Carlos Capelán
onlyyou
MAAC - GUAYAQUIL
14 DE JUNIO DEL 2006
26 minutos revolucionarios (entre los cuerpos virginales y el coito sicoanalítico)
Conversación con Carlos Capelán. 12- junio-2006
Carlos Capelán- (la grabación comienza)…pienso que hoy día hay, se puede ejercer la libertad dentro de la institución cultural, aunque nos marcan, nos joden, nos cagan, me entiendes, aquí no hay cuerpos virginales, estamos todos marcados como el tigre, pero estamos ejerciendo libertad con criterio ¡asumimos todo lo que nos toca eh! pero estamos asumiendo la libertad, en ese sentido yo no me voy a preocupar simplemente de hacer una ilustración crítica, puedo hacer solo una ilustración crítica, pero quiero hacer algo afirmativo, vamos a divertirnos!, chico no hay cosa más divertida que ser artista contemporáneo, desde cierta perspectiva, y es más, no hay nada más divertido que ser un jodido latinoamericano incluso, desde cierta perspectiva, es una libertad que es perfectamente ejercible, y eso me super interesa, suena un poco como críptico y místico, pero para mí es súper concreto, hay una instancia en que ya no estamos en el sufrimiento, estamos en el goce completo, nos vamos a divertir incluso con la comemierda más grande de las páginas sociales y de todo lo demás, todo eso va a ser objeto de placer en nuestra práctica artística y cultural…
Rodolfo Kronfle – tu obra denota eso, estás siendo hiper crítico pero te estás divirtiendo visualmente…
CC – ah sí, además porque creo profundamente en el lenguaje…
...
RK – ¿Cuáles son las estructuras con las cuales tú estás entablando el diálogo o tratando de socavar?
CC – La cultura general como jerarquía cultural, y con eso ya te barrí todo el campo, esa es la bomba de neutrón, es decir todo lo que es jerarquía: esto es calidad, esto es precio, esta obra es mejor que aquella, lo alto y lo bajo, todo lo que tú quieras…
RK –…por eso aquello de “mi avantgarde es mejor que la tuya”
CC – totalmente, o “mi contemporaneidad es más contemporánea que la tuya”, para el carajo, pienso que no hay un tiempo más contemporáneo que otro, pienso que si concebimos la cultura como un suceder permanente -una cultura que sucede- básicamente cada día la cultura es más preformativa, en el sentido de accionar, de hacer, de suceder, estamos cada día más lejos de la pieza artística y más cerca del lenguaje, y esa es buena paradoja: producimos el cuadrito, lo vendemos en $70,000, pero eso no nos impide de tener una actitud performática de la cultura, yo pienso que la cultura como tal es fundamentalmente lenguaje y como tal existen receptores, emisores, diálogo, negociaciones, interferencia, pero que ese circuito está tan prendido en la gente hoy que es imposible apagarlo, me entiendes, los chicos saben de lo que hablas cuando hablas de todo esto y lo perciben, ya dejamos la historia esta de las jerarquías, de obra, de precio, de autor, jugamos ese juego, no hay ningún problema ok, pero estamos en una actitud performática ¿tu sabes como era Mallarmé? él iba a dar una charla y comenzaba a hablar y el público se sentaba calladito, “ahí está el poeta” y se callaban la boca, una hora, dos horas, tres horas, la gente empezaba a dejar la sala, a las tres horas la gente le empezaba a decir “cállate la boca huevón”, “¡basta!”, lo insultaban, cuando se iban los últimos de la sala Mallarmé seguía hablando, porqué él decía “no hay una oración”, “no hay una frase”, “no hay una poesía”, “está un decir”, y en ese decir –en algún momento- algo se dirá, es más decía, en ese decir en algún momento Dios será nombrado, quiere decir que dirá el nombre de Dios de un modo accesible, Dios será nombrado, claro es una actitud extrema, tremendamente modernista, totalmente de acuerdo…
RK – ¿Este es tu paradigma para tus charlas-performance?
