miércoles, agosto 04, 2010

Raros peinados nuevos - Rodolfo Kronfle Chambers



 Paul Pfeiffer
"The Long Count (Rumble in the Jungle)," details
2001
Digital video loop, LCD monitor, DVD player, and metal armature, 6 x 7 x 60 inches 
[contribución simbólica de Óscar Santillán - 6/agosto/10]

RAROS PEINADOS NUEVOS

A) BOXEO DE SOMBRA

Avanzamos en la segunda mitad del 2010 con un interesante panorama: en la década pasada la “Larga Noche Neoliberal” fue para los artistas el sparring perfecto para ensayar todo tipo de golpes: los directos y viscerales, los fríos y estratégicos, los mañosos, los reglamentarios sofisticados y los burdos bajo la cintura.

A ese sparring, al cual todos amaban odiar y ya lo habían cogido de “chuque”, le serrucharon el piso…no les alargo el cuento: tomó su lugar otro llamado “Revolución Ciudadana”, un pana nuevo, aparentemente buen dato y pilas, su conversación se sintonizaba con lo que muchos de los artistas boxeadores decían; esta coincidencia ideológica les dificultó a los que quisieron seguir entrenando “volar como una mariposa y picar como una abeja”. Aquello provocó que varios colgasen los guantes, después de todo a este nuevo adversario no inspiraba molerlo a puñetazos como al anterior, se hizo más difícil contradecirlo, se requiere más astucia, más sutileza, e implica riesgos mucho más serios. Unos cuantos se han quedado en el cuadrilátero sin embargo, haciendo gráciles rodeos, tasándolo, midiéndolo, porque sospechan de su comportamiento deportivo, creen que tras lo bonachón se esconde algo oscuro, algo que debe ser desenmascarado. Están esperando que baje la guardia, que deje de posar, que se revele.  Son los rounds de estudio.

Varios novatos que fueron entrando al gimnasio miran de lejos con muy poco interés esos insípidos conatos de lucha que han dejado en el galpón una atmósfera aletargada; después de todo una confrontación debe contener rabia y saña (mejor aún si esta es de carácter intelectual)…. debe ser virulenta, a finish, como se dice. Y por más de que conozcan los episodios más célebres que ahí se gestaron, sienten que esas memorias, a pesar de su cercanía, ya son como las anécdotas cansinas que repiten eternamente sus padres. Aburren.

En este gimnasio algunos de los nuevos inscritos optan por abrir las ventanas, no se quieren intoxicar respirando el aire enrarecido, prefieren además boxear con su sombra, o a lo mucho terminar de roer el viejo punching bag que tantos otros, por décadas, se han cansado ya de sacudir… se quieren lucir brincando sobre el piso nomás, a un lado del ring, haciendo gala de los mejores estilos del pasado, citando a Ali, a Marciano, a Macho Camacho o a Monzón (alguno que otro recuerda a Segundo Mercado, si, aquel púgil esmeraldeño que le pegó un cabezazo a su contendor en el primer round en plena Plaza de Toros de Quito; ojo, en cualquier sitio se cuecen habas, seis años después Tyson le mordió una oreja a Holyfield).

Es ciertamente muy difícil arrancarle una combinación atractiva a ese saco, ¿una novedosa?…más fregado todavía. Aún así procuran buscarle una comisura intacta, el asunto está en realidad en los intentos, pero sus fintas violentas son gestos ya genéricos, anodinos, no encierran la fuerza que quisieran aparentar. Tampoco suscitan mucha emoción esos amagos, por más que entrenadores y panas del barrio les hagan sentir que tienen pasta de campeones. Si tan solo lograsen procurarle un rasguño por donde brote algo de la enigmática sustancia que le da consistencia a ese saco viejo, sería un logro, un trofeo de guerra para mostrarle a los nietos…

De cuando en cuando aparece alguien que se auto flagela, que se sume en su experiencia personal pegando guantazos a su rostro frente a un espejo…algunos de ellos verdaderamente conmueven, generan empatía; otros –a pesar de tomarse tan en serio- parecen no reparar en su solipsismo extremo, a nadie le importa ni que sangren, esos métodos nos tienen curtidos… “lo hemos visto todo ya” (“la fatiga enorme de la representación”, como dijo Brea), y por eso sospecho que le estamos cogiendo el gusto nuevamente a lo recherché y a las nuevas tendencias en decoración.

Estamos aprendiendo a regocijarnos en lo simple, lo banal, y procesarlo alquímicamente hasta que cumpla con nuestros anhelos de profundidad. Yo, personalmente, he decido disfrutarlo todo, convencerme de que la onda retro, cool, chic, rayado, vintage, urbano marginal, etc., está buenísima. Creo que la única metáfora posible para el arte hoy en día es la máquina esa que promocionan en la tele a las tres de la madrugada y que hace jugos súper nutritivos con lo que sea que le metan. No importa que el brebaje sepa raro, ni que el color sea sospechoso, hay que convencerse de que es bueno para uno. Lo que sí me preocupa, y en realidad no se bien porqué, es que cada vez me encuentro más y más calificando mentalmente las cosas de interesantes o no interesantes… el meollo del asunto estaría –como veremos más adelantito, en palabras de Bourriaud- en tener “una visión positiva del caos y la complejidad”.

