jueves, agosto 08, 2013

ITAE: Cantera y Agencia en Guayaquil


ITAE: Cantera y agencia en Guayaquil.

A veces me armo de dilemas mentales en Río Revuelto por aquella cosa conocida como “criterio editorial”. Cuando inicié este proyecto/archivo hace más de diez años sentía que había un déficit de contenidos, era difícil detectar un número nutrido de muestras que valía la pena registrar, aquellas de artistas propositivos, los que estaban renovando el campo artístico local, los que se preocupaban de  procurar algún tipo de enunciado curatorial a través de la producción de textos que acompañen las exhibiciones…no siempre se encontraba todo esto junto pero de lo que se trataba era de dar cuerpo, o al menos ir delineando a la escena emergente. Recogía por partes iguales tanto a los artistas más establecidos como al “arte joven”, aquella incierta categoría cada vez más en desuso.

Una vez consolidada la escena, y con un grupo de artistas activos cada vez más amplio, me cuesta un poco ponderar todas las actividades que acontecen, particularmente las de los estudiantes del ITAE: aunque esta página nunca ha tenido como propósito ungir a nadie de cuando en cuando flotaba en el ambiente, como rumor de la conciencia gremial, en tono de severa institutriz alemana, un conocido reproche que sonaba como “Herr Krrrroonfle cuidaaaado connn la legitimaciooón temprrrraaaana!!!”.

Pero este año he notado una aceleración particular, he visitado varias muestras de artistas en ciernes (casi todos son nombres con los cuales manejo vínculos aún distantes), si bien no he sufrido el rapto de emociones desbordantes sigo con mucho interés lo que ocurre, es aquí justamente donde hay que poner atención no tanto a las obras en sí -que pueden carecer de resolución formal o densidad semántica aún-, sino al conjunto de condiciones que hacen que estas produzcan sentidos, a aquel marco simbólico donde cada cual se define y se pronuncia. Es entonces, como un todo, que se puede caracterizar ese cuerpo de experiencia para comenzar a analizarlo. Tarea en proceso que uno maquina permanentemente, que confirma algunas sospechas y matiza las hipótesis ya esbozadas. El arte es escurridizo, por eso fascina y desespera, apenas uno le calza un corsé para ceñirlo se nos chorrea por las costuras.

De todas estas exposiciones rescato además dos valiosísimos aspectos. El primero es la lista cada vez más extensa de nuevos productores que se proyectan. El segundo, y más importante, reside en la facultad de agencia que están demostrando. Creo que en esta capacidad de actuar hay una conciencia de que nadie va a estarles brindando ayuda especial, “descubriéndolos”, y que si quieren mostrar lo que hacen deben hacerlo por iniciativa propia, gestionando y labrándose sus oportunidades de visibilidad por sí solos. Tienen a favor la avidez de un mercado incipiente que comienza a tomar riesgos, de un público cautivo de sus propios pares que crece cada vez más y de mecanismos de difusión de sus propuestas que están reconfigurando el sistema. Salvo alguna excepción todas estas muestras se han dado por fuera de los espacios oficiales, algo decidor que claramente aleja cada vez más a los museos como un agente en la producción de cultura contemporánea.

Cada quien podrá intuir cuales de estos creadores son los tienen más chance de “pegarla” (inclusive de manera injusta y por cualidades equivocadas), pero aunque algunos no logren finalmente posicionarse, más allá de los nombres, estos procesos deben interesar como fenómeno cultural. Bien que se muevan y que todos expongan sin los reparos y miedos –como el pánico escénico- que se percibía en varios potenciales artistas del instituto hace no mucho tiempo.

Este post no es una reseña convencional de ninguno de los eventos, tal vez si la hiciera habría que adoptar una postura más exigente. Este registro se efectúa principalmente con el fin de celebrar aquello tan elemental y fundamental -y paradójicamente muchas veces ausente- en el campo artístico: el hacer.

Rodolfo Kronfle Chambers
Guayaquil, 8 de agosto de 2013
A continuación registros parciales de las muestras colectivas:

DE-FUNCIONES / Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica

EL BUENO, EL MALO Y DOS FEOS / Taller abierto (buen ejemplo! no dejen de hacer esto!!)