CC – Mira, entre la Coca Cola y Mallarmé prefiero Mallarmé...yo no voy a ser tan ligero de repetir la historia de Mallarmé, pero como paradigma es muy bonito entender arte como proceso, pero arte como creación que la hacemos todos…la cultura, el lenguaje, el arte, lo estamos haciendo entre todos, desde el espectador, al crítico, al galerista y todos los demás, y tiene que haber un diálogo, no por un problema de amarse mutuamente y mirarse a los ojos, sino por un problema estratégico, porque el arte no es un valor metafísico, es tremendamente contextual, lo armamos entre todos, tú eres responsable chico, yo soy responsable, yo me hago responsable de mis pedazos, sí, yo como mi cacho de mierda y ustedes también, yo creo que esta historia del artista como centro de la obra es una paradoja que forma parte de nuestro contexto, tenemos que trabajar con eso, a mi me dieron este trabajo, yo trabajo de Picasso ok…
RK – Eventualmente si me pongo de abogado del diablo es para beneficio de hacerte hablar: ¿para quién estás hablando tú Carlos?
CC – Para nadie. Para el que quiera escuchar.
RK - ¿Aunque sea un grupo muy reducido?
CC – Para el que escuche, así sea mi tía de 96 años.
RK – Pero tienes conciencia de que esto reduce esta conversación a un grupo muy pequeño ¿te importa?
CC – No, yo conozco mi audiencia, es una pregunta profesional, yo se quien es mi audiencia, pero “¿para quién hablo?” es para el que escuche, y el que escucha no es parte de mi audiencia, el que es parte de mi audiencia es el que compra el producto, el que lo disemina, pero el que escucha yo no se quien es, es otra historia, cuidado, aquí me puse en profundo.
RK – Y probablemente sea otro.
CC – Pero yo no lo controlo. Los ojos que tú ves no son ojos porque tú los mires, son ojos porque te ven, otra vez: los ojos que tú ves no son ojos porque tú los mires, son ojos porque te ven. Tú no controlas la recepción, tu controlas tu público que es diferente, pero hablar al pedo me parece sensacional, y en ese sentido respeto a Mallarmé, quiero decir, no hay que decir con fulano puedo hablar y con mengano no, de pronto con mengano voy hablar y le voy a destrozar el cerebro, ok, y otro no me va a escuchar pues, pero hay que ver si la pregunta es política –política circunstancial- o es profunda, la respuesta política ya te digo, yo conozco a mi audiencia, si la pregunta es profunda, profunda, no se, no se para quien le hablo, no tengo idea, hablo por el lenguaje o el lenguaje habla a través mío, yo que se chico, no tengo idea, ¡pero me importa un carajo!
RK – Enantes veníamos hablando de cómo en tu reciente presentación en Chile decidiste concientemente traicionar lo que aparentemente tenías como un determinado precepto, que es el no hacer uso o sacar caballaje de tu vivencia de activismo político para amplificar la resonancia o significancia de tu obra. ¿Por qué o por qué no hacerlo?
CC – ¡Hay que madre! Porque imagínate, te pones en Europa a contar las penas de que te pegaron y torturaron, de que fuiste desaparecido, y ya se acarrea con eso para siempre, y toda tu estrategia estética-artística queda condicionada a tu condición traumática, a que tu mamá no te quería, tu papá se divorció, tu tía era alcohólica, Pinochet no te quiso, entonces te sicoanalizan, y mi operación está por sobre el lenguaje, entonces en cuanto menos exista la personalidad de Capelán pero más se ofrezca, se ofrece chico, porque el tipo Capelán no te va a hablar de él, entre amigos y vinos sí, pero públicamente –te hago el autorretrato, el Yo, la pose subjetiva- pero nunca hay una indicación íntima, hoy día se hace arte desde lo demasiado contextual individual, entonces el hecho de tener una mamá lesbiana te legitima una cierta práctica artística, es así, bueno en mi caso no digo que para bien o para mal pero no es así, no.
RK - ¿Qué tan político consideras tu práctica artística?
CC - Lo más que puedo, yo sigo cometiendo los parricidios posibles, lo que yo hacía no parecía arte, y hoy día todo el mundo se esfuerza por producir algo que no parezca arte, entonces creo que caemos en la trampa modernista de expandir las nociones de arte, entonces yo hoy día me estoy preocupando de que lo que hago parezca arte, eso forma parte de mi performance, yo quiero que parezca arte.
RK – Yo creo que dentro de tu misma producción hay una diversidad tremenda, hay cuestiones las cuales denotan un compromiso con más inflexiones que otras que tienen cierto regodeo estético y que van por otro lado.
