sábado, febrero 21, 2015

Ella, Yo y Mi Superyó / Gabriela Serrano / Entelequia, Guayaquil





































Notas sobre Ella, Yo y mi Superyó de Gabriela Serrano
Por Romina Muñoz P.

La muestra Ella, Yo y mi Superyó inmediatamente nos traslada a esas zonas donde se debaten los deseos. El título tomado de una figura freudiana empleada para comprender los procesos de subjetivación, deja entrever  los hilos que entretejen la obra.

A través de la reiteración del autorretrato la artista retoza en su memoria, en aquellos recuerdos que se travisten en lenguaje cifrado, donde gestos de agobio y desilusión se estancan en un marco inmóvil, quizás el de la derrota. Apuntándolos desde una figuración de dibujo expresivo, como si el trazo a ratos grotesco pudiera apañar los embates emocionales que recaen sobre ese cuerpo maleado, el reiterado personaje protagónico que más allá de una fisionomía reconocible bordea un yo caricaturizado.

La exposición fue inaugurada en Entelequia, uno de los varios espacios alternativos abiertos en los últimos dos años en Guayaquil, y supone el proyecto de graduación de la joven artista. El sitio escogido juega un papel importante, es el departamento de una pareja de amigos y escenario de muchas de sus reminiscencias, siendo de naturaleza camaleónica, doblando como sala de concierto, de teatro o galería. El montaje fue cuidadoso y poco invasivo para tratarse de una obra y entorno de vocación trash, pero procuró conservar el “espíritu domestico” particular de esta morada, a la cual se dotó de una sutil atmósfera de velatorio: luces tenues, café con roscas y flores rojas formaron parte del ritual.

La muestra de Gabriela Serrano goza de un doble carácter,  a la vez que se consuma como evento de cierre y visibilidad de un proceso de aprendizaje académico, se propone también como espacio de resignificación y curación. Considerable reto, al que seguramente le secundará una mayor conciencia del potencial estético de una poética que indudablemente está marcada de un sucinto lenguaje simbólico que se evidencia incluso en la elección de cierto tipo de materiales: lápiz , tinta, bolígrafos, todos útiles de apuntes de una bitácora personal que busca reinterpretar el recuerdo; el uso del corrector de tinta nos alude también a ese ejercicio de recuperación y velamiento de eventos difíciles de representar; a esto se suma la presencia los apósitos adhesivos, los señalamientos al cuerpo y ciertos motivos gráficos cargados de una fuerza evocativa.

Algunas de las preguntas que saltan cuando nos aproximamos a este tipo de propuestas –que procuran exteriorizar las profundidades emocionales de un ser aparentemente angustiado- se relacionan con los riesgos de caer de forma acrítica en un discurso almista. Como dicen en el barrio “el tiempo lo dirá”;  en el trabajo,  ejercicio de borramiento continuo,  se hará presente esa coherencia.  Hoy gradecemos el riesgo y la apertura a todo ese umbral de experiencias al que aún, sin una madurez consolidada, la artista logra confrontarnos.  Una nueva etapa…gran reto para quien entra y sale de este tipos de proyectos: producir, curar una muestra y demás actos de exposición donde te pones en juego.  




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