Enfoques en el arte actual.
Por Rodolfo Kronfle Chambers 20-09-03
El arte contemporáneo, entendiéndose por este el producido alrededor de los últimos veinticinco años (hasta cuarenta para algunos), se ha encargado de increpar las grandes narrativas con las cuales se había construido la historia (por esto ciertos autores lo llaman arte post-histórico), con las cuales se dio forma a nuestras creencias, ideologías y vías de acción, e instauró un nuevo juego de paradigmas y maneras de enfocar y entender el arte. Ha hecho énfasis en que la realidad que vivimos es increíblemente diversa, contradictoria e inestable, y se ha preocupado de indagar en campos polémicos.
Este arte a menudo privilegia sus contenidos por encima de sus condicionantes estéticos, no está primordialmente preocupado por cuestiones de estilo, forma, y por las ideas estéticas de lo sublime (ahora hablamos de una belleza disonante, una estética que se redefine constantemente); desecha los mitos del artista genio, las reflexiones metafísicas, no cree en las ideas de lo nuevo, ni en la evolución lineal del arte, ni en el “progreso” humano como algo necesariamente positivo; se afirma en su eclecticismo y plantea una concienciación de las relaciones entre el arte y la política, la vida social, la identidad, y el multiculturalismo. Se puede preocupar por ejemplo de fenómenos neo-colonizadores, descolonizadores, de los efectos de la globalización o del surgimiento de la Nueva Izquierda. Proliferan los discursos de las minorías y de las periferias que analizan su relación con las estructuras dominantes y los sistemas hegemónicos (los mainstreams); aparecen también posturas que derrumban la predominancia masculina de raza blanca y que afirman su diferencia y su otredad en los ámbitos sociales, étnicos, sexuales y de género. Es esta alteridad la que rescata los valores locales y del arte popular, contrapuestos a la antigua visión reductora de la “elevada” cultura occidental. En resumidos términos el arte se tornó anti-elitista, desplazando las jerarquías del valor cultural, haciendo hincapié en el contexto y las condiciones sociales que canalizaron la creación de una obra.
Emplea muchas veces alegorías en las cuales apropian, superponen o fragmentan imágenes, donde se deconstruye antiguos cánones y se juega con la intertextualidad en sus interpretaciones, frecuentemente ambiguas. Son productos culturales que muchas veces manifiestan reflexividad, humor e ironía. Para su análisis la crítica se ha valido de perspectivas múltiples, entre estas tenemos los enfoques de Género, Feministas, Lésbicos, Gay, la más actual Teoría Queer y –la aproximación interdisciplinar en boga en la actualidad- los Estudios Culturales, que comprenden en conjunto lo que ahora se conoce como “Nuevas Humanidades”.
Dada esta complejidad dentro del arte la labor de los curadores se vuelve importante, al actuar muchas veces como intérpretes que acerquen al espectador a los contenidos de la obra para que pueda este profundizar su experiencia. Otras veces sus ensayos e investigaciones visualizan novedosos enfoques que permiten una mirada fresca, ampliada y con nuevas relevancias a un grupo de trabajos.
El arte posmoderno no desecha como inválido todo lo que vino antes. Justamente aquello fue una característica de la pasada “era de los manifiestos”, en que cada agrupación, muchas veces arrogante e intolerante, sostenía poseer la verdad en el arte. Por el contrario esta producción se caracteriza por el uso crítico de toda la historia del arte -en especial por la desmantelación de las motivaciones del modernismo-, reinterpretando la tradición, uniendo pasado y presente para proclamar la pluralidad de sus manifestaciones, ciertamente opuestas a cualquier intento de reducirlas a una concisa descripción, inclusive la de este artículo que apenas rasguña la superficie de sus posibilidades.
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