miércoles, noviembre 13, 2013

Ricardo Coello Gilbert - El Peregrino de Arena / NoMínimo, Guayaquil


[Documentación fotográfica: Rodolfo Kronfle Chambers]




El camino de los susurros
Madera, cenizas, pigmentos y cerámica
Dimensiones variables
2013


Trodden (Recorrido)

Papel, madera, piedras

Dimensiones variables
2013


El principio de la eternidad
Planta y papel
Dimensiones variables
2013

Eclesiastés 7, 26(Anagrama)
Madera
Dimensiones variables
2013


El demiurgo
Cerámica, pelo, cabuya y papel
10x100x6 cm. apróx.
2013



 El Rostro de Dios
Lápiz sobre papel
13x48 cm.
2013

La extraordinaria Señora cabeza de chancho
Acrílico sobre lienzo
70x100 cm.
2013

La última pregunta
Corrector sobre papel
17,3 x 24,4 x 6 cm.
2010

El texto original de “La historia del Arte” de E.H. Gombrich
 ha sido borrado exceptuando ciertas letras,  con éstas se
lee  ahora el cuento “La última pregunta” de Isaac Asimov.



El custodio (o el creador) del laberinto (o del universo)

Acrílico sobre lienzo

80x100 cm.
2013 

El fin de todas las certezas

Lápiz sobre papel y piedras

35x14x20 cm.
2013 





El trazo del errante 
Lápiz sobre papel
451x173 cm.
2013

EL PEREGRINO DE ARENA
Por Oscar Santillán 

Luego del fin no proclamado del colectivo Lalimpia (2002-2009), del cual Ricardo Coello fue uno de sus motores fundamentales, su práctica artística individual se ha constituido en un encuentro complejo de reflexiones y sensibilidades. De hecho los referentes del artista provienen con mayor prominencia de la literatura y las ciencias antes que de las artes visuales propiamente.

Haciendo uso de todas las licencias poéticas necesarias, su trabajo podría entenderse como una traducción –mas no una ilustración– de los temas recurrentes del escritor argentino Jorge Luís Borges, el laberinto, lo infinito,  escenarios paralelos, la memoria y el olvido. De allí que en esta muestra el espectador se encuentre precisamente con laberintos, dibujos que se prolongan más allá de sus límites, una figura de alguna civilización hipotética mirándose al espejo, o un libro que ha sido “forzado” a contar una historia para la cual no fue escrito.

También empiezan a aparecer intereses por releer la narrativa cristiana. Así, Ricardo crea un anagrama ingenioso a partir de un versículo bíblico, proponiéndonos el texto religioso como campo de invención crítica. Las lecturas de pensadores contemporáneos, los “nuevos ateos”, tales como Richard Dawkins y Lawrence Krauss son sin duda motivaciones importantes del artista para introducir este nuevo filo crítico en su trabajo.

Entonces, Ricardo apela al misterio como aquello presente en la realidad pero situado más allá del conocimiento presente. Lo que encontramos en su aproximación no es el misterio en su acepción sobrenatural u oscura, sino una invitación a especular sobre lo posible dentro del territorio de lo posible, y este reto es sin duda uno muy complejo y bienvenido.





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