miércoles, diciembre 29, 2004

El indómito León Ferrari. Tensando los límites del arte.
Por Rodolfo Kronfle Chambers 29-12-04

La reciente y esperada retrospectiva de uno de los más importantes artistas argentinos fue censurada por la justicia desatando una intensa polémica.

La exposición en el Centro Cultural Recoleta recoge una selección que da cuenta de los últimos cincuenta años de la dilatada carrera de este paradigmático creador, nacido en Buenos Aires en 1920 y conocido no sólo en Argentina, sino de trascendencia en el mapa artístico latinoamericano, al ser revalorado como figura clave de los albores del conceptualismo ideológico de la región.

Una parte del trabajo de Ferrari ha seguido dos filones críticos muy marcados, el uno de corte político y el otro de naturaleza religiosa, sugiriendo entrecruces cómplices entre ellos. Aquella obra cuestiona entre otros temas a los regimenes represivos y a la connivencia de la Iglesia Católica que pervive en ellos, increpa las políticas intervencionistas norteamericanas y las barbaries cometidas con justificaciones religiosas, problematiza el contenido de pasajes bíblicos y dogmas cristianos, y subvierte la crueldad de la tortura y el castigo promovido en el arte religioso a través de la historia.

En 1997, él y otros miembros de CIHABAPAI (Club de impíos herejes apóstatas blasfemos ateos paganos agnósticos e infieles, en formación) solicitaron mediante una carta al Papa Juan Pablo II el favor de anular el juicio final y la inmortalidad de las almas otorgada por Dios.

En un documento publicado en su página web (http://www.leonferrari.com.ar) el artista ensaya una explicación acerca de las piezas que más polémica han suscitado: “Desde el Evangelio hasta el Catecismo oficial de la Iglesia el cristianismo anuncia que las almas de los muertos en pecado mortal –y más adelante sus cuerpos resucitados- son torturadas en el infierno. Esa idea, el castigo al diferente, recorre nuestra historia y ha originado diversos exterminios: aborígenes, judíos, brujas, herejes, vietnamitas, irakíes.” Agrega luego que “durante dos mil años el infierno se mantuvo inalterado, pero no hace mucho el Papa lo modificó diciendo que allí no hay fuego, pero que la ausencia de Dios origina un sufrimiento comparable a las angustias terrenales. El sufrimiento físico se reemplaza por el espiritual…Este poder que tiene el Papa de modificar las formas o sistemas del castigo evangélico, me lleva a suponer que podría resolver la contradicción de apoyar los derechos humanos en la tierra y violarlos en el más allá, declarando que la Iglesia ha cometido un nuevo error que el infierno no existe y que nadie es ni será castigado.”

La provocación es en efecto uno de los dispositivos que activa la obra de Ferrari y por ello la misma adquiere una realización plena particularmente cuando despierta una respuesta potente en el espectador. Pero hay que puntualizar sin embargo que aquella dimensión no es la única que le da vida a su trabajo, ya que en él se regodea un sentido estético y una sofisticada estrategia en el uso de objetos de la cotidianidad que oscila entre el humor y la seriedad, y aquello lo diferencia del pasquín o de la burda diatriba.

Las reacciones hacia su exposición no se hicieron esperar: el 17 de Diciembre pasado se ejecutó una medida dispuesta por la jueza Elena Liberatori para clausurar la muestra. Lo hizo a solicitud de la agrupación católica Cristo Sacerdote argumentando que "se han lesionado sentimientos religiosos de la enorme mayoría de los habitantes de [Buenos Aires]".

Para quienes sus convicciones espirituales o partidistas partan de compromisos inclaudicables e incuestionables sólo habrá dos caminos posibles para abordar obras como estas: o dejarse arrebatar por sus contenidos al punto de una reacción ante la frontal irreverencia, o intentar abstraerse por un segundo de la postura política o religiosa propia para, desde los lenguajes del arte mismo, analizar las maneras cómo operan sus propuestas y hacer un esfuerzo por entender la lógica de lo que el artista increpa. Tarea tan difícil esta que de seguro la producción de Ferrari seguirá suscitando discusiones indefinidamente.

Un comentario cuyo autor desconozco resume con agudeza el impacto de su obra: “Con cuadros, esculturas e instalaciones logró lo que nadie: escandalizar, desde la cultura, a aquellos que no tenían interés cultural y activar, desde la polémica, la conciencia social perdida.”

Opiniones

El tema de los límites de la libre expresión es sumamente delicado y argumentos con sustento se pueden esgrimir desde puntos de vista muy opuestos. El maestro argentino Luis Felipe Noé equipara la censura a la obra de Ferrari con “una quema de libros”. Agrupaciones como las Madres de la Plaza de Mayo lo apoyan, y en Internet se abrieron foros virtuales en que se debate con extrema literalidad acerca del contenido y las implicaciones de sus propuestas, tal vez olvidando algo que considero es fundamental, el hecho de que justamente el lenguaje del arte trasciende -y cuando es bueno supera- cualquier otro tipo de comunicación.

