sábado, septiembre 29, 2007

Óscar Santillán - El Arrastre

Para ver un clip de El Arrastre seguir el vínculo:














EL ARRASTRE



Repetición de un monumento que no se ha hecho



2006-2007



Proyecto de intervención pública por Oscar Santillán




1. Introducción




En 1961 se instaló en Guayaquil el conocido monumento dedicado al Gral. Eloy Alfaro, realizado por el escultor Alfredo Palacio y el arquitecto Rafael Díaz. Debido a la importancia que ha ido cobrando este monumento en el imaginario nacional y al relativo aislamiento que sufrió la zona donde estuvo ubicado se decidió trasladarlo a una de las entradas a la ciudad, frente al Puente de la Unidad Nacional




Vista del monumento en el lugar donde estuvo ubicado por varias décadas y del que fue removido a inicios de 2007.



Sin duda que la prominencia de la figura de Alfaro, líder de la revolución liberal de 1895 y emprendedor del moderno Estado Nacional ecuatoriano, se ha ido acrecentando con el paso del tiempo, basta citar que en el 2006, en una votación nacional impulsada por un canal de TV local, el General obtuvo el apoyo mayoritario para ser nombrado El Mejor Ecuatoriano de todos los Tiempos. Hoy, de polo a polo, de derecha a izquierda, todos se declaran alfaristas; es lo deseable, lo esperado, lo políticamente correcto.



Al recordar que Alfaro murió linchado (digamos, de muerte natural) puede pensarse en la extraña manera cómo funciona nuestra memoria. Existe la sospecha de que nos complace una imagen del pasado como una postal memorable, congelado, para evitar descubrirnos cómplices de un delito prolongado. Se sospecha que añoramos aquellos buenos viejos tiempos de caballeros distinguidos y devotas damas, de distinguidas hogueras y devotos huasipungos; de tradiciones y traiciones (siempre reactualizadas).



Es difícil afirmar que el pasado pueda servir para algo, la Historia es un mito sin alumnos. Si el siglo anterior estuvo lleno de certezas quizás debamos probar a llenar de dudas este en que vivimos, quién sabe, quizás seamos capaces de inventar respuestas más dignas, más pequeñas, insignificantemente nuestras.



2. Descripción del Proyecto



El Arrastre es una propuesta para repetir un monumento que aún no se ha hecho. Este proyecto es una revisión, una versión de un monumento ya existente, de modo que se ha procedido prácticamente a copiar, a calcar el original. Únicamente se la ha introducido una ligera modificación, la figura del Gral. Eloy Alfaro aupado por la multitud, guiándola, en el monumento original, en esta versión ha sido reubicado en la parte posterior-inferior, siendo arrastrado por la misma multitud. Vale apuntar que también la escultura del General ha sido reproducida con exactitud respecto al original variando únicamente su posición e inclinación.






La maqueta de El Arrastre será exhibida en un espacio público de la ciudad de Guayaquil. La aspiración del proyecto evidentemente es que se construya este monumento.









Para la realización de la maqueta se tomó como referencia fotografías de archivo de la maqueta original del mismo, de autoría de Alfredo Palacio, y al propio monumento. Luego del largo proceso de modelado se obtuvo un molde del cual se extrajo la maqueta final (el positivo) en resina plástica que se exhibirá sobre una mesa blanca de trabajo en La Bahía, los días 28 y 29 de septiembre, considerado el mercado popular más grande del país, el mismo que ha sido seleccionado por dos razones:



- Por ser un espacio de intercambio comercial en el que convergen varios estratos de la sociedad, que incluso surte de mercadería a comerciantes de provincias. Así, se considera que los pequeños espacios vacíos que existen y que a diario son usados por predicadores protestantes y personajes curiosos, como podio de sus exposiciones verbales, presentan un potencial como espacio de intercambio de ideas inserto en un contexto de intenso comercio, donde lo simbólico es pertinente y necesario.



- Las estrictas normativas de uso del espacio público en Guayaquil dificultan que la calle, la vereda, sirvan de sitio natural de encuentro y debate para improvisados foros ciudadanos, para discusiones cotidianas sobre intereses comunes, desde fútbol hasta el chisme del día. En este contexto la Bahía se muestra como un espacio de relajamiento de esas normativas dentro de la ciudad, dando pie a que El Arrastre sea presentado a consideración en un espacio con estas características y no en una suerte de evento narcisista con los rituales y complacencias del caso.