CC – Efectivamente eso es cierto, pero hay varias cuestiones, hay gente que hace carrera diciendo “mi vanguardia es más grande que la tuya”, entonces Capelán desmaterializó objetos, contextualizó, hace una cosa performativa, patatín patatán, no. Yo voy a hacer un cuadro –hoy día, después de viejo ah-, un cuadro pintado, voy a hacer el fondo, voy a poner luces, voy a ejercitar el texto en el cuadro, voy a sacar el cuadro de su soporte natural, voy a pintar con leche materna, voy a hacer el performance, voy a hacer el texto, y voy a contradecir cualquier tipo de manifestación única estética en toda la obra que hago, la obra mía tiene que ser totalmente idiota, es como si fuera hecha por un débil mental, no tiene yo central por el cual se explica, yo no quiero ser consecuente nada más que con lo político y lo interior, nada más, no quiero ser consecuente con ninguna estética del yo, el tipo que le gusta jugar siempre de la misma manera, me parece genial, fenomenal, pero yo no, voy a hacer algo con una hoja de mango y después voy a hacer arte relacional, y voy a proponer que mi vecino cambie de habitación conmigo, yo he hecho obra con chicle mascado basándome en la colectividad, he hecho obra por teléfono móvil, y también quiero hacer el cuadro y quiero hacer grabado, y también quiero hacer escultura en bronce…
RK – Pero también hay obras en la que es evidente la persistencia de ciertos leitmotivs o símbolos visuales…
CC – No, no, pero eso es muy raro, fíjate: en un momento dado cuando yo estaba trabajando conseguí un dibujo que era muy personal -o una obra que era muy personal-, y entonces la gente decía eso es un típico Capelán, me decían “yo no le vi la firma pero me di cuenta de que era un Capelán”, y yo me dije la cagué, como un Picasso, la cagué, entonces tomé la decisión de repetir por un período de diez años un conjunto de 25 dibujos que –no estaban elegidos- estaban en un block, en unas hojas de papel, los elegí y bueno por diez años voy a producir dibujos pero no voy a diseñar un dibujo nuevo, voy a repetir esos dibujos desarticulando la noción de que cada dibujo es una opción “genial” del artista creativo, voy a destruir a través de la gestualidad la gestualidad, y por diez años, tipo monje eh, -la gente ya decía Capelán está acabado, se repite a sí mismo, patatín patatán-, y después la gente va a coleccionar los cuadros que tienen manos, los que tienen figuras con espinas o los que tienen cabezas, yo esa película la he visto.
RK – Justamente lo que hablábamos en la galería más temprano, cuando te decía que mediante un gesto afirmativo estás increpando las propias lógicas de lo que estás haciendo.
CC – Totalmente, insistiendo en él, cuando tú haces un autorretrato, un autorretrato es la última mistificación del arte, el artista se ve al espejo y captura su propia mirada mirándose a sí mismo, y capta esa mirada en la cual se capta a sí mismo, es el conducto interior más directo entre el yo y el artista, es el narcisismo extremo, entonces hay un estado de coito sicoanalítico en el cual el artista se va y el público ocupa el lugar de la mirada del artista mirándose a sí mismo en ese espejo, hay una fascinación del autorretrato, sobretodo del autorretrato que se hace como dibujo no como pintura, cualquier comemierda te va a decir que los bocetos de Rembrandt son más auténticos que sus pinturas o que los bocetos de Van Gogh que son autorretratos son mejores que sus pinturas en términos de profundidad espiritual, ok, entonces yo he hecho dos, tres o cuatro y los voy a repetir 2,500 veces, grande así, chiquito así, dado vuelta, elongado, y estoy desarticulando toda esta noción de que el Yo comienza aquí y termina aquí, la noción de Leonardo, yo soy el centro del mundo …durante diez años hice la penitencia del monje que repitió estas figuras, y vino la crítica: “Capelán está acabado, que las figuras son las mismas, que lo único que cambia es el soporte, etc.”, bueno, ya pasaron los diez años, ahora, sigo repitiendo las figuras pero meto figuras nuevas, regreso a una pintura gestual, de personas, le meto una obra literal, conceptual, de palabras, y la operación no es como lo proponía el modernismo de una estética que supera a otra, o que suplanta a otra, sino que el ejercicio de la libertad estética para articular un discurso en el cuál las contradicciones están incluidas, no es difícil entender lo que digo, pero estás generando una obra que incluso está llena de contradicciones formales, claro que sí, yo ahora traje para la Galería dpm pintura que es expresionismo, y es de la figura gestual, y son dibujos únicos, super dura, con un par de palabras superpuestas, y me cago mucho en la bocha de serle fiel a una estética trademark, lo mío es un ejercicio, ahora cuidado, lo que pasa es que tengo oficio, y se pintar, se instalar, se dibujar, se hacer un montón de cositas con el oficio, el oficio siempre legitima entiendes, entonces esa es la trampita que tiene…
RK – A mi me parece fabuloso que tu estés haciendo un uso “perverso” –si cabe el término- del oficio.