ZINGAROO / Casa Cino Fabiani

SCARBO / Casa Cino Fabiani

SOSPECHAS DE CAIMAN / Galería dpm

LO MATERIAL INMATERIAL / MAAC

OPENING NIGHT / MAAC

Y de las individuales:

DEVOCIÓN, THE 99’S SHOW de Carlos Vargas / Espacio Vacío

EL CAUCE DE LA DERIVA de Fabio Bajaña / NoMíNIMO


Registro fotográfico: Rodolfo Kronfle Chambers


















 






EL BUENO, EL MALO Y DOS FEOS: PROCESOS PUTOS DESDE EL SELECTIVO

Hola, soy Kiki! Estaba aburrida de pensar en muchas delicadezas  y compañías. En la mañana de un domingo, después de una farrón con AA, revisé mi correo y encontré algo que saltó mi vista. Era la foto de Becca Hiller desnuda. Si, la recuerdo bien.
También recuerdo muy bien a Jorge y su cara. Es el feo de los cuatro, quizás porque no se baña tan seguido. El guapo es Xavier pero no sé porque. Debe ser el lunar de la espalda o el dedo meñique y su acento de sanduche italiano.
Ahora recuerdo que en realidad no hay un guapo, pero no importa, todos son malos y tienen huevos para levantarse a las 3 am y saltar mientras me fijaba como hacían sus obras desde mi habitación en el hotel Übervandersex y aún cuando me demostraron su ingenuidad y sus procesos son tipos con los cual yo quisiera compartir una o dos noches locas. En fin algún virtuosismo tienen que tener, espero, las noches se me mezclan. Los tendrán con ustedes esta noche, yo ya los tuve a los cuatro para mí… tan suave como una palmera.
El nombre de la exposición lo puse yo un viernes y quisiera seguir escribiendo sobre ellos o podría contarles también como hacer los mejores spagettis a la bolognesa, ¿no? Está bien, entonces el bueno es Jose y Jean Carlitos, ambos por sus churros. Parecen ovejitas perdidas con diarrea, algo tierno y asqueroso al final - feo. En fin, para terminar,  recuerdo que estaba bailando “Suck it and See” durante la última semana que los visité en su taller y me pidieron que les envíe algo de texto, pura paja mental, para ubicarlo de introducción. Esto es lo que salió luego de una meditación:
“Si ser artista es fácil, ser cojudo mucho más. Entonces, yo les digo: Aquí tienen a cuatro de ambas cosas, una más que otra, pero que diversión y que goce es pasar con ellos”.

Kiki L. Burroughs
Amsterdam, Julio 2013













Probando el objeto del deseo

Cuando Carlos Vargas resuelve viajar por el país para lamer la cara de 99 agentes culturales (actores y actrices mayormente jóvenes de la escena artística ecuatoriana) parece duplicar en clave irónica la vigencia de ciertos mecanismos de posicionamiento y legitimación social sancionados y santificados por el establishment cultural: la pleitesía, la condescendencia y demás juegos cortesanos, hasta llegar al vasallaje instituido como principio de sobrevivencia y promoción personal. Así, su performance remite en primer lugar a un comportamiento animal (perruno), a un ejercicio de sumisión y dependencia: lamiendo al otro, cepillándolo, con frecuencia el devoto es aceptado por aquél, e integrado al circuito de los selectos, de los consagrados. Hasta aquí la intención declarada y manifiesta del artista, pero hay más.
Si recordamos que la lengua es el órgano privilegiado de la gustación, lamer también remite al gusto, al sabor de las cosas, al placer o rechazo que experimentamos al probarlas. “El gusto, el más íntimo de nuestros sentidos –ha escrito Julia Kristeva– comienza por un riesgoso avance hacia el otro: necesidad de respirar, de beber, de comer, y termina con un repliegue sobre uno mismo a fin de dejar fermentar, degustar y analizar la cosecha”*. Una vez que ha reconocido el poder simbólico de los personajes en juego, Vargas los ha investido de deseo, los ha convertido en el objeto de su deseo, y como tales, los ha seducido, los ha chupado, los ha deglutido. Bajo la engañifa de la veneración –de la devoción– y apelando a la lógica del canibalismo, el artista se ha apropiado hábilmente del otro, lo ha hecho suyo contagiándolo de su deseo, desacomodándolo, probándolo, esto es: poniendo a prueba sus límites y resistencias, sus capacidades de asimilación del otro y lo otro –la lengua, la secreción ajena e inesperada. Así, Vargas ha tragado voraz y alegremente su objeto, asimilándolo a su propósito crítico, para degustar, después, de su numerosa cosecha. Lengua bífida y pérfida: mientras lame critica lo que consume, y enseguida se nutre de lo devorado –digiriéndolo, rumiándolo– hasta convertirse en el actor número 100 de esta arbitraria galería de celebrities nativas.
Sólo queda disfrutar de los circunstantes y sus circunstancias en el instante en que son degustados.


Cristóbal Zapata



* Julia Kristeva, “El cuerpo metamórfico: plantas, animales y monstruos”, en El genio femenino. 3. Colette, Buenos Aires, Paidós, 2003, p. 234.




