3. De la maqueta al monumento



El presente documento ha sido entregado al Gobierno Nacional de la República del Ecuador y a la M.I. Municipalidad de Guayaquil, para que en caso de presentar real interés en construir este monumento sean ellos, o uno de ellos, quienes busquen la mejor ubicación posible para la realización de El Arrastre. Sin embargo es muy claro que el protagonismo del proyecto está en el debate ciudadano más allá de las respuestas oficiales.



Este proyecto se ha dado a conocer a la ciudadanía por medio de la maqueta instalada en la Bahía, por el blog en internet www.blogspot.elarrastre.com y por medio de boletines de prensa que se espera permitan socializar esta propuesta, que ha venido desarrollándose desde un año atrás. Preguntas y comentarios se pueden hacer llegar al e-mail elarrastre@yahoo.com que se encuentra habilitado actualmente.




http://elarrastre.blogspot.com/


































ARRASTRANDO A ALFARO


X.Andrade



*al aire por www.radiotropicana.com.ec en octubre 3, 2007



Guayaquil, Viernes, septiembre 28 de 2007. El tiempo ha llegado. Una campaña política equivalente a meses ininterrumpidos de escuchar propaganda en la radio y de verla continuamente en televisión durante varias semanas ha terminado finalmente al inicio de este mismo día. El principal referente, el nombre y la imagen de Don Eloy Alfaro –líder histórico de la Revolución Liberal (1865-1895) fueron citados reiterativamente. Desde bancadas opuestas, las narrativas visuales o textuales colaboraron al posicionamiento de Alfaro como un símbolo actualizado. De hecho, me atrevería a pensar que, desde su muerte en Quito como producto de su linchamiento en 1912, nunca Alfaro ha sido tan ampliamente referido en la esfera pública como ahora, un siglo después de haber sido arrastrado a lo largo de la ciudad de entonces e incinerado en una pira, en lo que ahora es un parque. Nunca me ha dejado de parecer un tanto macabro que el lugar de los hechos se halle marcado precisamente por la escultura de una antorcha cuando convertido en una humana fue el propio Alfaro. Hay una cara definitivamente obscura en ese símbolo de libertad que también decora su tumba en el Cementerio General.



Esta “hoguera bárbara”, como la llamara para la posteridad el literato e historiador Alfredo Pareja Diezcanseco, no fue, al contrario de lo que la memoria colectiva sobre ello y la referencia sugiere, un acto singular. De hecho, los descuartizamientos tuvieron lugar casi simultáneamente en otros lares y fueron aplicados a tantos otros líderes revolucionarios. Frente a la Plaza de San Francisco, paradójicamente junto a una matriz de la transnacional de comida chatarra Mc Donald’s, por ejemplo, fue quemado Don Pedro Montero. El mundo de las ironías que componen las ruinas de una ciudad, por supuesto, es inagotable: en su homenaje, está colocada en la fachada del edificio de una estación de bomberos una pequeña placa eregida por sus familiares en fechas posteriores, transformándola en el único rastro que queda de esta arqueología del fanatismo, una historia digna de ser excabada para entender el impulso sectario y el lenguaje de odio que, muchas veces, informan las actuales nociones políticas de “guayaquileñidad”.



Así como el General Montero no habrá alcanzado a imaginar que un Sábado al mes el show de niños del payasito Ronald Mc Donald sería su forma más próxima de reiterado homenaje, tampoco el General Alfaro podía anticipar como está siendo arrastrado de territorio en territorio. Alfaro está teniendo sus quince minutos de renovada fama, al punto de estar siendo inscrito en el campo del kitsch político en el Ecuador contemporáneo como resultado de la reproducción mecánica de su imagen y discursos. Para ello, por supuesto, varias suertes de manipulación emergen desde izquierdas y derechas por igual. Desde la erección de la sede de la Asamblea Constituyente en Montecristi, que incluye en su diseño al propio rostro del General a la manera de un enorme convidado de piedra al festín de su memoria, pasando por la toma televisiva de su figura a la manera de adorno de repisa en el espacio doméstico de uno de los mayores opositores del actual regimen, hasta verse estampado en gorras, bandanas y banderas cuando no es citado a carajazos. Alfaro ha sido resucitado, advierten.