CC – Totalmente, y lo que me preocupa es la organización del conocimiento en el lenguaje.
RK – Y teniendo en cuenta ese oficio y su función como un dispositivo que logra ciertas predisposiciones del público en su recepción.
CC - Forma parte de mi materia, venga, “give it to me”, venga dámelo, y ya te voy a poner mañana un comunicado del postcolonial [del Post Colonial Liberation Army (rematerialización)] alado de un cuadrito súper bien portado, con madreperlas y cosas y dibujitos y todo lo que tu quieras, y con su carguita conceptual además de “yapa”, entonces yo cuando presento estas cosas en Europa la gente salta por los alambres y dice “ya dejamos de entender lo que hace, porque no es una estética limpia”, no, no es una estética limpia, es impecable, impecable porque es sucia…[yo detesto la obra de artistas] que son la expresión última del buen portado modernista, subido al carro posmoderno y todo lo que tú quieras, pero con una consecuencia hacia el mercado tanto ideológico como comercial donde no hay sorpresa, nunca va a haber la menor sorpresa, y no hay deconstrucción en la obra…[no se escucha] dispara, “shoot”, ven a mí, no hay problema, [hay obras] que son blindadas, son estéticas blindadas, sabes lo que estoy hablando no, a mi me parecen de un formalismo jerárquico y además de una monumentalidad del Yo que no tiene sentido, tú sabes que nuestro Yo es una creación, el Yo no existe, es una [no se escucha] sobre una corriente de impresiones, y además estamos conectados con mil cosas, es imposible concebir un Yo –un Self- que no sea rizomático, que no vaya para todos lados al mismo tiempo, en mi obra yo tengo que poder ser idiota, inteligente, súper sharp, distraído, inconsecuente, consecuente, y conseguir un registro que no tiene que ver con el Yo, tiene que ver con las relaciones de poder, claro, no es cualquier cosita, pero la estrategia es una estrategia anárquica.
RK – Tú la tienes muy clara…
CC –…chico, tengo 58 años de estar jugando en esta historia.
RK – ¿A nivel de ejercicio hermenéutico te has cruzado con gente que aborde tu obra desde perspectivas que de repente no tenías tú previstas, y que sin embargo te hayan hecho meditar sobre tu propio trabajo? La segunda parte de la pregunta es lo que me interesa.
CC – Sí, uno es Nikos [Papastergiadis], porque él metió un elemento de la obra humanista, y habla de la obra de Capelán como colaboración, y ahí me sacó la madre porque yo entiendo de que hay una colaboración con el público –si no hay público para mi no hay obra- y entender de que el ejercicio de la cultura es más importante que la cultura, ahí Nikos me sacó la madre porque proyectó una lectura más allá de mi persona, como ejercicio creativo, que fue muy enternecedor leerlo la verdad, y después hubo un chico joven español –David Barros- que destacó lo que yo leo como una carencia de la obra, que me parece que tiene razón, y me pareció bien y que me tomó por sorpresa…[otros] han terminado haciendo un homenaje al yo del artista que no es la cuestión aquí, el problema es el ejercicio del lenguaje, como yo lo veo no?...lo que pasa es que –a mi me pasa- que a veces charlas con amigos y colegas y se generan momentos muy lindos, yo creo que el texto es un “daño colateral”, como la obra, un daño colateral, mmm, ya vez que estoy vacilando [sonríe].
RK – ¿Disfrutas que la gente elabore en torno a lo tuyo?
El problema es que terminan siempre en la heroificación de la persona, y el problema es las estrategias del lenguaje ¿me entiendes? El problema es que siempre terminan hablando del artista y a mi eso me molesta, el problema es: ¿en qué condiciones lo contemporáneo lleva a un huevón llamado Capelán a generar estas cosas como resultado de lo que somos? me parece que en el análisis contemporáneo debería trascender el yo del artista y hablar sobre la condición contemporánea, me parece que tiene que ser así, y de pronto te encuentras con gente que te escribe un texto y está dando examen, te utiliza a ti para hacer lujo de citas de Baudrillard y de esto y aquello…entonces el pie de texto es como aquella carajada, infinita y que hincha las pelotas, pero de pronto yo [hace una pausa] ya vez que vacilo no?
RK – Amén. Ahora si vas a comer. (fin de grabación)