martes, diciembre 20, 2011

En defensa de la delicadeza - XI Bienal de Cuenca

N.E.: Esta muestra comisariada por el brasilero Agnaldo Farias es una de las tres exposiciones oficiales que conforman la XI Bienal de Cuenca.

EN DEFENSA DE LA DELICADEZA 
  
A mi dulce amigo Pedro Meira Monteiro,
un enérgico defensor de la delicadeza.
  

Octavio Paz, a propósito de la muerte de Jean Paul Sartre escribió algo como: “Sartre era un mal viajero porque tenía muchas opiniones.” Para no incurrir en injusticia hacia el poeta y el filósofo, citando al primero fuera de contexto, vale retener la idea general, perfectamente aplicable a los extranjeros que desembarcan en otros lugares a sabiendas de lo que van a encontrar. Mejor sería que no viajaran y –  saciados de conocimiento previo, impregnados de certezas – quedaran despatarrados en sus sillones frente al televisor o, en el caso de los intelectualmente más preparados, protegidos por paredes repletas de libros al estilo de Peter Klein, el insigne neurasténico forjado por Canetti en su “Auto de Fe”. 

El mundo anda repleto de opiniones y, como corolario, de gente que no se maravilla con nada. Hace ya algún tiempo,  “la sorpresa pasa por uno sin sorprender”. Ese modo de ser sería inofensivo si la arrogancia que trae aparejada se limitara a los individuos. Pero, como cualquiera lo sabe, la cosa no funciona así. La tendencia gregaria del ser humano lo lleva a juntarse en grupos de dimensiones y calidad variables, en colectivos de cohesión imprecisa constituidos por motivos de lo más dispares, a menudo superpuestos, que se podrían resumir en un abanico que va desde los afectos al uso compartido de un mismo idioma. Personas, naciones y cultura, lo sabemos, pueden ser arrogantes al punto de pretender que los demás tengan que identificarse con sus preceptos, aunque fuese a la fuerza. Y sus múltiples instituciones, empezando por la familia y extendiéndose a las escuelas de enseñaza primaria, son sistemas de transmisión y producción de opiniones. Tan innumerables son los portadores de verdades que es de admirar quien aún cree que   existan. Y, entre estos, asombra los que pontifican a partir del territorio de la ciencia, denegando el precepto de uno de sus fundadores, René Descartes – éste sí, un notable buen viajero, paradójicamente idealista –  según el cual “el motor del conocimiento no es la certeza, sino la duda”.  

Lo que se propone, bajo la forma de una exposición  de arte, es la delicadeza como antídoto a la certeza y a la arrogancia. Y eso viene a ser lo mismo que defenderla como un valor que se debe cultivar, en un mundo pautado por ruidos excesivos, luces cegadoras, infinidad de rutinas. Un mundo en el que todos hablan fuerte y nadie escucha; en que la mayoría tiene su comportamiento regido por una agresiva extroversión. 

Como se sabe, la palabra delicadeza, ya sea en portugués o en español, se irradia en dos direcciones: por un lado, es amabilidad, suavidad, cortesía, gentileza, etc.; por otro, fragilidad, tibieza, susceptibilidad. Interesa el entretejido semántico, puesto que dispone, por encima de todo, el acercamiento a algo, ya sea este brusco o violento o sutil e imperceptible, no importa. La cuestión es la actitud desarmada del que se propone acercarse al otro, al mundo. Al respecto, vale recordar el precioso momento, construido por el escritor brasileño João Guimarães Rosa, en que el joven Miguilim (de quien, hasta ese punto de la narrativa, se desconocía el hecho de que era miope) recibe un par de anteojos de un adulto, quien al verlo forzar la vista se quita sus propios anteojos y se los pone en el muchacho:

“Miguilim miró. Ni nadie lo podía creer! Todo era claridad, todo nuevo y hermoso y diferente, las cosas, los árboles, las caras de la gente. Veía los granitos de arena, la piel de la tierra, las piedritas más pequeñas, las hormiguitas que se paseaban por el suelo, desde una distancia.....”

El embeleso experimentado por Miguilim, ese movimiento contradictorio que se desencadena siempre que irrumpe lo maravilloso, o una realidad totalmente otra, cuyo efecto sin embargo,  es despertarnos y devolver la mirada a uno mismo, tiene mucho que ver con el efecto que produce la obra de arte. O, sin ir más lejos, el efecto que un locro de papas, esa obra maestra de la culinaria ecuatoriana, ejerce sobre un brasileño totalmente ignorante de lo que puede resultar de una tan extensa variedad de papas - que ni siquiera sabía que existía -  y quien, en la medida en que crece su perplejidad ante tantas texturas de densidad y sabores, más y más  desaceleradamente empieza a sorberla. 
El acercamiento al otro demanda delicadeza, al igual que el cazador, ese profesional de la vigilancia y de la astucia, queda al acecho ocultando su propia presencia, como que sopesando a cada paso el espacio común, siempre estudiando la  presa, descubriendo sus hábitos y gestos, el andar, el oscilar rítmico de la respiración, hasta aprehenderla, incluso transformarse él mismo en el animal. ¿No escribió Luis de Camões: “Se transforma el que ama en la cosa amada / Por virtud de tanto imaginar...”? Son versos que indican el tránsito entre el uno y el otro, el escrutinio  atento seguido de mimesis, confusión entre los seres. Sin embargo, para que ello ocurra es necesario disponibilidad, apertura a la sorpresa, al entreabrirse de la máquina múltiple y majestuosa del mundo.
La delicadeza, por ende, concierne el deseo de entrar en relación con las cosas, con el otro. Ello supone identificarlo y escucharlo; aprehender y aprender su habla – más que eso, su modo de ser. 