Alfaro está siendo nuevamente arrastrado, sugiere directamente la nueva obra de Oscar Santillán. Alfaro está siendo nuevamente arrastrado desde el taller artístico del colectivo La Limpia hasta una intersección en plena Bahía de Guayaquil, ida y vuelta al mercado formalizado de bienes piratizados más grande del país durante tres días. Allí, en un espacio delimitado naturalmente entre un bloque de kioscos, una maqueta que reproduce literalmente al mayor monumento eregido a la memoria del líder liberal en la ciudad, aquél cuyo traslado fuera motivo de un conato que incluyeron acusaciones de corrupción en el gobierno pasado, viene siendo instalada sobre un precario mesón blanco. Los vendedores de la zona, quienes, poco a poco, empiezan a ver a este nuevo objeto como parte de su paisaje comercial y los compradores usuales no dejan de hacer sus comentarios. Ellos, a veces, son solamente una mirada silenciosa, sospechosa. Algunos inquieren sobre el costo de la obra, muchos especulan sobre el material utilizado como tratando de asir la historia desde lo físico de la pieza, otros preguntan por “el maestro” que la hizo situándola en un territorio liminal entre el arte y el comercio del contexto, unos más debaten sobre qué mismo trata la obra al enteramente desconocerla.



Hay sin duda aquellos que identifican a su referente real directamente: el monumento que fuera reubicado a la entrada de Guayaquil, notando la única variación realizada por Santillán. En la maqueta de resina, Alfaro no está siendo impulsado por las masas y encabezando una gran ola que lo llevaría al triunfo de la Revolución Liberal, como la escultura original de Alfredo Palacio lo sugiere, sino que esta vez está siendo arrastrado por ellas. De seguidores y revolucionarios quienes lo apoyan en el monumento ahora se han convertido en sus ajusticiadores en la maqueta. El cambio es tan obvio, pero al mismo tiempo tan sutil que hay quienes no constatan la diferencia. El clímax al cerrar de este primer día de la instalación del objeto en la Bahía es cuando la obra debe ser removida para volver al taller del artista, operación que cautiva la atención de una docena de curiosos. Un guardia, voluntario colaborador del callejón donde está siendo exhibida, la lleva al hombro hasta el taxi en donde será transportada esperándola en pleno Malecón. Y las miradas de los vendedores y paseantes, atrapados entre callejones, termina siendo testiga de un nuevo evento: ya no se trata de una procesión del ícono religioso de algún patrono de los mercados sino del arrastre metafórico de la más reciente encarnación del General Alfaro, ahora objeto de homenaje y sacrilegio, simultáneamente.



La maqueta de Santillán opera, desde su poderoso nuevo reducto en un callejón perdido de la Bahía, como una maquinaria de imágenes dialécticas, un dispositivo, un artefacto también pirata que habla de una piratería de ideas mucho más larga. Hay una fuerza atrapada en la memoria de los monumentos, de aquellos que la Municipalidad se ha encargado de vandalizar con su “guayaquileñidad” abanderada en los últimos meses. Hay algo en mí mirada que tiene que ver con momentos distintos pero concatenados … hay unos campesinos negros y anónimos del ejército de Carlos Concha Torres luchando lo que quedaba de la memoria de Alfaro en las selvas de Esmeraldas hasta 1916 y poniendo en jaque al gobierno del pelucón y traidor Leonidas Plaza Gutiérrez; hay un Abdón Calderón Muñoz asesinado a fines de los setentas a manos de un militar criminal de apellido Jarrín Cahueñas y sus sicarios, vuelto a eliminar políticamente por el inefable Fabián Alarcón una década más tarde; y hay un Eloy Alfaro, ahora y por un siglo, siendo trágicamente cercenado.



Hay una calidad en la mirada, hay algo, una pregunta, una tensión, una sospecha por un segundo que parece un minuto, varias horas, un par de días, que tienen que ver con el poder del arte fuera del contexto del arte: con la arqueología de la ciudad, con la vacuidad de la política, con la miseria de la Historia y con el terror del Estado.


martes, septiembre 25, 2007

Graciela Guerrero - intervención


Un extraño fenómeno acontece en Guayaquil, cientos de vehículos se engalanan de simpáticas calcomanías que detallan con encanto a los integrantes de cada familia...

...como parte de la serie Tránsitos la intervención de Graciela Guerrero añade un pequeño giro a aquella práctica:





miércoles, septiembre 19, 2007

George Febres por X Andrade

GEORGE FEBRES:

DE ARCHIMBOLDO Y JULES LAFORGUE A GEORGE OHR Y ANDY WARHOL

X. Andrade, en celebración de otro cumpleños y otro año de silencio sobre su legado

El 10 de septiembre se celebran 64 años del nacimiento de George Febres (1943-1996), artista visual nacido en Guayaquil y fallecido en New Orleáns, donde adquiriera celebridad debido a sus enormes contribuciones a la escena artística local y regional entre los años setentas y noventas.

