miércoles, agosto 27, 2008

¡Clásicos Contemporaneos! - "José Miguel Alvear Lalley" - 1998






José Miguel Alvear Lalley (1998) - Miguel Alvear

“Esta obra la produje para una expo que organizó Alexis Moreano, Lupe Álvarez y Pepe Avilés en el Pobre Diablo, si no me equivoco 1998. La muestra se llamó A Dios rogando y con mi retrato andando. Invitaron a "fotógrafos" a trabajar auto retratos... En esa época discutíamos mucho acerca del uso limitado o estrecho del medio fotográfico, quiero decir que no veíamos en los fotógrafos locales intenciones de salirse del formato foto/papel/paspartú. A mi me gustaba la idea de, -era una manera de reírme del "oficio"-, que mi foto no la tome yo ni ningún fotógrafo pero una máquina operada por un burócrata que sólo tenía que preocuparse de que mi cara salga en el cuadro. Luego la idea de los tipos que asumo tiene que ver con, en ese entonces, el reconocimiento por parte del Estado de cuatro grupos raciales en el Ecuador: blanco, mestizo, indio y negro. Me preguntaba si uno se ubica en una de estas categorías o si el Estado te la asigna. Me preguntaba qué pensará un Waorani o un Zápara sobre estas categorías ya que sus nociones de raza o etnia son muy complejas y diversas y el Estado ecuatoriano termina metiendo a todo “lo indio” en el mismo saco racial.

También me preguntaba si el Estado tiene la potestad de decirme cómo me tengo que ver o cómo tengo que lucir. Concretamente, en el caso de los travestis o personas que han tenido operaciones de cambio de sexo y tales, el Estado les diría "no, usted es hombre y debe verse como hombre". Hace pocas semanas me enteré que la comunidad GLBT acaba de lograr que el reglamento se modifique de modo que puedan hombres de nacimiento retratarse como mujeres. Esto acaba de ocurrir este año recién…

La foto de la mujer negra me la hice con tramitador porque me ahuevé a quedarme en la cola. Los hombres me piropeaban y otros me insultaban y pensé que iba a llamar demasiado la atención de las autoridades. Entonces contraté un tramitador y evité la fila....(corrupción en el arte)… ¡Con la primera y la tercera cédula, con la del blanco y mestizo, aún cambio cheques!”

Miguel Alvear, correspondencia enviada a Rodolfo Kronfle Ch. (2008)


“Miguel Alvear, otro artista inquisitivo en los tòpicos de la agenda social, presentó en los marcos del proyecto InvadeCuenca7 un curioso autorretrato. Tramitó cuatro cédulas de identidad reales, en las que con sus datos oficiales de existencia, aparecía él mismo vestido de mujer negra, indígena otavale¬ño, burócrata y hombre común. Había acudido disfrazado a cuatro oficinas del Registro Civil, con el pretexto de pérdida de su documento. Cédulas en mano, las hizo ampliar, y las colgó a la manera de persona extraviada en el portal de la Superintendencia de Bancos. Además de todos los cuestion¬amientos a la institución que podían derivarse de aquellas extrañas identificaciones autenticadas, el contacto con la gente despertó una gama de reacciones que, recogidas, eran más elocuentes que cualquier survey de opinión pública sobre la actitud de la gente común hacia los problemas del país. La vista de tan curiosos documentos daba al espectador la oportunidad de suponer todo lo que estaba detrás de aquella farsa, dejando en cueros a la institución pública”.

Lupe Alvarez, en Ni local ni global.


“Entre las propuestas que merecen ser nombradas está José Miguel Alvear Lalley de Miuel Alvear, localizada en la arquería de la Superintendencia de bancos, y que consistió en la ampliación de sus cuatro cédulas de identidad tramitadas en distintos registros civiles del país. Echando mano de estereotipos raciales y sociales, en las fotografías de la cédula Alvear aparecía disfrazado de otavaleño, burócrata mestizo, blanco con educación superior y ama de casa de raza negra. Ciertas señas y datos ‘verificables’ (nombre, número de cédula y huella) se contraponían a las diferentes firmas y retratos. La precariedad institucional, la discusión delas identidades, así como la freagilidad de los parámetros que definen a la cédula como ‘documento único de identificación vigente hasta la muerte del titular’, son algunas de las ideas que movía esta propuesta.”

María Fernanda Cartagena, en “Galería Madeleine Hollaender, 25 años” (2003)


“ (Miguel Alvear)... se ha ocupado por deconstruir las representaciones racializadas generadas por el discurso de Estado-Nación ecuatoriano (representaciones que encontramos obsesivamente materializadas en las formas clasificatorias del museo), desde lugares donde se manifiesta el presente y la cotidianidad. Las interacciones sociales generadas a través de prácticas informales y de subsistencia, las negociaciones imaginarias establecidas en la movilidad global de los sujetos hoy, configuran en este artista lugares transitorios o intersticios que desestabilizan la discursividad ubicua de la institución.

En Señas Particulares explora las nociones de identidad nacional a que apela el Estado ecuatoriano mediante la clasificación étnica, tramitando cédulas de identidad en registros civiles de distintas ciudades bajo la personificación de tipos como ‘otavaleño’, ‘buirócrata mestizo’, blanco con educación superior’, y ‘ama decasa negra’.”

Ulises Unda, en Arte Contemporáneo en Ecuador (2007)

"Michael Alvear realizó para esta muestra lo que sería su obra más aplaudida del año pasado. Ligó con la convocatoria un proyecto individual que venía pensando desde al menos un año antes, cuando quisimos hacer una muestra acerca del llamado a elegir la Asamblea Nacional Constituyente. De todos los participantes de A Dios rogando..., Alvear fue casi el único (junto con Bibliowicz) que no accionó el botoncito que opera el obturador en la cámara para hacer su autorretrato: lo suyo fue una acción artística que provocaba a otro(s) fotógrafo(s) lo hicieran por él. El resultado fue la edición de cuatro cédulas de identidad reales (documento único de existencia oficial), en las que aparecía travestido de negra, otavaleño, burócrata típico y biólogo profesor de la Sanpancho. Se hizo fotografiar en cuatro oficinas distintas del Registro civil con un disfraz para cada ocasión, argumentando que había perdido la cédula en cada caso. Lo suyo despertaba la reflexión sobre la convocatoria de la muestra (¿qué se requiere para que un autorretrato sea tal? ¿quién es el verdadero autor de las fotografías?) tanto como sobre la constitución y asunción de la identidad en nuestro país (variable, paseante, acomodaticia, divertida... ¿quién es la persona detrás de la imagen que me presenta?), así como sobre los modos de reconocimiento oficial de la existencia ciudadana (¿cuánto le importa en verdad al país quién soy y cómo soy?). Logrado y plausible, su trabajo jugaba y jodía con el arte, la institucionalidad civil de este país sobreburocratizado y de vocación militar, y con el sentido de la muestra misma. "

Alexis Moreano (1999)

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