viernes, septiembre 04, 2009

Atrapado(s) sin salida - Lupe Álvarez

Texto de Lupe Álvarez

Un número bastante nutrido de personas- entre ellos algunos directivos, profesores y estudiantes del ITAE- asistimos esperanzados al vino filosófico mes a mes, se realiza en la Universidad Casa Grande, y que tiene el mérito notable de ser uno de los pocos espacios de la ciudad donde se debate con solvencia y ponderación “la cosa pública”.

El de ayer era un evento especial, no sólo porque trataba de la gestión cultural, uno de los tópicos que en diversas ocasiones ha levantado polvo en la ciudad, sino porque sin asumir el empaque ni los vicios de las asambleas, o de las predecibles rendiciones de cuenta, el foro contaba con la presencia de Ramiro Noriega, actual Ministro de Cultura del Gobierno de la Revolución Ciudadana.

El clima de esta actividad resulta siempre muy propicio ya que su dinámica deja a un lado las consabidas ponencias de expertos, o las típicas mesas redondas y acude a un método con el que todas y todos regularmente nos enrolamos de manera entusiasta; un vino y sencillos piqueos animan y facilitan ese momento tan prolijo y democrático de la conversación: una esfera de socialidad donde se produce el intercambio horizontal de forma natural y con pocas restricciones. El procedimiento es simple e instigador. Carlos Tutiven, moderador, pone siempre un abreboca: un material regularmente audiovisual que recoge diversos pronunciamientos -y diagnósticos- acerca de un tema de la agenda pública, vertidos lo mismo por actores a los que dicho ítem especialmente atañe, que por gente común que opina desde su lugar en la trama social. Esta forma es enriquecedora porque sin mucho preámbulo descubre determinados “momentos” de un debate; propone aristas que por la inmediatez de su enunciación interpelan de manera más expedita a los asistentes.

En estas circunstancias pudimos “conversar” con el Ministro sobre las políticas públicas, la gestión cultural, la anunciada ley de cultura… en medio de un contrapunteo entre los afanes del funcionario por argumentar la filosofía y los alcances de la acción ministerial -cuyos lineamientos, recalcó, están acreditados por la nueva constitución- y la necesidad perentoria de muchos asistentes involucrados en diferentes proyectos culturales, de “arrimar la brasa para su sardina” para vislumbrar algún destino para su actividad.

Los que asistimos con la esperanza de escuchar el punto de vista oficial sobre temas regionales tan acuciantes como la supervivencia del ITAE, único espacio de formación universitaria en el campo del arte que ha demostrado, en la ciudad, que tiene un proyecto pedagógico en sintonía con las exigencias de la cultura contemporánea; de Sarao, un espacio que se distingue por su criterio y consecuencia estética en la exigua escena teatral de nuestra urbe; de las expectativas que personifican a la producción cinematográfica y de sus debates; los que esperábamos el pronunciamiento ministerial con relación al descrédito o el despropósito de instituciones culturales que acaparan los espacios de mayor presencia y visibilidad en la ciudad, nos quedamos puestos y convidados. En lugar de aclaraciones pertinentes a los propósitos de las audiencias que allí se congregaban escuchamos a un Ministro sumergido en disquisiciones sobre el problema estructural que enfrenta la cultura del país abocada a la solución de derechos culturales postergados, a dar cabida a la pluriculturalidad, a propiciar los diálogos entre sectores diferentes, a respaldar la equidad y otros asuntos de compleja macropolítica. La comparecencia dejaba ver que los problemas encarnados en cada uno de nosotros permanecerían postergados en un limbo de soluciones cruciales. Por supuesto que el panorama que Noriega nos mostraba era indiscutible, a la luz de una correcta política de reivindicaciones incuestionables.

Por ahí emergieron algunas reflexiones puntuales por las que asomaban los lados oscuros de las razones del poder por ejemplo: en relación con el ITAE, Noriega apuntó al conflicto generado por el respaldo y apoyo efectivo que el gobierno municipal ha dado a esta institución. ¡Ojo! que este fue un comentario que salió a relucir, aun cuando la intervención de algunos de los participantes, y la de él mismo, habían ratificado la idea de que no debería en los marcos de una revolución ciudadana, confundirse lo público con lo estatal y que el mandato ciudadano y sus exigencias deberían, por razones obvias, sobreponerse a las coyunturas políticas.

En el marasmo macropolítico quedaron en el aire algunas preguntas que inquirían por la administración de los fondos y cuestionaban algún que otro despilfarro como el del Premio Nacional de Pintura el cual, en medio de las carencias e indefiniciones del Ministerio reseñadas, concedió la friolera de 30 mil dólares a una convocatoria olímpicamente ignorante de los debates no exentos de problemas, pero informados, que tienen lugar en las artes visuales del país.

O sea, que mientras que el Ministerio llega a decisiones ecuménicas en torno a La(s) Cultura(s), mientras que posturas resabiadas y populismos que reeditan declaraciones demagógicas ganan espacio, so pena de que tanta cháchara politiquera y desinformada termine desacreditando hasta las luchas legítimas por los derechos culturales, la gestión estatal- porque algo hay que hacer- , sigue en manos de “momias cocteleras” y las decisiones encargadas de administrar con responsabilidad- y criterio- lo poco que pueda tener la actividad cultural, están en manos de neófitos.[i]

Una intervención no exenta de nostalgia de Freddy Olmedo, uno de los verdaderos gestores culturales que ha tenido el país, me hizo recordar aquellos tiempos del extinto MAAC, donde equipos de trabajo con sus diferencias, pero informados en sus áreas, intentamos asimilar los debates pendientes en cada una de nuestras parcelas para, poco a poco, en continua confrontación y preparándonos - como diría Brecht-, para el próximo error, enriquecer nuestro trabajo a partir del diálogo. Desde allí produjimos en conflicto permanente con poderosos sectores que demostraron con creces su endeblez ideológica, su oportunismo y su incapaz de asumir la aun postergada discusión de sus cuotas de poder simbólico.

¿Conclusiones?

Me apena la performance del Ministro, a todas luces un hombre instruido en al ámbito de la crítica cultural y con buenas intenciones, pero extraviado en un callejón sin salida en el que lo que yo alcanzo a ver, es su estatus precario, su exiguo poder en un ámbito de decisiones que totalmente lo rebasa.

Me interesaría, por la importancia que este encuentro tuvo para cada uno de nosotros asistentes o no, y por el costo que podría tener para la cultura en nuestra urbe ribereña y en la región, que cada cual incorporara a continuación su traducción del evento con el fin de elaborar un gran pliego de manifestaciones ciudadanas que den cuenta del sentir común.

La revisión del registro que afortunadamente, esta actividad siempre resguarda y el parangón ponderado con otras visiones ayudarán mejor a hacernos un “tamaño de bola “de lo que puede sobrevenirnos.

Queda abierto el espacio…


[i] A propósito de este tópico Janine Zambrano realizó una intervención donde explicó con elocuencia el conflicto que tenía cuando, por su posición en la trama gobiernista, estaba expuesta a tomar decisiones para las que no estaba preparada ni contaba con criterio informado.

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