Ser delicado, convendría advertirlo, no significa necesariamente renunciar al comentario o a la acción. Una postura entre lo tímido y lo excesivamente respetuoso, reacción humilde frente a la grandiosidad de la vida, de los hechos, pero que en algunos casos podría caracterizarse como simple cobardía. Hay, por cierto, una justa e inmediata asociación entre la  delicadeza y el laconismo, el despojamiento material, el habla enjuta, rondando el silencio – o que prefiere sumergirse en él. Esa identidad encubre la complejidad del problema, como nos hacer pensar el poeta João Cabral de Melo Neto en su largo poema “A Palo Seco”, en el que describe bajo ángulos siempre imprevistos esa modalidad particular del canto flamenco, a capela, “tan solo la lámina de la voz / sin el arma del brazo”.  Luego de enunciar un conjunto de situaciones y objetos “a palo seco”, concluye el autor su defensa de la concisión:
 

Eis uns poucos exemplos
de ser a palo seco
dos quais se retirar
higiene ou conselho:
não o de aceitar o seco
por resignadamente,
mas  de empregar o seco
porque é mais contundente.

La presente exposición, parte constitutiva de la Bienal de Cuenca, parte de esos supuestos –  algunos, como se ha visto, tan contradictorios entre ellos; se inspira en la delicadeza, aún sabiendo que el simple intento de acercársele puede significar la pérdida de algo esencial. Como nos alerta Pedro Monteiro, ¿“Será que la delicadeza tiene que ver con dejar que el mundo siga corriendo sin que nos inunde el deseo de intervenir? Pero, dejar que el mundo corra sin responderle con un sonido o una imagen ¿no sería una renuncia muchas veces criminal?”   Los artistas, tal como los invitados a esta exposición, prefieren correr ese riesgo. Las obras presentadas desafían la grandiosidad, el carácter espectacular que la vida contemporánea viene asumiendo, y lo hacen por la vía de lo sutil, lo discreto, a la larga casi imperceptible, con la convicción de que la delicadeza, en calidad de una epifanía, puede ser un arma sumamente poderosa. 

Agnaldo Farias


ARGENTINA
Ana Gallardo
El pedimento (2009)
Instalación / Tierra, agua

BELGICA
[N.E.: No cuento con documentación de esta obra]
David Claerbout

BULGARIA
Nedko Solakov / Dimitar Solakov
The Abyss, with warnings (2011)
Fotografía, vinyl y sonido
Nedko Solakov / Dimitar Solakov
Points of Interaction

BRASIL 

Daniel Senise
929
10 sábanas utilizadas en el hospital de cáncer de Río de Janeiro
9 sábanas utilizadas en un love motel del barrio Flamengo en Río de Janeiro
tensadas en bastidores de madera
(el título se refiere al número medio de personas que han pasado por estas superficies)
Waltercio Caldas
Parábolas de superficies
PREMIO
Waltercio Caldas
La imagen realiza la autonomía de la palabra (2010)
Acero pintado y sello
Waltercio Caldas
Bronce, Bronce (2010)
Página impresa, tinta china y plástico pintado
Waltercio Caldas
Porque fuimos (2010)
Cartón, porcelana, corcho, tinta china y sello
Waltercio Caldas
Los nombres de los artistas (2010)
Papel, acero pintado y sello
Waltercio Caldas
Por ejemplo: súbito (2010)
Cristal y sello
Flávia Ribeiro
De la serie Corpos Asociados (2011)
Organza de seda, línea negra, cobre y latón bañado en oro 

COLOMBIA
Alberto Baraya
La fábula de los pájaros (2011)
Intervención sobre muro con fotografías de pájaros disecados
del Museo de Historia Natural de La Salle, Bogotá
MENCIÓN

ECUADOR
Stefano Rubira
Noche del Mundo (2011)
Dibujo/Instalación
INGLATERRA/EUA
[N.E.: Durante mi visita esta obra no estaba funcionando]
Anthony McCall
Meeting you Halfway (2011)
Video instalación

MEXICO
José Antonio Vega Macotela
Murmuros. Frase en isomorfosis para verse hincado (2011)
Instalación/Vinilo sobre muro


Luciano Matus
Sin Título (2011)
Intervención con cable de niquel

PERÚ
Sandra Gamarra
Mantos
Sandra Gamarra
Que tu mano izquierda no sepa que hace la derecha
Video
Sandra Gamarra
Antiguos peruanos

URUGUAY
Marco Maggi

La raya amarilla (2011)
Cartulina amarilla y papel de oficina

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