Lo Grotesco en el Neue Galerie
Por Rodolfo Kronfle Chambers 15-12-04
Una muestra titulada Lo Cómico Grotesco: Ingenio y Mofa en el Arte Alemán, 1870-1940 se presenta hasta Febrero 14 en el Neue Galerie de Nueva York, institución dedicada al arte de Alemania y Austria.
La exposición explora uno de los aspectos en que menos se ha hurgado sobre el arte alemán del temprano siglo XX: el humor. Lo cómico-grotesco se puede definir como una combinación de elementos incongruentes, que despiertan extrañeza pero que contienen una dosis de humor que es tanto irreverente cuanto ingenioso. En palabras de Pamela Kort se trata de una “manera subversiva de trabajar, lo grotesco destruye descaradamente las jerarquías culturales, históricas y míticas.” Hay que hacer énfasis en que lo grotesco no es un estilo, sino más bien una categoría estética. Muchos de los artistas que se incluyen en la exposición se los asocia con diversos movimientos y tendencias, desde el expresionismo hasta el surrealismo, por lo cual debemos ver a lo grotesco como un recurso artístico que puede ser empleado de muchísimas formas.
Se recogen numerosos ejemplos de lo cómico-grotesco en dibujos, afiches, pinturas, filme, fotografías, manifestaciones del Dadá y desarrollos en la literatura que aparecieron antes de la II Guerra Mundial. De igual manera se analizan las importantes conexiones de este género a la cultura de cabaret y a las publicaciones de sátira política.
El arte de lo grotesco tiene una genealogía muy antigua, que se manifiesta en obras de El Bosco, Giussepe Archimboldo y hasta en los Caprichos de Goya. Sin embargo para efectos del enfoque particular en que se centra la muestra se propone al simbolista del siglo XIX Arnold Böcklin (1827-1901), nacido en Suiza pero germano en espíritu, como precedente de lo que se dio en llamar cómico-grotesco en Alemania y como artista fundamental para el desarrollo del arte moderno en dicho país. En sus pinturas subvirtió escenas mitológicas para bajar el tono de solemnidad y rigor del arte clásico. Lo que él hacía era en cierto modo una negación del Impresionismo que dictó las pautas de las tendencias estéticas prevalecientes, y por ello su nombre se vio oscurecido y generó muchos detractores. En la muestra se incluyen sin embargo excepcionales piezas de fervientes admiradores de Böcklin como Franz von Stuck, Lovis Corinth, Emil Nolde y Max Klinger.
El tenso ambiente político-social anterior y posterior a la I Guerra Mundial impulsó a muchos artistas a recurrir a lo grotesco como arma de denuncia y burla hacia lo más deleznable de la realidad circundante. Los fotomontajes de John Heartfield (1891-1968) caricaturizando a los Nazis son excepcionales, también exquisita la pintura titulada Granjeros Industriales a cargo de Georg Scholz (1890-1945) cuyos personajes idiotizados asumen rasgos animalescos. La ridiculización implícita en sus contenidos le valió una pequeña indagación parlamentaria en el Reichstag.
Se incluye además una reconstrucción del Arcángel Prusiano, colaboración entre Heartfield y Rudolf Schilchter que muestra un híbrido entre cerdo y soldado que se exhibió pendiendo del tumbado en la Primera Feria Internacional Dadá de 1920. La pieza pone en entredicho la supuesta superioridad del hombre por sobre el resto de las especies y denuncia la absurda justificación religiosa para la causa militar; resume a su vez la actitud que caracterizaba a estos artistas rebeldes que adaptaron las posibilidades del cómico-grotesco para increpar las nociones tradicionales del arte. Este trabajo y un portafolio de grabados de Georg Grosz hicieron que estos artistas terminasen enjuiciados por el ejército. Es con los dadaístas que lo grotesco llega a un clímax que ejercerá gran influencia en el arte posterior a la II Guerra Mundial.
La selección de obras reúne a muchos del quien es quien de aquella época del arte Alemán, trabajos de Max Ernst, Hannah Höch, Otto Dix, Paul Klee, Alfred Kubin y Lyonel Feininger entre otros.
Uno de los puntos más interesantes de la exhibición es el análisis de lo grotesco en la cultura popular, visto a través de la figura de Karl Valentin, el llamado Charles Chaplin de Munich, cuyas películas se exhiben en una sala adjunta. Un fabuloso archivo fotográfico da cuenta además de su sutil ingenio que llegó a ser censurado por los Nazis cuando presentó su filme acerca de la pobreza titulado La Herencia en 1936. Se llega a argumentar que la figura de Valentin puede ser vista como el primer artista performático alemán.
Desde nuestra perspectiva contemporánea ya prácticamente ninguna imagen nos llama la atención, lo mismo aplica para lo que vemos en el arte luego de lustros de tácticas de shock. Sin embargo sólo basta contextualizar un poco la época en que estas obras vieron la luz para maravillarnos de su audacia y frontalidad. Situar ese punto de vista desde el momento cultural que ejemplifica el período y los discursos que lo atraviesan –lo que Foucault llama episteme- es lo que permite apreciar las complejas dimensiones de estas obras hasta el día de hoy.
Lo grotesco nos muestra a su vez que la mera caricaturización del entorno no es suficiente, se requiere de ingenio, ironía y mordacidad para que aquel espejo en que se refleja la contradictoria realidad verdaderamente destelle con su luz. En su vertiente de sátira, puede capturar lo absurdo y podrido de la realidad de manera demoledora y por ello subsiste hasta el arte de nuestros días.
Pie de Foto: Pintura de Arnold Böcklin titulada Dos Faunos Pescando de 1874.
Pie de Foto: Fotomontaje de John Heartfield titulado Oh Árbol de Navidad en Alemania, Cuan Torcidas Son Tus Ramas de 1934.
Pie de Foto: Fotografía de Karl Valentin personificando a un soldado de alrededor de 1913.
Pie de Foto: Reconstrucción del Arcángel Prusiano de Heartfield y Rudolf Schlichter de 1920.
Pie de Foto: Pintura y collage titulada Granjeros Industriales (1920) de Georg Scholz.
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