Fotos Scarbo: cortesía
CATÁLOGO DIGITAL SCARBO:

Prólogo

…no se ve impunemente en las  tinieblas, no se extrae de ello enseñanza sin peligro [1]

Sentimos miedo ante la amenaza de lo catastrófico. Lo perjudicial de la catástrofe es temible en su acercarse, y mientras esto ocurre su carácter amenazante se hace cada vez más visible. Si lo perjudicial está cada vez más cerca significa que la catástrofe puede ocurrir, o quizás no. Si la catástrofe no ocurre esta pasa de largo sin afectarnos. Una vez que el miedo ha pasado, entramos en un estadio de reencuentro con la lucidez. Ante esta ausencia de miedo, imaginamos nuevas catástrofes, que a su vez vuelven a acercarse amenazantes para así volver a experimentar el miedo. Es un proceso circular en donde se atrae lo perjudicial como también se lo deja ir.  Insistentemente regresamos al estadio del miedo porque disfrutamos del extravío y el desconcierto que nos provoca. Al miedo lo utilizamos como una excusa para seguir viviendo. 
A pesar de la posibilidad que tenemos de conocer nuevas catástrofes hemos aprendido a mantenernos satisfechos con una única amenaza. Al presentarse lo perjudicial hay dos posibilidades: 1. Quedarnos paralizados envueltos completamente al éxtasis del miedo; 2. Huir. En la primera puede darse el caso de lo fatal, como también puede pasar de largo. Mientras que en la segunda la única derivación de huir, es mantenerse sujeto a ese mismo miedo eternamente. Al huir no experimentamos a cabalidad el miedo y perdemos también, la posibilidad de acceder a aquel estadio de reencuentro con la lucidez que surge una vez la amenaza pasa de largo.
De este síntoma proviene Scarbo. Frente a una generación que abrió nuevos espacios de significación y circulación del arte mediante el arrojo hacia el miedo, vemos otra que no se plantea nuevas amenazas. La escena artística guayaquileña huye de la misma amenaza sin dejarla pasar: el riesgo de carecer de sentido. Los mismos mecanismos semánticos se tornan repetitivos en favor de un aval. Si bien ha habido una cierta aversión hacia problemáticas de contexto y esta ha sido una forma genuina de reelaboración del miedo, las más jóvenes generaciones de artistas hemos asimilado esto sin cuidado alguno. Así, vemos un uso generalizado de la lógica binaria donde un material X adopta las características de un material Y, o algún elemento de un contexto B se lo lleva al A. Esta posición no debe entenderse como la del outsider, sino como un constatar en uno los síntomas. Las obras que presentamos aquí no están libres de aquellos síntomas. No presentamos tampoco ninguna receta homeopática. Es la exhibición final después de un largo proceso de vigilia a nuestros modos de producción, a nuestras obras. Una posición sobre todo autocrítica.
De este modo iniciamos un texto híbrido donde cada quien aportaría con su escritura. Y en un intento por salir de planteamientos explicativos, escribiríamos no sobre nuestras obras, sino sobre el desvelo. Si antes hablábamos de un transcurso circular donde el miedo da paso al estadio lúcido, solo para regresar nuevamente al miedo, el desvelo es paradójico puesto que logra juntar tanto el estadio de lucidez como aquel otro de angustia y amenaza que es el no dormir. Ante tan desafortunada o beneficiosa situación nuestras respuestas fueron tan variadas como caóticas. El desvelo se convirtió en una metáfora del arte. Nos librábamos así de los viejos y espesos statements, del contenido latente. De estos hallazgos da cuenta la narración.
De Scarbo, un duende que aparece recurrentemente en la poesía de Aloysius Bertrand, sacamos quizá su romanticismo, pero más que nada fue su ánimo de jugar con la oscuridad y las sombras. De éste modo, dentro del carácter cada vez más participativo que iba teniendo, el proceso mismo dirigió el texto hacia un cuento. Una narración donde cada uno se transfigura y “habla” desde la boca de un personaje. Los ademanes de la ficción desecharon certezas y a la vez evidenciaron ideologías.
Es así como en este trabajo colaborativo nos reencontramos con nuestros propios intereses. Dejando claro, no obstante, que más allá de pretensiones literarias, el cuento nos sirvió como una herramienta para pensar el arte desde otro discurso. Después de todo, la sospecha de Cioran de que haya una alianza entre lucidez y goce[2] se torna inútil en quien opta por huir.   

Pablo Andino



[1] Cioran, E. (s.f.). Invocación al insomnio.
[2] Cioran, E., ibid.












 








(no hay fotos de esta, esta creo que me la perdí)












Foto RK y Fabio Bajaña cortesía Richie Bohórquez

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