Registro: Rodolfo Kronfle Chambers
Todas las obras: 2014 / 200x200cms / Acrílico, Làpiz y Lava Gel
Se Anuncia....II
Deja que suceda I
Deja que suceda II
El Desconocido del Bosque
El concepto se hizo humo
Ángel Guardián I
Se Anuncia... I
Ángel Guardián II
CONVERSACIÓN CON MARCELO AGUIRRE
10 DE JUNIO DE 2014
Rodolfo
Kronfle: Siempre me gusta hacer algo de historia primero, si mal no
recuerdo no expones en Guayaquil desde el 2007, aquella muestra en el MuseoMunicipal que tuve el gusto de coordinar y comisariar....hay un evidente cambio
de tono entre aquella y esta reciente, siendo la primera de corte mucho más
crítico y hasta visceral, y esta que se me antoja llena de experiencias a su
vez vivenciales pero más introspectivas: ¿qué me puedes comentar sobre cómo
abordaste esta serie? Los formatos parece que los has trabajado específicamente
para el espacio donde funcionan muy bien....
Marcelo
Aguirre: El aburrimiento y la fatiga fueron detonantes para el cambio. Variaciones
sobre un mismo tema, autorreferencial, parto de mi cuerpo, mi voz, mi
sensualidad, trabajo desde lo sensorial, se sobreponen capas de experiencias. Pasado
y presente simultáneamente, muerte y vida simultáneamente. Deja que suceda,
deja que caiga, deja que tu cuerpo te sorprenda.
El formato necesariamente
grande, entrar y salir del cuadro, el gesto vivenciado con todo el cuerpo.
Primer cuadro de la serie:
surgen los cuervos, se anuncia la muerte. Segundo cuadro: el ángel guardián, la
protección, aparición y alivio.
RK: Aquel "Ángel
Guardián" es inevitable para mí asociarlo a las experiencias que has
vivido con tu salud por ejemplo....¿pensar que estuviste al borde de algo tan
grave tal vez?
MA: Con el cáncer no
tiene que ver, esta ultima serie nace desde lo sensorial, lo sensible, lo
intuitivo.
RK: ¿Los fuiste
pintando con alguna lógica secuencial? ¿Tienen un orden particular?
MA: Si, hay un guión
visual que se fue construyendo por sí solo, las imágenes, situaciones, me llevaban
al siguiente cuadro. Estados de tensión y liviandad, marcan el ritmo: cuervos
negros, ángel guardián, deja que suceda, el concepto se hizo humo, etc.
RK: Hablemos del
autorretrato en sí, tal vez junto a Jorge Velarde serías uno de los artistas de
tu generación que más ha cultivado el género, hiciste un par para la muestra deretratos en El Container (Quito, 2011) y recuerdo un par más en la muestra
colectiva La Huella de Europa (Quito, 1995), uno de los cuales atesoro en mi
colección de autorretratos....¿qué te atrae del género? ¿porqué te llama
recurrentemente?
MA: El autorretrato
tiene que ver con volver a desnudarse, sin máscaras, mostrar la fragilidad del
cuerpo, del rostro en tu mirada, mirarse para encontrarse con el otro.
RK: Aquí sigues
explotando el potencial alegórico de las figuras animales que has empleado
siempre (perros, sapos, etc.)....el cuervo es el prominente en esta muestra,
obviamente resulta ominoso en "Se Anuncia I y II" y en las obras
sobre papel donde los animales están transformados en figuras casi
macabras....¿qué tan afinada está la intención significante en ellos? ¿o se
proyectan sin rigidez semántica?
MA: Cada animal
tiene su poder, su espíritu, él te encuentra: estando en el páramo el halcón (espíritu
libre) me encontró, y me reconocí en él: su poder libre y visionario.
No puedo dejar de pensar en
Hitchcock o Edgar Alan Poe, pero no hay una intención directa, parecería que siempre
han habitado en mí.
