Cucharita
2013, óleo sobre tela, 29.8 x 37.5 cm.
Corazón
2013, óleo sobre cartón, 98.5 x 73.5
Cerebrote
2013, óleo sobre cartón, 99.5 x 73.5
Robot 2
2014, óleo sobre tela, 165 x 125 cm
Embudos
2014, óleo sobre tela, 115 x 90 cm
Piero Aycart
2013, óleo sobre tela, 115 x 170 cm.
Gallo fumador
2014, óleo sobre tela, 120 x 80 cm
Hombre saludando
2013, óleo sobre madera, 20.5 x 18.3 cm
Café para dos
2013, óleo sobre tela, 40 x 40 cm
La lupa
2013, óleo sobre tela, 50 x 40 cm
Robot 1
2013, óleo sobre masonite, 50 x 35 cm.
Maniquí plañidero
2011, óleo sobre tela, 80 x 40 cm.
Algodón de azúcar
2013, óleo sobre masonite, 69 x 45 cm
Penígero penitente
2011, óleo sobre tela, 99.5 x 57.8 cm
Sirena lectora
2013, óleo sobre tela, 66 x 70 cm
Muñeco saludando
2013, óleo sobre tela, 60 x 50 cm
Monólogo
2014, óleo sobre tela, 46 x 36 cm
Luna voraz
2011, óleo sobre tela, 50 x 70 cm
Boceto de Sirena lectora
2012, acrílico sobre papel, 24.5 x 30.4 cm.
Boceto de Dibujo Anatómico
2014, grafito y acrílico sobre papel, 30.5 x 23 cm.
Insecticida (R. Mutt)
2014, acrílico sobre papel, 38.2 x 25.2 cm.
Dibujo Anatómico
2014, tiza pastel y acrílico sobre papel, 222.5 x 186.2 cm
Autorretrato
2013, óleo sobre cartón, 31.4 x 77.3 cm
Reposo
2013, óleo sobre tela, 90 x 130 cm
Anabela en la playa
2012, óleo sobre madera, 46.2 x 46 cm
Retrato de Anabela a contraluz
2013, óleo sobre cartón, 67 x 66 cm
Cristo
2013, óleo sobre madera, 35 x 27 cm.
Buen Pastor
2013, óleo sobre madera, 35 x 43 cm.
Pantócrator
2014, óleo sobre madera, 69 x 37.7
Rody Kronfle
2012, óleo sobre madera, 49 x 39.7 cm
Caroline Blackwood fumando
2014, óleo sobre sintra, 44.4 x 61.1 cm
Hombre fumando
2014, óleo sobre tela, 40 x 50 cm
Solaz
2011, óleo sobre tela, 176 x 126 cm
Once pinzas
2014, óleo sobre tela, 125 x 165 cm
La ventana
2013, óleo sobre papel y grafito sobre papel, 29.7 x 21 cm c/u
Ayudante de mago
2014. Tiza pastel y acrílico sobre papel, 145 cm x 338 cm. c/u
Soledades, peregrinajes y otras
pinturas. La obra última de Jorge Velarde
Julio
César Abad Vidal[1]
La
exposición Slow Painting presenta un
catálogo de las claves de la obra de Jorge Velarde (Guayaquil, 1960): la
presencia notable de autorretratos dramatizados, su ecuménico amor al arte de
la pintura (en esta ocasión sus referentes son los iconos bizantinos[2]
y la obra de Magritte[3]),
los retratos de su círculo afectivo (aquí –y en tantas ocasiones–, siempre, su
esposa Anabela) y los realizados por encargo, cuya ejecución resulta a Velarde,
como ha confesado, tan gravosa.
Velarde
ha elegido como divisa para su exposición Slow
Painting (“pintura lenta” o “pintura
pausada”) al icónico Solitario George, ejemplar de una especie de tortuga
gigante autóctona del Archipiélago de Galápagos[4].
