martes, septiembre 15, 2009

César Franco - Espacio Vacío












La region sin tiempo o "El Transeunte" postlatinoamericano

("prácticas deslocalizadas" en la fotografía de César Franco)

Texto por Ana Rosa Valdez

John Ferris, el personaje de Carson McCullers, era un sujeto lo suficientemente inestable como para percibir las fluctuaciones del tiempo, su modulación inexacta, y las vicisitudes cotidianas que nublan las pulsaciones del reloj que todos llevamos dentro. Por esto, es decir, como consecuencia de esto, John Ferris es un personaje que cuestiona gravemente la categoría del tiempo –y todas las demás que le siguen, como la memoria y el espacio. (Aunque quizás sólo resulte una especie de figura acertada para ilustrar ¨la región sin tiempo de los sueños¨, como lo expresara la escritora sureña.) Después de ver la más reciente muestra de Espacio Vacío, intuyo que César Franco –uno de esos personajes reales que parecen eludir la ficción de las historias de viajeros- podría impersonar no sólo a Ferris, sino también a la misma Carson, e inclusive a una figura que cuestiona el tiempo latinoamericano, en el presente suspendido de la inmanencia fotográfica.

Desde una lectura anticipada, podría pensarse que la muestra se redujo tan sólo a una duplicidad de itinerarios que iba de las fotografías de paisajes hasta las libretas con dibujos de tazas de café. Sin embargo, el concepto curatorial y el recorrido museográfico calaban en cuestiones más trascendentales que, desde mi modo de ver, guardaban relación con una ruptura de las lógicas recurrentes que suelen determinar la fotografía de viaje. En primer lugar, el sentido de la exposición se aproximaba mucho al tema del Sur latinoamericano, a través de imágenes capturadas en los distintos viajes de Franco por Galápagos, Buenos Aires, Cartagena, Los Órganos, Chile y otros; un tópico lo suficientemente peliagudo como para sentarse a debatir en cualquier bar de Las Peñas, considerando los nuevos reordenamientos políticos que vivimos en la región. En segundo lugar, el diseño museográfico establecía dos recorridos entrelazados, uno dispuesto a evidenciar retazos de esos viajes (paisajes, calles, gente), otro dedicado a establecer una doble mediación en la representación de lo real (bocetos, dibujos, escritos fotografiados). En esta relativa duplicidad lo que sugestivamente se dejaba entrever era una cómplice relación entre ambas formas representacionales, abocadas a conformar una sensación de “unicidad múltiple”. En tercer lugar, a pesar de que los nombres de los lugares fotografiados constaban en los títulos de las piezas, se podía entrever un alejamiento de pretensiones recurrentes como “mostrar nuestros paisajes, nuestra gente”. Creo que la muestra establecía un recorrido de nuevo orden, un paisaje imaginario donde se disolvían creativamente las “diferencias” en una práctica deslocalizada de la fotografía de viaje.

Ferris, según el cuento de Carson, venía desde Georgia hacia New York para viajar a París, y entre esos “destinos” se hallaba la ausencia del propio. Ese estado de tránsito parece caracterizar también a Franco, a quien percibo en esta muestra no tanto como el viajero que capturaba escenas de la geografía y la sociedad ecuatoriana, sino como un verdadero “transeúnte”, en la definición que hace Carson de John Ferris –la diferencia fundamental entre un viajero y un transeúnte, desde una perspectiva más bien posmoderna, tiene que ver con la sensación de pertenencia o ausencia experimentada: para un viajero existe un terruño al cual siempre regresar, un transeúnte, en cambio, siempre estará de paso, dondequiera que se encuentre.

***

Esa mañana, la frontera crepuscular entre el sueño y la vigilia era romana: las fuentes salpicando y calles estrechas con arcos. La dorada y pródiga ciudad de flores y piedra pulida por los años. A veces, en su seminconsciencia estaba otra vez en París, o entre escombros de guerra alemanes, o esquiando en Suiza y en un hotel en la nieve. Algunas veces también era un barbecho de Georgia en una madrugada de caza. Era Roma esta mañana, en la región sin tiempo de los sueños.[1]

Esa “región sin tiempo” que soñaba Ferris, la sensación de una continuidad fluctuante, de un camino que se bifurca continuamente, resulta una metáfora posible para la comprensión del tiempo que vivimos en “nuestras regiones latinoamericanas”. Sin ánimos de indagar en los temas best seller como la posmodernidad en Latinoamérica o el sujeto descentrado en las periferias, considero que debiera observarse con atención las propuestas como la de César Franco, que se alejan de la comprensión nacional/populista de la “identidad latinoamericana” o concepciones impropias como “lo nuestro”. Las fotografías expuestas por este autor en Espacio Vacío ocupan líneas de nueva data, indagando sobre conflictos menos tremendistas, más cotidianos. Los personajes que aparecen en sus piezas son gente común de los espacios representados, pero también turistas y viajeros urbanos –personajes en quienes se intuyen identidades traslapadas. Estos sujetos no “exhiben” sus particularidades étnicas, genéricas o raciales como símbolos de “lo que son”, sino que más bien se perciben como entes distantes, cuyos rostros y cuerpos son capturados de manera tal que posteriormente no resultará válida una presentización documentalística, porque quizás resulten evocativos de una cotidianidad totalmente irrelevante.

Las imágenes de Franco se nos muestran como fragmentos o huellas de espacios compartidos, donde el pasado resulta un presente suspendido, inacabado. Claro, mis aproximaciones quizás provengan de inquietudes propias; pero precisamente ahí radica la excepcionalidad del arte, en aperturar comprensiones, en estimular el pensamiento.

Septiembre 2009


[1] Fragmento de “El transeúnte” de Carson McCullers.



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