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“Language is a virus from outer space”
William Burroughs
La obra es una
serie de aproximadamente 300 dibujos que unidos conforman una sola pieza
horizontal, que tiene una extensión aproximada de 60 metros de largo. El hilo
conductor de esta serie es un horizonte hecho a máquina de escribir, común para
todos los dibujos. Explicado de otra forma: el piso que brinda el sustrato para
los dibujos son miles de miles de letras sueltas, provenientes de una máquina
de escribir antigua, letras que forman un horizonte que sostiene a las imágenes
simbólicas que habitan sobre ellas.
Esta acumulación
de letras es el símbolo central de la obra, sin embargo, nunca conforma palabra
o concepto alguno, simplemente es la sustancia inmaterial que sostiene a esta
serie de símbolos (representadas por lo
dibujos). Este sustrato es un terreno de formas variables, que aunque siempre
plano y horizontal, se transforma en diversos elementos: a veces funge como
tierra, a veces como agua, a veces como polvo; a veces como éter. Es una representación silenciosa sin palabras que contaminen o siquiera
insinúen posibles interpretaciones. Es en este hábitat donde los seres y símbolos
gráficos se asocian para armar narrativas, contar historias, denunciar hechos, narrar triunfos o tragedias, o simplemente
estar presentes o ausentes. Todo esto de
forma simultánea, tal como en la “realidad”: un mundo donde todo acontece al
mismo tiempo.
Cada uno de los
dibujos que habitan este mundo plano, son símbolos gráficos escogidos para
representar una serie limitada pero extensa de posibilidades simbólicas y
emocionales, que a medida que se asocian, conforman una sucesión de hechos
simultáneos, algo aparentemente contradictorio a nivel de lenguaje, pero posible en este formato debido a que una
de las intencionalidades de la obra es conectar el todo y excluir los “saltos”
o “vacíos” dentro de una serie de fragmentos; y conformar así una sola obra de
grandes dimensiones.
La obra
comprende un recorrido extenso acerca de una diversidad de temas, que en
algunos casos se encuentran aislados y en otros formando narrativas. Todos
estos planteamientos se encuentran
conectados por este horizonte común que
sustenta estos símbolos que
abarcan muy variados hechos y situaciones.
El símbolo es
expresión de aquello que comunica lo que en último término puede ser
transmitido por la palabra, pero el símbolo no solo apunta a esto, sino que
está impregnado de una segunda intencionalidad: lo indescriptible se comunica
dentro de un sistema, la importancia de cada símbolo se da por la posición que
ocupa en el conjunto.
Esta obra
pretende interpelar acerca de las formas tradicionales del lenguaje, para tratar
de alcanzar un nivel diferente de acercamiento a la “realidad”: lo que generalmente
llamamos intuición, esa forma de entendimiento que muchas veces no
alcanzamos a definir, ese no lenguaje que
comprende y conecta los acontecimientos o saberes sin necesidad de
explicaciones.
Su meta es
cuestionar la funcionalidad del lenguaje, ese fenómeno que sintetiza nuestra
existencia y al sintetizarla la reduce.
A la vez esta
obra pretende ir más allá en la forma tradicional de presentar exhibiciones, al
mostrarse como una sola obra continua donde el espectador no salta de una
imagen a otra, sino que recorre un trayecto de principio a fin, la intención de
este formato es la de enganchar al espectador para retener su atención más allá de los
consabidos 20 segundos. Personalmente lo equiparo a la observación de una
película de cine, con la diferencia de
que la cinta está extendida de manera
horizontal en un espacio amplio, presentada de forma estática y es el
observador quien debe recorrer su
extensión.
Pablo Gamboa Santos
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REGISTRO: Cortesía Pablo Gamboa
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