B) PARALELOS REVOLUCIONARIOS/¿HACIA UN ECUADOR ALTERMODERNO?

La historia aquella del gimnasio, que ya la he contado un par de veces sin aderezos, puede acontecer en realidad donde sea. En los Estados Unidos por ejemplo sucedió recientemente algo que, salvando las distancias, sirve como caso comparativo, a juzgar por la insípida Bienal del Whitney, de la cual, a tan solo unos meses de haberla visto, apenas recuerdo un par de obras. El catálogo acumuló polvo desde entonces hasta que la semana pasada, por intuiciones que solo puedo definir como metafísicas, decidí finalmente entrarle al ensayo principal. A continuación traduzco unos párrafos de Francesco Bonami y Gary Carrion-Murayari, comisarios de la más reciente bienal -bautizada simplemente 2010 (¡bravo!)-, quienes se refieren a un nuevo espíritu en el arte producido en ese país.  El texto se titula, interesantemente, “The Fence and the Bridge, or Regeneration Through Art” (“La Cerca y el Puente, o Regeneración a través del Arte”, esta y todas las traducciones subsiguientes son mías):

“Con la elección de Barack Obama, las nubes se rompieron y la lluvia de la renovación cayó sobre todo el país. La presencia de una figura política que inspire y brinde confianza permitió a la gente enfocarse en sus preocupaciones íntimas de nuevo. Formas tradicionales de protesta y resistencia no fueron requeridas ya como en años anteriores cuando se sentía que los Estados Unidos estaban perdiendo su dirección moral. El año 2010 marca un momento en que el arte parece haber retornado a ciertas reglas estéticas básicas o lo que podría llamarse un tipo de auto modernidad o modernismo personal – la necesidad de redescubrir la naturaleza experimental del esfuerzo y las políticas artísticas dentro del ser para lograr comprender nuestro rol en una transformación social y cultural más amplia.”

“Varios de los artistas incluidos en 2010 trabajan dentro de este tipo de modernismo personal reconstruyendo los estilos de movimientos anteriores y trayéndolos hacia un diálogo con las tradiciones de los oficios y de lo hecho a mano. Estos trabajos, muchas veces pinturas, son auto conscientes sobre su relación con la historia, interrogando sus brechas y distorsiones mientras a la vez re-imaginan imágenes y memorias personales. Esta estrategia es tanto crítica del Modernismo como optimista sobre la posibilidad de rejuvenecer el potencial social de la abstracción. Los trabajos abstractos producidos por estos artistas están anclados en una cuidadosa consideración del proceso y un sentido refinado de la habilidad, sin embargo los trabajos culminados contienen un sentido de accidente, efimeralidad, o contingencia. Adicionalmente, estos trabajos traen a primer plano el gesto del artista aunque parezca arbitrario o mecanizado. Es incorrecto ver a este tipo de abstracción –trabada con el pasado al tiempo que confía en la coreografía y el azar- como un abrazo al aislamiento o al individualismo extremo. En lugar de aquello sugiere un cálculo primario del cuerpo en relación al mundo y un optimismo de encontrar asombro en los elementos más elementales del día a día [….]”

“Regeneración a través del arte. Se siente como si los artistas alrededor de todos los Estados Unidos están reafirmando la importancia del gesto individual en aras de producir un cambio colectivo […] mucho del trabajo que aparece en 2010 parece intensamente personal y preocupado con gestos simples y acciones cotidianas –representaciones de cuerpos e historias individuales, que pueden aparentar estar en contra de un sentido de comunidad y de responsabilidad social. De manera más precisa, sin embargo, estos artistas están construyendo modelos que puedan servir como los cimientos de comunidades duraderas y de crítica sostenida.”

El análisis me parece acertado, aunque confieso mi entendimiento limitado de la última oración, la cual siento terriblemente ambigua (inclusive más que mi farragosa metáfora del gimnasio). Me queda nomás especular sobre qué exactamente quieren decir con aquello. En cualquier caso todas estas invocaciones en torno a la modernidad me vienen intrigando hace tiempo: hace exactamente 4 años pregunté al curador Gerardo Mosquera qué pensaba sobre una contra ola a tanto arte crítico, un movimiento que bien pudiera llamarse neo-modernismo, en aquel lejano 2006 él no lo veía viable (recomiendo revisitar esa charla).

