Viteri, en perspectiva.
Por Rodolfo Kronfle Chambers 5-12-2005
Pie de Foto: Ensamblaje titulado El Corazón de la Ciudad (2005).
El 2005 ha sido un año muy activo para Osvaldo Viteri (Ambato, 1931) -maestro autodidacta en el arte- quien inauguró en Quito dos muestras que respondían a realidades muy concretas. En una de ellas (La Rebelión de los Forajidos), impelido por las revueltas ciudadanas de abril, articuló un discurso visual que configuraba su visión del uso y abuso del poder en nuestro terruño; y en la otra –titulada Los Desastres de las Guerras- propuso una mirada de corte expresionista ante la decadente conducta humana.
Sobre la mesa del almuerzo conversamos sobre su obra, sobre el arte y sobre cómo se ha escrito su historia.
Pregunta: Desde que leí en la prensa acerca de la exposición con el tema de los forajidos me llamó enseguida la atención el hecho de que un maestro moderno del país…aborde un tema político y social de manera directa en la obra, cuando los maestros modernos han venido manejando en cierto modo un campo de autonomía para el arte, no queriéndolo mezclar de manera tan inmediata con temas políticos latentes ¿Usted nunca tuvo conflicto con eso?
Respuesta: En absoluto, por el contrario yo me sentí tan estimulado con todo lo que estaba ocurriendo en ese momento en Quito que me sentí movido con una intensidad tremenda a participar desde mi punto de vista de todo ese hecho social tan importante, entonces yo no tengo conflicto alguno en cuanto a mi postura ideológica, sobre todo desde el punto de vista conceptual artístico, de ninguna manera, porque yo lo puedo asumir con la más absoluta honestidad de una manera muy genuina, sin posturas, sin cosas artificiosas, sino de una manera genuina como toda mi vida lo he tratado de mantener…creo haber sido muy genuino y lo seré hasta el final porque para mí eso es lo importante en mi vida y en mi obra. Yo he rehuido de la fama, pero la fama a veces viene, es obvio, pero he rehuido de la fama porque la fama puede ser la enemiga del arte y de la vida, y de hecho lo es, hay cosas que de pronto cuando tienes fama se empiezan a manifestar y ocurren cosas en la vida personal, en las relaciones sociales que tu tienes y fundamentalmente en tu obra y en tu vida íntima que es lo que cuenta, porque para mí el arte es la vida y lo más importante de todo es la vida, porque sin la vida no tienes nada, no tienes la percepción del universo, no existe la muerte, no existe absolutamente nada, no existe el cosmos, la naturaleza, el conocimiento.
P: ¿El arte debería estar entonces plenamente integrado con la vida?
R: Absolutamente, [el arte] es una manifestación de la vida y cuando tu le entiendes de esa manera estás íntimamente relacionado con ella, tu puedes percibir de no dejar marchitar la vida que es en el arte, porque a veces -como hablábamos anteriormente- cuando empiezas a esquematizarte, cuando empiezas a convertirte en una fórmula, eso es marchitarse, entonces uno tiene que tener las antenas bien puestas para percibir que algo de eso está ocurriendo en ti, porque de hecho ocurre a mayor o menor grado, sobretodo en los maestros, y entonces uno tiene que percibir cuando eso ocurre y enseguida enfrentar la situación.
P: ¿Se ha visto Usted enfrentado en momentos de su carrera en que ha percibido que esas gramáticas de estilo altamente reconocibles se están volviendo fórmulas, y que al notarlo ha dado giros?
R: Claro, claro, ya vas a ver por ejemplo el cuadro de los forajidos con los muñecos para que veas lo que es enfrentar ese problema dentro de esa tendencia que nació en 1968 –y que la sigo haciendo-, como dijo un crítico español “Viteri jamás cierra caminos”, yo no cierro caminos, he procurado abrir caminos, tampoco he pretendido ser original, que eso me parece estúpido y tonto…porque el que busca la originalidad jamás la va a encontrar, uno puede ser original a lo mejor, y esa originalidad a lo mejor ha llegado temprano, a mediana edad o a la vejez, o a veces no vendrá nunca, pero buscar la originalidad ¡jamás!
P: ¿Sin haber buscado la originalidad sin embargo, cree Usted que la ha encontrado?