RK: Y la última
pregunta Marcelo: el cuadro titulado "El concepto se hizo humo" se
sitúa en un lugar un tanto más críptico -aunque muy sugerente- que el resto ¿qué
me comentas sobre aquella imagen?
MA: Tiene que ver
con un momento de mi pasado, cuando me lo fume todo, de ahí que el concepto se
hizo humo.
RK: ¡Muchas gracias
Marcelo por tu tiempo!
MA: Gracias a ti, abrazo.
Aguirre: la liberación impregnada sobre la tela
Por Damián De la Torre Ayora
“La
angustia es una condición necesaria de la liberación”,
aseguraba Alexandre Kojève. Esto podía avizorarse en las más recientes
propuestas de Marcelo Aguirre Belgrano (Quito, 1956). Se miraba, por ejemplo,
en su serie Mutantes, la metamorfosis
de los seres expuestos a un constante cambio. Una obra intimista que surge
entre el encuentro de su viaje realizado hacia la India y la cultura amazónica,
donde los seres míticos regresan como una reflexión ante la naturaleza
cambiante que nos invade.
El proceso de cambio interior también podía
mirarse, con menor vértigo, en su muestra Paisajes,
donde la ironía permitía burlarse de la sociedad, pero además se convertía
en el instrumento para aprender a burlarse de uno mismo: Aguirre, canino por
excelencia, aprendía que a su aullido le hacían falta alas para volar y
entregar su mensaje, tal como refería su propuesta audiovisual Palomas mensajeras que enseñó por
entonces, febrero de 2012, en Arte Actual, en Quito.
Después llegaría la exteriorización máxima de
su viaje interior, travesía humana que ha sabido expresarla a través del arte,
convirtiendo su obra en una bitácora de vida. Su serie Ancestros, una impresionante muestra que desmorona el paradigma de lo
alucinante al presentar esta sensación a través del color en su estado puro
–que se envuelve bajo la figura del círculo-, representaba las visiones que
enjaulaba Aguirre.
Ahora, al contemplar las ocho pinturas que
arriban a Guayaquil, donde se suman las ancestrales Cocodrilo y Rinoceronte,
se observa a un hombre liberado. Aquello se sintetiza en las vitales pinceladas
de dichas obras, donde la transparencia se impregna con total soltura. Una propuesta
conmovedora, donde los fantasmas se desvanecen, donde la memoria está latente,
aunque se exorcice parte del pasado.
Los acrílicos corren libres por la tela, cual
cauces de ríos sobre las praderas, bañando los autorretratos desnudos del
artista, quien se desdobla para vivir en plenitud y unidad con la naturaleza.
La tensión se va disipando en el gesto hasta dar el paso definitivo para que el
recuerdo deje de ser nostalgia y se transforme en un acto de liberación.
Con esta propuesta, el artista provoca un
juego alterativo en el espectador, un diálogo externo entre obra y observador,
así como una conversación íntima con uno mismo, pues los fantasmas de la
humanidad coinciden y suelen seguirnos como una sombra. En el caso de Aguirre,
parecería que el Sol le ha sonreído y su destello permite reconocernos.
San
Antonio de Pichincha, mayo de 2014.
Una mirada íntima a espacios cotidianos
tradicionalmente censurados. Una
posibilidad de subvertir, desde el lienzo, el cuerpo y sus significantes. Tonos sutiles en trazos intensos, cuerpos difuminados
en posibles encuentros y desencuentros varios.
Alas, aves, figuras, bordes que anuncian caídas más bien prósperas. Un archivo de memorias entretejidas, deseos
intangibles, posibilidades corpóreas maleables, una historicidad subjetiva
convertida en narrativa visual. Un
cuadro íntimamente cuestionador, posicionalidades franqueables, alteridades en
entre dicho. El cuerpo en archivo de sus
prácticas y convenciones culturales, una propuesta arriesgada, encarnada,
literal y figurativamente es la que nos trae Marcelo Aguirre.
María Amelia Viteri
No hay comentarios.:
Publicar un comentario