Con la muerte del espécimen en 2012, y pese a los esfuerzos de los científicos
por conseguirle descendencia, que resultaron todos ellos infructuosos, su
especie, la tortuga gigante de Pinta (Chelonoidis
abingdoni), se extinguió. La elección de la tortuga, tan famosa que incluso
tenía nombre propio, no resulta en absoluto inocente, y está surcada por el
humorismo un tanto amargo que se halla en buena parte de la producción de
Velarde.
En
primer lugar, el caparazón de la tortuga ha sido sustituido por una paleta de
pintor (un motivo que sirve a Velarde en numerosas ocasiones como un
procedimiento visual de sinécdoque)[5].
La paleta se convierte así en una suerte de coraza con la que el pintor se
protege de las embestidas de un mundo que pretende comprender con el ejercicio
mismo de su trabajo. Una soledad que resulta pareja a una actitud bronca ante
el mundo[6].
En segundo lugar, la identificación del oficio con la lentitud parece llamar la
atención sobre una resistencia al imperio de la hiperaceleración del
hipercapitalismo nuestro. En tercer lugar, la extinción del espécimen estaría
considerando la amenaza del arte pictórico por la cohorte de asesinatos en
grado de tentativa que, desde diversas plataformas de la teoría del arte, ha
intentado certificar su muerte en un número tan impar de ocasiones como
contestado por la realidad de la creación contemporánea. Y, finalmente, existe
una suerte de autorreferencialidad, que resulta pertinaz en su obra, y que en
este caso procede a una identificación del protagonista de su emblema, la
tortuga gigante George, con el pintor. Una identificación para la que recurre a
sus mismos nombres; la exacta traducción del nombre inglés George es, en
español: Jorge.
[1] El Dr. Julio César Abad
Vidal es Investigador Docente del Proyecto Prometeo (Secretaría de Educación
Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación de la República del Ecuador) en la
Facultad de Artes y en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Cuenca. Agradecemos al Proyecto Prometeo de la
SENESCYT por su patrocinio en este trabajo.
[2] Así ocurre en Buen Pastor (2013, óleo sobre madera, 35 x 43 cm) y en Pantócrator (2014, óleo sobre madera, 69 x 37, 4 cm).
[3] Mediante el juego visual que establece
la confusión entre el dulce que come la protagonista y las rosadas nubes,
idénticas a aquél, que pueblan ordenadamente el cielo en Algodón de azúcar (2013, óleo sobre tela, 68,5 x 45 cm). Nubes,
juegos visuales y elementos ordenados en el cielo abundan (en ocasiones
simultáneamente) en la obra de René Magritte.
[4] La imagen se basa en su pintura El Solitario George (2009, óleo sobre
tela, 70,5 x 109 cm).
[5] El más notable de los cuales, tal vez
sea Dibujo anatómico (2014, óleo, pastel y acrílico sobre papel, 210 x
186 cm), un busto de perfil, autorretrato de Velarde, en el que la
distribución de su cerebro se establece en campos cromáticos, lo que consigue
superponiendo una paleta sobre su cabeza en la que están escritos, en lugares
de regiones cerebrales, nombres de colores.
[6] No de otro modo puede entenderse el
gesto insultante que dirige al mundo con su mano en su obra Mano del artista para ser leída (2013, óleo sobre tela, 35 x 25 cm)
presente en la exposición. El título de la obra aparece pintado en el término
inferior de la composición, del mismo modo que lo hacía esta indicación “MANO
DEL ARTISTA PARA SER LEÍDA, diciembre 28 1999. JORGE VELARDE” en una pequeña
pintura al óleo sobre tabla que tituló Cuestión
superflua. La pintura muestra la palma de su mano izquierda, es decir, que
exhibe las líneas de la mano, cuya lectura, en la que se algunos creen, Velarde
considera, de acuerdo con su título, nimia.
Registro fotográfico: Rodolfo Kronfle Chambers
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