R: Sí, yo creo que sí, la obra esa de los muñecos ha trascendido a todo el mundo, por esa obra mía se me conoce en todo el mundo…en realidad si tu vez no hay nada parecido en el mundo, lo cual es muy difícil, tanto en el arte como en la ciencia ser original…
P: Lo de no cerrar caminos me fue evidente al revisar la obra en su taller, en las mismas épocas se manifiestan temas taurinos, desnudos, ensamblajes con muñecos de trapo, temas con más conciencia política como lo de los forajidos, y le comentaba enantes que eso me llamaba la atención ¿simplemente son impulsos particulares que se dan al mismo tiempo?
R: Sí, se dan al mismo tiempo, yo disfruto porque creo además en la cualidad lúdica del arte, no tomarle como una lección bien aprendida, yo detesto eso de los artistas recién salidos de las academias que quieren seguir al pie de la letra y tienen terror de salirse del camino, quieren seguir paso a paso los puntitos que les enseñaron en las academias, a mi eso me trae sin cuidado.
P: ¿Ahora, dentro de todas esas líneas de producción considera que hay unas que son más “importantes” que otras?
R: Francamente no, toda la obra mía yo le encuentro que tiene un valor fundamentado en mi posición que es de ser y estar, dos verbos maravillosos, ser, soy, y estar, estoy.
P: ¿Da lo mismo la muestra de los forajidos que un desnudo?
R: No da lo mismo, son cosas diferentes, pero son parte de una integridad, y la integridad está compuesta de muchas facetas. En mi obra multifacética quizá yo tengo una visión multifacética de la realidad de mi vida y de la realidad del arte, quizá por mi formación, porque en primer lugar soy arquitecto (tengo título de arquitecto aun cuando no haya ejercido), trabajé ocho años en antropología recorriendo la sierra ecuatoriana, los pueblitos, haciendo investigación de campo (tengo título de profesor e investigador de campo en antropología), me inicié en el budismo zen hace más de 50 años, he sido un estudioso de la historia, y paralelamente de la genealogía como ciencia auxiliar de la historia, además de la filosofía…
P: ¿…y toda esa experiencia está reflejada en su trabajo?
R: Sí, por eso esta obra de los muñecos es difícil, tú la lees muy bien cuando haces la lectura del cuadro Autorretrato con amigos, ¿pero cuantos hay como tú? La gente pasa por encima las cosas, dice: “me gusta, no me gusta”, si el gusto no tiene nada que ver con el juicio estético, una cosa puede gustar y ser mala, de hecho muchas cosas que gustan son malas, y pasa lo contrario también…
P: Totalmente de acuerdo, ha dicho un par de verdades que si en este país las entendieran bien las cosas fueran distintas en el circuito del arte. Alguna vez leí un comentario suyo en el sentido de que la Historia del Arte del Ecuador en realidad no está escrita…
R: …no está escrita
P: ¿A qué se refería con eso?
R: A que en el Siglo XX en realidad no hay Historia del Arte porque los artistas son gente que no se ha ocupado de escribir y no se ha ocupado de hablar porque su papel es otro: el papel de los artistas es pintar con sus pinceles, esculpir con sus instrumentos de trabajo, pero no escribir ni hablar, y como no se han sentido capacitados para eso pidieron a los intelectuales, a los escritores, a los novelistas, a los poetas que les den inaugurando una exposición o escribiendo algo sobre ella, entonces lo que se ha escrito y lo que ha quedado es literatura, no juicio crítico ni histórico, no ha habido Historia del Arte. Yo creo que ahora hay gente nueva, gente joven que se ha preparado en Europa, en Estados Unidos, entonces es el deber de ellos…yo respeto muchísimo a los escritores, pero no conocen como puede conocer un artista, pero el artista no habla, el artista no escribe… en el Ecuador hace falta escribir porque a veces ha sido la parte política, o la cuestión de conveniencias de tipo de amistad o de regionalismo…hemos trabajado con un provincianismo tremendo.
P: ¿Habría figuras que están entonces sobre-dimensionadas, y otras que están valoradas menos de lo que se merecen?
R: Absolutamente.
P: ¿Cree que el mercado ha sido el gran “ente maligno” para efectos del devenir del arte moderno en el país?
R: Es parte del mal, tú lo dices bien, por otro lado yo creo que hay una falta de consistencia intelectual, de conocimiento, de fundamento, de la teoría del arte, de la filosofía del arte, son gente poco erudita, conocen poco, han leído poco…es una pena, por un lado es la cuestión comercial -la necesidad-, por otro la falta de consistencia ideológica (no política) del arte.
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