El año pasado sin embargo un evento de muy alto perfil como la tercera trienal del Tate adoptó el título Altermodern, término acuñado por su curador Nicolás Bourriaud como un movimiento con la “posibilidad de producir singularidades en un mundo cada vez más estandarizado” y “delimitar el vacío luego de lo posmoderno”. Él articula la idea de que el posmodernismo como estadio cultural ha llegado a su fin, señalando la emergencia de una nueva cultura producto de una era globalizada, un nuevo modernismo que sintetizado con el resultado de la crítica post colonial –en teoría habiendo neutralizado la hegemonía de occidente- deriva en un “altermodernismo”. Señala Bourriaud:

“Parece difícil, en retrospectiva, definir lo posmoderno de otra manera que no sea como un período de pausa y nivelación, corto como conviene a un período histórico enteramente determinado por el anterior –un pantanoso delta en el río del tiempo. Ahora podemos identificar esos últimos veinticinco años de los 1900s como un interminable ‘después’; luego del mito del progreso, luego de la utopía revolucionaria, luego del repliegue del colonialismo, luego de las batallas por emancipación política, social y sexual.”

Vale puntualizar que la posmodernidad en el arte ecuatoriano, como fenómeno palpable, tiene poco más de diez años. Creo que habría que preguntarse si en realidad nosotros estamos en ese “después”: hasta donde yo se en el Ecuador se ha revivido el mito revolucionario, estamos recontra colonizados, y estamos a un largo trecho de emanciparnos política, social y sexualmente. No obstante creo que algunas de las cosas que propone el autor nos muerden el rabo: si bien una serie de temas que gravitan alrededor de la identidad constituyeron varias de las derivas discursivas más culturalmente relevantes en la producción artística local de la pasada década, parece en efecto no que estemos entrando a una nueva fase todos en masa, sino que notemos un interés cada vez mayor –más no dominante en la escena local- en ese “nuevo universalismo que se basa en traducciones, subtítulos y doblaje generalizado”, en efecto parecería que “los artistas están respondiendo a una nueva percepción globalizada”, basta tan solo estar atento a las señales más evidentes: al menos tres de ellos bautizan sus obras en inglés.

Bourriaud parece querer obliterar la “mitificación del origen” que en su análisis ha caracterizado la segunda fase de la posmodernidad (la de rostro multicultural), donde el significado de la obra depende “esencialmente del trasfondo social de su producción”. Si bien es cierto que nos hemos sacudido ya el complejo de periferia hay que ver si en realidad es posible evadir la dialéctica de la reacción al “contexto”.

C) BOLA DE CRISTAL

Con los insumos que nos brinda la borrosa lógica del A+B trazo la cancha para situar las muestras más recientes en Guayaquil: no hay duda que las de Daniel Alvarado, Anthony Arrobo, Tomás Bejarano, José Hidalgo y Sandra González –donde converge lo experimental, lo ecléctico, lo íntimo o personal pero dentro de un clima de universalidad- habitan otro territorio que las de Pablo Cardoso, Gabriela Chérrez, Daniel Chonillo, Graciela Guerrero, Lorena Peña y Oswaldo Terreros, estas últimas afirmando la cita, la parodia, el pastiche y la invocación histórica proyectándose a partir de plataformas de lo local. Y no es que cada grupo esté perfectamente alineado, los veo más como las manchas de un dálmata, cada una con su encanto particular, con su propio destino manifiesto, sin consciencia ni reparo del patrón caótico, caprichoso y aleatorio que configura el conjunto.

La trama de la escena local se espesa y cuando las cosas se complejizan no cabe hablar tajantemente de un antes y un después, todo relato tiene sus fisuras, sus múltiples excepciones, ninguno es lineal. Se puede creer o no que tanto los nuevos brotes como las ramas marchitas de la escena sean consecuencia de los tiempos revolucionarios que transcurren en nuestro terruño, de los cambios propios de la integración global, o de ambos factores. Todas las teorías arriba citadas son potencialmente rebatibles y arrastran una historia de debates irresueltos que no cabe aquí reconstruir. El único capítulo que me aventuro a predecir para nuestra historia del arte ecuatoriano, como hecho cierto -y lo digo con irresponsabilidad temeraria- es que tarde o temprano se configurará con claridad, como fenómeno cultural, el arte que toda revolución produce en su decadencia: la nuestra ha sufrido un deterioro acelerado, ya tenemos, como confirmación anticipada, las primeras (pocas) obras que reaccionan ante ello.

Rodolfo Kronfle Chambers
Guayaquil, como pensando en voz alta, 2 de agosto del 2010

Corte!...rodar créditos y música:

Y si vas a la derecha
y cambiás hacia la izquierda...
Adelante!!!
Es mejor que estarse quieto,
es mejor que ser un vigilante.
Si me gustan las canciones de amor
y me gustan esos raros peinados nuevos
ya no quiero criticar
sólo quiero ser un enfermero.
Charly García
"Raros peinados nuevos"

José Hidalgo
Fall Down
Lápiz grafito sobre papel apuntado con vigas de madera
2010
Fall Down (detalle)
José Hidalgo
Red Gradient
Lápiz grafito y lápiz de color sobre papel
2010

A continuación:
Obras de Daniel Alvarado
Vistas de la muestra: En Plural_Paisaje viene de país viene de paisaje
Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil



A continuación:
Obras de Tomás Bejarano

Vistas de la muestra: Regresiones
Alianza Francesa de Guayaquil



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