domingo, agosto 29, 2010

Raúl Ayala - Arte Actual / Quito

RAUL AYALA
USTED ESTA AQUÍ, CARTOGRAFÍAS DEL ENCUENTRO
ARTE ACTUAL - 1 DE SEPTIEMBRE
Fotos cortesía de Francisco Galárraga





MAPA MUNDI DE ESTADOS ALTERADOS
Por X. Andrade

Agosto 20 de 2010.  Me gusta pasar por las exhibiciones de Arte Actual en días previos a su inauguración oficial.  Ello me da la oportunidad de ver distintos cortes en el proceso de su producción y montaje.  Cuando tengo suerte encuentro la sala vacía, abandonada o con las ruinas futuras de lo que se tiene en mente.  Cuando visito, dos semanas antes de su inauguración, la muestra pictórica que prepara Raul Ayala para septiembre 1 de los corrientes, encuentro a su autor en la compleja y meticulosa tarea de transcribir memorias fotográficas producidas domésticamente a una suerte de enorme mapa mundi de estados alterados.

Ayala trabaja, un viernes por la tarde, en medio de los fragmentos de lo que va creando.  Inmediatamente nos sintonizamos.  El está como a la caza de mis reacciones.  Y, yo --que atraviezo uno de aquellos momentos ideales para enfrentarse al arte en vista de mi necesidad urgente por interesarme por algo para romper un día que, por lo demás, me ha resultado increíblemente triste y anodino-- me encuentro de repente inmerso en el ojo de un huracán gráfico.  Atrapado por el movimiento y las desfiguraciones.  Confundido por la superposición de historias y por temporalidades entrecruzadas.  Algunas de ellas, al haber sido pintadas en negro, rojo y amarillo, compiten, enfrascan, defraudan a una lectura plana, traicionan a una mirada simple.  Y cuando uno se acerca para intentar atraparlas, y frenar el movimiento, ya se convirtieron en otras imágenes, igualmente inasibles.

Alucinaciones kinéticas, experimento.  En mi intento por bajar del vuelo, ya con algunos minutos de ir y venir de estos cuadros --suertes de grafiti estilo WK con desfiguraciones surrealistas a lo George Febres-- otro tipo de orden emerge:  Mi pana está interesado en el tema de la migración.  Para ello, ha entrevistado a sus propios familiares en los círculos íntimos que han creado en Italia, Canadá y Nueva York.  Los flujos globales y el tema de los migrantes ecuatorianos a escala mundial son, por supuesto, temas reiterativos del arte contemporáneo.  La obra de Ayala, no obstante, crea una forma de representación que escapa totalmente al cliché realista testimonial, favorecido en algunas de sus versiones por parte de artistas locales, y ciertamente dominante en las representaciones mediáticas.  El resultado me conmueve íntimamente, no sólo en los dispositivos de mi mirada.  Intimamente, en mis propias memorias de desplazamientos.

En la galería hay dos paredes larguísimas.  A la izquierda, se encuentra el paredón de la experiencia italiana:  silueteadas, todas ellas en blanco y negro, las fotografías de escenas domésticas que han servido de referente se han convertido en una gran ola sucesiva de imágenes humanas que se anulan a sí mismas y se confunden por la vorágine de rastros superpuestos.  Un flujo que, por el carácter de sus fragmentos, se torna en una mancha.  Personas, movimientos, visitas, conversaciones confluyen a distintos ritmos.  Nada queda de "ecuatoriano" en medio de este paisaje de contrastes monocromáticos.  Blanco y negro, sabia elección para la crudeza laboral y racial del país de la videocracia y la esclavitud modernas.

La pared de la derecha, destinada a los inmigrantes en Canadá, resemblan más a cuadros de galería, aunque, nuevamente, en el soporte propio de la pared.  Una serie de escenas individuales la dominan, en cada una de ellas el proceso de transfiguración de la memoria es diseccionado más pausadamente.  Pero solo aparentemente puesto que el conflicto y el movimiento otoñal que generan el colapso del negro, el amarillo y el rojo sobre un otrora inmaculado blanco resultan en una competencia incesante para entender los intentos de escape de los sujetos entre sus múltiples sombras y ánimas.  Su huída, el retorno siempre fragmentario o momentáneo de sus voces a través de chats o teléfonos, la distancia que desfigura los recuerdos de Ayala sobre sus parientes, la memoria de conversaciones que se encuentran solamente en las intersecciones de los cuerpos.  Tiempos entrecruzados.  Esquinas que atrapan conversaciones incoherentes.  Puntos referenciales en el mapa de un paisaje de desencuentros.

Ayala me explica, durante mi visita guiada, que todo es al revés a lo que yo ahora, posteriormente, entiendo:  a la izquierda es Canadá, a la derecha Italia, y, al fondo Nueva York (que al momento de este recuento todavía está por montarse).  Mi relectura --explícitamente errónea-- por lo tanto, debe ser vista como un efecto secundario del huracán de estados alterados en el que me ví envuelto.  Como fuere, quedo con la pura gana que me hará revisitar la muestra en uno de aquellos días en los que ya nadie la atienda.  Con la necesidad de determe, recostarme, y permanecer silencioso para enfrentarme nuevamente al impacto de estas paredes que hablan, que se agitan, que huyen, seres buscando una arquitectura menos claustrofóbica.  Inmerso como en una suerte de gran sarcófago dedicado a quienes están lejos por tratar de estar cerca.  Como esperando mi propia muerte, la de mis familiares migrantes, la de mi memoria pasada en lugares lejanos.  Horizontal, momento de mi encuentro cartográfico.

1 comentario:

  1. Encuentro estas dos entregas estupendas. La de Kronfle sobre Jaén, (aunque pienso que Jaén se ha nutrido en mucho de cierto tipo de imágenes del reciente arte ecuatoriano). El artículo de X. Andrade es especialmente bueno, me gusta su cadencia, su forma de relatar, el "demeanor" la experiencia de estar ahí.
    Saludos
    Ana Fernandez (Miranda Texidor)

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