgar esta paráfrasis: “como otros lo usan, ¿por qué nosotros no?”.
Argenzio se vale juguetonamente de esa noción de “novelería” para tensionar los hilos que demarcan las percepciones estereotipadas de las clases sociales y la imposición del sistema laboral, donde ella critica y reivindica paralelamente de forma sarcástica su propia condición y construye una producción que devela una amañada conciencia. Así, Just do it! (“Sólo hazlo”), deviene en un imperativo libre de culpa.
El recorrido de Just do it! concluye con dos proyecciones de 3° 16’ 0” S, 79° 58’ 0” W, las coordenadas que remiten a la localización geográfica de la planta de banano que Argenzio hizo recubrir en pan de oro. Una primera toma, aérea, resalta la planta de oro en medio del verde de la plantación, la otra imagen es un primer plano de este tótem natural dorado.
Aunque en apariencia la obra se acerque más al trabajo previo de Argenzio que enmascaraba los procesos de descomposición de los elementos naturales que se resguardaban en el interior de otro material, en esta pieza ha densificado las significaciones de su trabajo, poniendo énfasis en el uso de los materiales y su carga simbólica. En 3° 16’ 0” S, 79° 58’ 0” W se realiza el mismo proceso de recubrimiento que en la obra 25.000, pero se obtiene el resultado opuesto. Un elemento útil, el principal producto de exportación agrícola del Ecuador, es transformado en adorno, en fachada, en un objeto bello y resplandeciente, pero vano.
Cada obra de Just do it! se refiere a hechos, materiales y espacios concretos de la historia nacional, pero trascienden el sentido unilateral de esa relación. Podemos, incluso, hacer un paralelo con los colapsos de los grandes sistemas monetarios y de producción, regionales y mundiales, actuales e históricos y los modelos de poder hegemónicos y emergentes.
Argenzio utiliza su proceso creativo como un depurador de su memoria histórica, personal y colectiva. Objetivamente Just do it! fue creada como un examen de conciencia personal que puede ser compartido con el espectador que quiera hacerse las mismas u otras preguntas frente a este cuidado templo de contemplaciones.
Pilar Estrada Lecaro
Guayaquil, agosto, 2011
25.000
Monedas de 1 sucre cubiertas de pan de oro y urna
2010
1729
Hilo de bronce bañado en oro y pedestal
2011
3 16' 0'' S, 79 58' 0'' W
Árbol de banano cubierto en pan de oro
2010
Estupenda reseña de Fabián Darío Mosquera en El Telégrafo:
María José Argenzio, conciencia de clase 18 - sept - 2011
El Dorado y su lado obscuro
En esta muestra María José Argenzio asume el desafío de simbolizar el lado obscuro de nuestra modernidad a través del oro como mercancía y trofeo, su resplandor y su empeño de encandilar y velar. La exhibición constituye un dispositivo óptico-luminoso que sin embargo penetra en la larga noche colonial que se extiende hasta nuestros días. Para el efecto la artista transforma por completo el cubo blanco de la galería en tres cámaras obscuras que debemos recorrer en penumbra y donde suntuosos objetos y luminosas imágenes nos devuelven la mirada para activar la memoria social del despojo histórico de recursos y la persistencia del colonialismo en nuestro país y región. La experiencia sensorial que nos propone Argenzio es cercana a la de un museo donde en silencio y a obscuras contemplamos en la primera sala un botín, en la segunda un objeto-símbolo de poder y en la tercera imágenes que nos revelan la explotación de la fuerza de trabajo y de los recursos naturales. El museo como dispositivo estético-político y sus operaciones de apropiación, estetización, fetichización y descontextualización son evocados para desplegar extraordinarios objetos e imágenes, con límites difusos entre la realidad y la ficción, que por su ambigüedad logran detonar las enormes contradicciones entre la riqueza y pobreza, el auge y la decadencia que caracterizan a nuestra modernidad colonial.
El botín está constituido por 25 mil monedas de 1 sucre cubiertas en oro cuidadosamente apiladas y resguardadas bajo una gran urna de cristal, contundente pieza numismática que recupera críticamente uno de los episodios más nefastos de nuestra historia reciente. En 1999 el gobierno de Jamil Mahuad declara feriado y congelamiento bancario para limitar la inestabilidad del mercado cambiario, medida que favoreció a unos pocos banqueros, perjudicó al Estado y a la mayoría de la población. La acción no impidió la quiebra de entidades financieras y el manejo inadecuado de la crisis ocasionó una acelerada depreciación del tipo de cambio. La devaluación fue de 400% cuando en el transcurso de 16 meses se pasó de 5 mil a 25 mil sucres por dólar. La dolarización efectuada a esta cotización significó una pérdida gigantesca de valor adquisitivo para los tenedores de sucres, lo que resultó en el empobrecimiento del ciudadano común y en la emigración masiva de los sectores más vulnerables.