Curiosamente, su fama no trascendió en su país natal debido a la magia de la burocracia y el prejuicio. Trabajando a espaldas de lo que ocurriera en el arte en Ecuador en su calidad de migrante o autoexiliado, Febres nutrió su obra –calificada como “neosurrealista” por diferentes críticos en Estados Unidos— directamente de (1) pintores clásicos como Archimboldo, (2) del arte pop de los sesentas y setentas, y (3) de distintas influencias locales del Sur Profundo. El conjunto de estas influencias estuvo atravezado por (4) una práctica de nostalgia selectiva sobre Ecuador, y, (5), todo ello, fue precedido por un ejercicio humorístico entre el lenguaje verbal y la imaginería visual.

(1) Archimboldo fue una influencia directa en los retratos realizados por Febres a manera de litografías, quizás la forma más depurada de su arte puesto que muestra la pulcritud y la obsesiva búsqueda por la perfección en los trazos, siendo estas dos prácticas las que influyeran mayormente entre sus seguidores. Sus retratos están construidos en la confusión de distintos planos, los mismos que generalmente incluyen seres que simulan ser gusanos, arqueólogos naturales de la descomposición de quienes fueran sus heterogéneos modelos (desde Hitler hasta Robert Indiana).

(2) Su celebridad mayor se debió, sin embargo, a las contribuciones logradas con piezas de raigambre pop. De hecho, su escultura funcional “Alligator Shoes” –datada en los setentas- lo condujo a obtener sus propios quince minutos de fama a nivel nacional en Estados Unidos. Cuando se cumplieran los 25 años de esta obra, el New Orleáns Museum of Modern Art (NOMA) editó una estampilla conmemorativa, un homenaje a alguien quien, como Febres, había estilizado su propia persona pública al mejor estilo de uno de sus ídolos, Andy Warhol. Como galerista, artículo a artistas nóveles y generó un movimiento, Visionary Imagism, a su alrededor, único en la historia de la región.

(3) New Orleáns y el Sur Profundo marcaron la obra de Febres a dos niveles: elementos paisajísticos, y, principalmente, la excéntrica persona y el legado escultórico del ceramista de Mississippi, George Ohr. Como Ohr, Febres estaba preocupado por generar distintas capas de movimiento en su obra gráfica y escultórica. Asimismo, la imagen de Ohr, famoso por autoretratarse con su pelo y mostacho engominados con miel para simular movimiento y caprichosos choques con el viento, inspiró a Febres en sus propios autoretratos.

(4) Ecuador se expresó en la apelación a lazos de parentesco que sirvieran para apuntalar un aura aristocrática alrededor de la persona de Febres. Sus parientes, desde santos hasta ex-presidentes, fueron fuente directa de inspiración para sus proyectos más arriesgados. De hecho, Febres curó una muestra sobre el Hermano Miguel que contó con la colaboración de 40 artistas de la región, y un esfuerzo similar dedicado a León Febres Cordero quedó encaminado antes de su muerte. A nivel iconográfico, la banana fue un recurso recurrente en su trabajo, elemento que habla igualmente de su condición gay.

(5) Finalmente, el arte de crear asociaciones insospechadas entre términos del lenguaje por el mero hecho de su coexistencia en una frase (verbal puns) fue elevado a su obra artística estableciendo un continuo con los elementos visuales o materiales que la componían (visual puns). Está fue la clave de George Febres: humor, un sentido que, siendo nacido del impulso de traducción del inglés a su idioma nativo en tanto inmigrante y de la influencia de su pariente materno, el poeta simbolista Jules Laforgue, fue ingeniosamente manipulado tanto para definir el carácter del conjunto de su obra (los títulos son frecuentemente hilarantes), cuanto su performance cotidiano como socialite en New Orleáns.




Imágenes tomadas de Febres, George (1994), Jest For The Pun Of It: Thirty Years in America. New Orleans: Galerie Jules Laforgue, 47 pp. Una publicación del propio Febres dedicada a celebrar sus treinta años en Estados Unidos: “no es un catálogo, ni una retrospectiva, ni una nueva obra, ni una vieja obra, ni una obra representativa”.

Imagen 18: Con Andy Warhol en el apartamento de Tina Freeman. Foto de David Richmond, 1978.

Imagen 30: Andy as a Banana, 1987. prismacolor on Arches, 20 x 20 inches. “He is my all-time hero”.


Imagen 16: George Ohr, 1984. graphite on Arches, 26 x 17 inches.
Imagen 4: Hitler, 1975. graphite on paper, 19,5 x 17,5 inches. Colección de Idi Amin Dada. Chad, Africa.


Imagen 1: But what if I don’t become a legend, 1986. graphite on Arches, 14 x 17,5 inches. (autoretrato). Colección de Eric DeLaune. Gulfport, Mississippi.