El crítico Cuauhctémoc Medina en el diario La Reforma de México escribe: “En esta y otras polémicas sobre arte y religión, lo que está en debate no solo es la libertad de expresión, sino el derecho de los creyentes y no creyentes a examinar las consecuencias de la religión en este mundo. Como toda otra temática, las religiones y sus imágenes deben ser objeto de debate, ironía y crítica, pues de otro modo la noción de una “sociedad abierta” es mera palabrería.”

En lo personal concuerdo con Andrea Giunta, curadora de esta retrospectiva, quien lo ve así: “Existe un borde, una frontera sutil por la que el artista navega. En ésta no sólo están implícitas las alternativas entre la ética y la estética, sino también una tercera zona, habitada por pliegues y camuflajes, que hace innecesaria la opción. Un dispositivo semioculto, situado entre la seducción y la polémica, expresión de la poderosa tensión entre la belleza y la perturbación.”

Las polémicas acerca de los límites del arte no son nuevas y no cesarán nunca ya que el arte no sólo place, también incomoda y cuestiona. Sonados son los casos como los de Robert Mapplethorpe (¿arte o pornografía?) y Andrés Serrano (¿agresión a símbolos religiosos?) que llegaron hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos. Acá en el Ecuador algunos recordarán años atrás la censura del Museo Municipal a la obra de Hernán Zúñiga o a la muestra cancelada de Marcelo Aguirre; más recientemente la clausura del intendente a la muestra Follar o Morir de Wilson Paccha en la Casa de la Cultura de Cuenca. Los ciudadanos argentinos saben bastante de represión y tal vez por aquello estos temas son tan importantes y no se trivializan. ¿Se pueden regular desde las leyes la opiniones de cada quién para no herir susceptibilidades ajenas? ¿Hasta qué punto se aplica la tolerancia cuando se trata de visiones que se apartan de las convicciones de la mayoría en regímenes democráticos? ¿Resultan de igual talante las manifestaciones críticas, corrosivas o chocantes originadas desde el arte o la literatura (cuando media una patente intencionalidad estética y reflexiva de por medio) que desde medios masivos como la televisión donde es el espectáculo el que prima?

El 4 de Enero del presente se reabrió la exposición ante la apelación del gobierno de la ciudad y el fallo favorable del tribunal Contencioso Administrativo de Buenos Aires. Permanecerá a la vista hasta el 27 de Febrero.



Crédito: Sebastián Hacher
Pie de Foto: Más de 2,000 personas se congregaron para apoyar la muestra retrospectiva de León Ferrari. Se estima que ha sido visitada por más de 30,000.




Crédito: Zula
Pie de Foto: Afiche en el ingreso a la exposición en el Centro Cultural Recoleta.


Crédito: Rodolfo Kronfle
Pie de Foto: León Ferrari en su taller en visita que le hice en Julio del año pasado.


Pie de Foto: Una de las obras más conocidas del artista titulada “La civilización occidental y cristiana" de 1965 en que el Cristo crucificado es parte del artillería de un bombardero norteamericano. Aunque la obra surge en tiempos de la guerra en Vietnam el crítico Cuauhctémoc Medina ha comentado como este ensamblaje “aparece como una formulación prácticamente profética de la mentalidad de la nueva cruzada en que los Estados Unidos han vuelto a justificar sus empresas bélicas neocoloniales bajo el argumento de defender la civilización occidental cristiana.”



Pie de Foto: Obra titulada "El que no está conmigo" de 1997. En ella se reproducen en Braille sobre retrato de Hitler las siguientes palabras de Jesús: El que no está conmigo está en contra de mí. (Mt 12,30)


Pie de Foto: Uno de los “infiernos” que elabora el artista subvirtiendo y contestando a las imágenes de tortura en el arte religioso. Ferrari ha declarado: “Espero que con el tiempo la Iglesia extienda su rechazo a los tormentos pintados por El Bosco”.

miércoles, diciembre 15, 2004

Lo Grotesco en el Neue Galerie
Por Rodolfo Kronfle Chambers 15-12-04

Una muestra titulada Lo Cómico Grotesco: Ingenio y Mofa en el Arte Alemán, 1870-1940 se presenta hasta Febrero 14 en el Neue Galerie de Nueva York, institución dedicada al arte de Alemania y Austria.

La exposición explora uno de los aspectos en que menos se ha hurgado sobre el arte alemán del temprano siglo XX: el humor. Lo cómico-grotesco se puede definir como una combinación de elementos incongruentes, que despiertan extrañeza pero que contienen una dosis de humor que es tanto irreverente cuanto ingenioso. En palabras de Pamela Kort se trata de una “manera subversiva de trabajar, lo grotesco destruye descaradamente las jerarquías culturales, históricas y míticas.” Hay que hacer énfasis en que lo grotesco no es un estilo, sino más bien una categoría estética. Muchos de los artistas que se incluyen en la exposición se los asocia con diversos movimientos y tendencias, desde el expresionismo hasta el surrealismo, por lo cual debemos ver a lo grotesco como un recurso artístico que puede ser empleado de muchísimas formas.