En la segunda habitación reposa sobre un pedestal una meticulosa copia en hilo de cobre bañado en oro de la ostentosa peluca de Felipe V de Borbón, representante del poder imperial y responsable de acuñar una moneda de oro sólido que manejaba la realeza en la colonia. Como es conocido, el hambre por los metales preciosos, el brillo de los tesoros del Nuevo Mundo y el mito de El Dorado justificaron, entre otras acciones, la conquista y la explotación salvaje de la mano de obra indígena en la que se basó la expansión mercantil-capitalista de Europa. Eduardo Galeano resume está relación de poder y dominación en Las Venas Abiertas de América Latina: “La economía colonial latinoamericana dispuso de la mayor concentración de la fuerza de trabajo hasta entonces conocida, para hacer posible la mayor concentración de riqueza que jamás haya dispuesto civilización alguna en la historia mundial”. Esta pieza de Argenzio también representa con gran dosis de humor la actualización de la figura del poder imperial encarnada en las elites del país, bautizadas sarcásticamente por el presidente Correa como “pelucones”.
El último espacio al que ingresa el espectador es una gran cámara obscura donde se proyectan dos fotografías que cuestionan la veracidad o ilusión de su representación. Nos enfrentamos a una proyección, a escala real, de una planta de banano cubierta en oro, y una segunda alucinante imagen, a gran escala, de la vista aérea de la plantación donde la planta dorada destella de manera insólita. La fiebre del oro simplemente toma otras formas en el contexto de la industrialización, desarrollismo y mercado internacional. La simplicidad de estas imágenes logra, sin embargo, activar lecturas tan diversas como la explotación de la mano de obra barata, el empobrecimiento del suelo, la concentración del excedente en manos de unos pocos, el monopolio en la comercialización del banano, las formas de penetración y colonialismo extranjero en la economía local, la sangrienta historia de las plantaciones en nuestro país y las historias de miseria y despojo ocasionadas por la United Fruit, la más grande latifundista en Centro América. La riqueza del suelo y bananización de varios países latinoamericanos no ha significado una mejora significativa en la calidad de vida de los trabajadores sino por el contrario la persistencia de la desigualdad social.
Desde el exceso, brillo y absurdo, los artefactos e imágenes de Argenzio trazan continuidades y reajustes en los patrones de poder colonial en la economía nacional y transnacional. El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su consecuencia en palabras de Galeano. Por otro lado la muestra también advierte y problematiza sobre el lugar del arte en relación a modos de producción (pre) capitalistas como en el oficio del laminado en pan de oro, dificultoso y laborioso proceso artesanal basado en la venta de la fuerza de trabajo. Después de todo tanto el arte, la cultura y el museo también están inscritos en el proyecto de la modernidad y la colonialidad.
María Fernanda Cartagena
Quito, octubre, 2011
Just do it!
La espacialidad como medio
Las piezas que Ma. José Argenzio presenta en Just do it! pueden ser consideradas autónomas e inmanentes. El círculo de concepción y ejecución empieza y termina en cada una de ellas. Su configuración sugiere un sinnúmero de lecturas y mira a varios referentes históricos y simbólicos cuya lectura e interpretación son potencializadas a través de la interrelación secuencial entre 25. 000, 1729 y 3° 16’ 0” S, 79° 58’ 0” W. Así, la espacialidad, como mecanismo conscientemente trabajado y constitutivo de la muestra, se convierte en un medio de confrontación que provee una estructura narrativa.
El recorrido aprovecha el dogma del arte contemporáneo como esencialmente plural. De los varios sistemas artísticos que las piezas manipulan, la lógica de yuxtaposición espacial desafía su característica contemplativa y las transforma en agentes dinámicos de una historia documental y ficticia, irónica y reflexiva. Esta estrategia de disposición, lateral y a modo de caracteres textuales, cuida la individualidad de cada obra mientras refuerza su naturaleza como componentes de un argumento.
25.000 es el primer objeto que el visitante encuentra sin mediación inicial con la galería. Este espacio es necesario atravesarlo visual y físicamente con el fin de conocer la pieza e identificar, casi de manera intuitiva, el acceso a 1729. En este segundo momento, la estrategia se repite y se obliga una vez más al espectador a recorrer el espacio de manera diagonal aunque interrumpido por el objeto de arte. A través de un túnel no iluminado se llega 3° 16’ 0” S, 79° 58’ 0” W. Este tercer elemento genera un giro ontológico y presenta la posibilidad de recorrer libremente el área de mayor dimensión y jerarquía; diferente a los espacios anteriores, la tercera sala es habitada por dos imágenes proyectadas en dos de sus límites. Para dar por terminada la experiencia, es necesario reexaminar la muestra en secuencia contraria y permitir que la relación de estos tres compartimentos genere asociaciones y nuevas historias.
Esta disposición emplea recursos de exhibición tradicionales del museo. De este modo, Just do it! se convierte en una intervención espacial que recrea a la institución cultural como un archivo paradójico de presencia constante e inalterable. Reminiscente de documentaciones arqueológicas y antropológicas, se utilizan paredes y divisiones ortogonales de color negro y las piezas son ubicadas simétricamente en el espacio. El fin es no sólo resaltar la materialidad y las cualidades del trabajo minucioso, sino también distanciarse del cubo blanco modernista y presentar al arte contemporáneo con una validez igualmente perenne.
La orquestación de Ma. José Argenzio es topológica.
Christian Parreño
Quito, septiembre, 2011