jueves, enero 29, 2009

La Niña Graciela - Graciela Guerrero









LA NIÑA GRACIELA

X. Andrade

Durante las festividades de fin de año, la Meca de los monigotes --la calle 6 de marzo, en el Guayaquil de verdad-- incluyó uno particular: el que Graciela Guerrero comisionara a un artesano para que realizara una serie de muñecas a su propia imagen y semejanza. Habiendo estado ella misma presente a guisa de vendedora y referente directo de este particular “año viejo”, curiosos compradores se preguntaban sobre lo mal que debía haberse comportado Graciela para querer quemarse a si misma.

El cortocircuito creado fue exitoso comercialmente (el tiraje de 50 muñecas fue agotado, la pequeña inversión realizada recuperada), y habla del sentido procesual que viene desarrollando gradualmente esta artista visual, una de las más prolíficas entre la más joven generación. De hecho, la atención que ella deriva de la vida social de las imágenes en el contexto urbano informa su práctica de distintas maneras: ha hecho uso de calcomanías destinadas a la circulación vehicular para mofarse del racismo oficial de la ciudad, ha cubierto el territorio de los rotulistas del Cementerio General con la finalidad de apropiarse y recontextualizar su lenguaje gráfico, ha elaborado un video que tiene la finalidad de cantar “Guayaquil de mis amores” a la manera de karaoke mientras se superimpone su letra en quichua sobre las imágenes turísticas de una ciudad que niega toda contaminación racial con la presencia –el pasado y el presente—de los indígenas en su economía. Y, ahora, ha inscrito su propia representación en el singular lenguaje de los “años viejos”, camuflándose, además, entre su circulación comercial.

Los monigotes de “La Niña Graciela” –así se denominan en tanto proyecto—excavan en una tradición de larga data y recuperan una instancia de la crítica social promovida por este tipo de objetos: aquella que todavía se hace –a pesar de los cambios promovidos por la fijación creciente en iconos globales del cine y la televisión—sobre personajes concretos: el vecino del barrio y la tendera de la esquina, por ejemplo, aunque sean, hoy por hoy, especies en extinción. Por último, la gloria final de “La Niña Graciela” se relaciona con la política de lo visual al sugerir un paralelo con la Narcisa de Nobol, con los monumentos y la profusión de imágenes de la más reciente de los créditos ecuatorianos incorporados en la máquina de santitos del Opus Dei.

http://www.eltelegrafo.com.ec/zonaciudadana/firmaancla/archive/zonaciudadana/firmaancla/2009/02/17/La-ni_F100_a-Graciela.aspx

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