Se recogen numerosos ejemplos de lo cómico-grotesco en dibujos, afiches, pinturas, filme, fotografías, manifestaciones del Dadá y desarrollos en la literatura que aparecieron antes de la II Guerra Mundial. De igual manera se analizan las importantes conexiones de este género a la cultura de cabaret y a las publicaciones de sátira política.

El arte de lo grotesco tiene una genealogía muy antigua, que se manifiesta en obras de El Bosco, Giussepe Archimboldo y hasta en los Caprichos de Goya. Sin embargo para efectos del enfoque particular en que se centra la muestra se propone al simbolista del siglo XIX Arnold Böcklin (1827-1901), nacido en Suiza pero germano en espíritu, como precedente de lo que se dio en llamar cómico-grotesco en Alemania y como artista fundamental para el desarrollo del arte moderno en dicho país. En sus pinturas subvirtió escenas mitológicas para bajar el tono de solemnidad y rigor del arte clásico. Lo que él hacía era en cierto modo una negación del Impresionismo que dictó las pautas de las tendencias estéticas prevalecientes, y por ello su nombre se vio oscurecido y generó muchos detractores. En la muestra se incluyen sin embargo excepcionales piezas de fervientes admiradores de Böcklin como Franz von Stuck, Lovis Corinth, Emil Nolde y Max Klinger.

El tenso ambiente político-social anterior y posterior a la I Guerra Mundial impulsó a muchos artistas a recurrir a lo grotesco como arma de denuncia y burla hacia lo más deleznable de la realidad circundante. Los fotomontajes de John Heartfield (1891-1968) caricaturizando a los Nazis son excepcionales, también exquisita la pintura titulada Granjeros Industriales a cargo de Georg Scholz (1890-1945) cuyos personajes idiotizados asumen rasgos animalescos. La ridiculización implícita en sus contenidos le valió una pequeña indagación parlamentaria en el Reichstag.

Se incluye además una reconstrucción del Arcángel Prusiano, colaboración entre Heartfield y Rudolf Schilchter que muestra un híbrido entre cerdo y soldado que se exhibió pendiendo del tumbado en la Primera Feria Internacional Dadá de 1920. La pieza pone en entredicho la supuesta superioridad del hombre por sobre el resto de las especies y denuncia la absurda justificación religiosa para la causa militar; resume a su vez la actitud que caracterizaba a estos artistas rebeldes que adaptaron las posibilidades del cómico-grotesco para increpar las nociones tradicionales del arte. Este trabajo y un portafolio de grabados de Georg Grosz hicieron que estos artistas terminasen enjuiciados por el ejército. Es con los dadaístas que lo grotesco llega a un clímax que ejercerá gran influencia en el arte posterior a la II Guerra Mundial.

La selección de obras reúne a muchos del quien es quien de aquella época del arte Alemán, trabajos de Max Ernst, Hannah Höch, Otto Dix, Paul Klee, Alfred Kubin y Lyonel Feininger entre otros.

Uno de los puntos más interesantes de la exhibición es el análisis de lo grotesco en la cultura popular, visto a través de la figura de Karl Valentin, el llamado Charles Chaplin de Munich, cuyas películas se exhiben en una sala adjunta. Un fabuloso archivo fotográfico da cuenta además de su sutil ingenio que llegó a ser censurado por los Nazis cuando presentó su filme acerca de la pobreza titulado La Herencia en 1936. Se llega a argumentar que la figura de Valentin puede ser vista como el primer artista performático alemán.

Desde nuestra perspectiva contemporánea ya prácticamente ninguna imagen nos llama la atención, lo mismo aplica para lo que vemos en el arte luego de lustros de tácticas de shock. Sin embargo sólo basta contextualizar un poco la época en que estas obras vieron la luz para maravillarnos de su audacia y frontalidad. Situar ese punto de vista desde el momento cultural que ejemplifica el período y los discursos que lo atraviesan –lo que Foucault llama episteme- es lo que permite apreciar las complejas dimensiones de estas obras hasta el día de hoy.

Lo grotesco nos muestra a su vez que la mera caricaturización del entorno no es suficiente, se requiere de ingenio, ironía y mordacidad para que aquel espejo en que se refleja la contradictoria realidad verdaderamente destelle con su luz. En su vertiente de sátira, puede capturar lo absurdo y podrido de la realidad de manera demoledora y por ello subsiste hasta el arte de nuestros días.

Pie de Foto: Pintura de Arnold Böcklin titulada Dos Faunos Pescando de 1874.


Pie de Foto: Fotomontaje de John Heartfield titulado Oh Árbol de Navidad en Alemania, Cuan Torcidas Son Tus Ramas de 1934.


Pie de Foto: Fotografía de Karl Valentin personificando a un soldado de alrededor de 1913.


Pie de Foto: Reconstrucción del Arcángel Prusiano de Heartfield y Rudolf Schlichter de 1920.


Pie de Foto: Pintura y collage titulada Granjeros Industriales (1920) de Georg Scholz.