jueves, diciembre 19, 2013

Gabriela Fabre : Andrea Vivi Ramirez / Una habitación propia, Guayaquil


Gabriela Fabre
56 días
Instalación de dibujos 
Dimensiones variables
2013












Gabriela Fabre
Mayo (Serie fotográfica)
Fotografías
21 cm. X 15 cm.
2013

Gabriela Fabre
Mayo (Serie fotográfica)
Fotografías
60 cm. X 40 cm.
2013
Gabriela Fabre
Medianeras
Video (fragmento)
2010-2013
Medianerapieza para piano compuesta por Ángeles Terreros
e interpretada por Seul Lee.
5 minutos
2013
Andrea Vivi Ramírez Cabrera
Sin título (emplazados en el espacio)
Acrílico sobre lienzo e hilos pintados
80 cm. X 80 cm.
2013


Andrea Vivi Ramírez Cabrera
Paisaje doméstico
Acrílico sobre lienzo e hilos pintados
240 cm. X 50 cm.
2013

Andrea Vivi Ramírez Cabrera
Femineidad
Muñecas de porcelana intervenidas
20 cm. X 20 cm
2012 - 2013


Andrea Vivi Ramírez Cabrera
Bitácoras (serie en proceso)
Acrílico sobre lienzo e hilos pintados
20 cm. X 20 cm
2013


Una habitación propia, o juntas pero cada una su lugar 

Las habitaciones difieren radicalmente: son tranquilas o tempestuosas; dan al mar o, al contrario, a un patio de cárcel; en ellas hay la colada colgada o palpitan los ópalos y las sedas; son duras como pelo de caballo o suaves como una pluma. Basta entrar en cualquier habitación de cualquier calle para que esta fuerza sumamente compleja de la feminidad le dé a uno en la cara. ¿Cómo podría no ser así? Durante millones de años las mujeres han estado sentadas en casa, y ahora las paredes mismas se hallan impregnadas de esta fuerza creadora, que ha sobrecargado de tal modo la capacidad de los ladrillos y de la argamasa que forzosamente se engancha a las plumas, los pinceles, los negocios y la política. 

Virginia Wolf, “Una habitación propia”, Editorial Seix Barral, Biblioteca Fomentor, 1929, presente edición 2008 

Problematizar lo femenino y sus exigencias como discurso no es cosa sencilla; tampoco lo es lidiar con su condición político-ideológica como ismo (más bien en plural pues existen diversos feminismos) y el peso de su genealogía; más aún no es fácil discernir los imaginarios, sensibilidades, performatividades y afectos que damos por sentado, participan de lo femenino. Ninguna de estas operaciones reflexivas son ineludibles o indispensables… A menos que ejercites una actitud crítica y/o te identifiques, participes o interlocutes con algún ámbito de lo femenino

Ubicar lo femenino como algo correspondiente al “ser mujer” es limitar las posibilidades que tiene lo femenino para manifestarse; no aspiro a insertar todas esas posibilidades o 
caracterizarlas, pues lo primero es imposible y lo segundo limitante. Lo que sí es cierto es que el sexo aún define/condiciona expectativas culturales muy diferenciadas sobre nuestro “deber ser” como individuos, y en ese sentido nacer mujer plantea una participación inevitable en lo femenino

Winnie enterrada hasta el cuello, sombrero puesto, ojos cerrados. Ya no puede ni volver, ni bajar, ni levantar la cabeza, mira al frente inmóvil durante todo el acto. Movimientos de los ojos como se indican. 
Bolsa y sombrilla en el mismo sitio que al principio del primer acto. Revólver bien visible sobre el montículo a su derecha. 
Pausa larga. 
El timbre suena estridentemente. Abre los ojos inmediatamente. El timbre se para. Mira fijamente al frente. Pausa larga 

WINNIE: Salve, sagrada luz. (Pausa larga. Cierra los ojos. El timbre suena estridentemente. Abre los ojos inmediatamente. El timbre se para. Mira fijamente al frente. Sonrisa. Pausa. Fin de sonrisa. Pausa larga.) Alguien me mira todavía. (Pausa) Se preocupa por mí todavía. (Pausa) Eso es lo que me parece tan maravilloso. (Pausa

BECKETT Samuel; “Los días Felices”, Ediciones Cátedra, 1961, presente edición 1999 


En contraste: Lo ineludible del sexo cuando nacemos no es proporcional al proceso de construcción de ese horizonte de expectativas que le “pertenece” a cada género; su construcción ha sido resultado de conflictos de poder entre géneros, de ponderación de modelos de representación, de ocultamientos y de fugas. 

Hasta qué punto nuestras maneras de sentir, pensar, actuar, ser y estar en el mundo se estructuran desde esas economías de la representación dadas y construidas colectivamente; ¿Qué tanta responsabilidad han tenido las imágenes y el arte?; ¿Qué nivel de alcance o pertinencia tiene hacerse estas preguntas desde el ejercicio artístico? ¿Cómo negociarlos y abordarlos? Después de todo lo que se ha pensado, discutido, dicho y escrito ¿Aún es válido hacerse preguntas en torno o desde el género o las nociones culturales de femenino o masculino?.... 

“No trates de ser estupenda, sino lo contrario. Crea tu mundo, tuyo y de nadie más… Tienes que practicar como si fueses estúpida, tonta, irreflexiva, vacía… Intenta hacer ´obras malas´. Lo peor que se te ocurra y observa lo que pasa, pero sobre todo relájate y mándalo todo al diablo.” 

LE WITT Sol, correspondencia (consejos) dirigida a Eva Hesse, 1965 

El pensar la otredad se plantea desde la epifanía post-moderna en torno al poder, su praxis crítica y sus mecanismos (¿bienpensantes?) de visibilidad política; y, aunque el ánimo deconstructor de los paradigmas culturales nos develó (hace rato ya) la naturaleza artificiosa e histórica de la fórmula masculino-femenino, eso no le confiere a dicho binomio ni obsolescencia ni distancia objetiva absoluta. 

Las preguntas por aquello que constituyen las femineidades o las masculinidades han dejado de estar tácitamente vinculadas con ser mujeres o ser hombres, es cierto; los procesos de derechos civiles, la revolución sexual, las luchas feministas y los activismos GLTBI han aperturado respuestas posibles que desdibujan esas fronteras otrora sistémicamente tan unívocas. Pero es a nivel vivencial donde las delimitaciones e interrogantes en torno a lo femenino y a lo masculino mantienen latente, dinámica y en ejercicio esa visión binaria del mundo; pues son caracterizaciones que construimos y nos construyen como individuos, son nociones con las que necesitamos negociar directamente nuestros afectos, conductas y nuestra lucidez intelectual en torno a la praxis vital de nuestra identidad sexual y de género. 

Cada una su lugar: 

Una habitación propia vincula la producción reciente de dos artistas (Gabriela Fabre, 1984; y Andrea Vivi Ramírez Cabrera, 1982) que reflexionan, exploran y ejercen locus discursivos en torno a lo femenino, no desde un abanderamiento de género; sino desde posibilidades poéticas que involucran y densifican problemáticas, estrategias conductuales, praxis e imaginarios históricos del “ser mujer” y “ser artista” en la contemporaneidad.


Gabriela Fabre (1984) apela a lo biográfico, el documento y al cuerpo registrado, una metáfora que comparte y reafirma esa suerte de vulnerabilidad exhibida de lo íntimo y sensible, nos abre las puertas de su casa, habla de sí misma, nos cuenta su historia, la idealiza, la hace pedazos (Medianeras, 2010 - 2013), se auto-analiza, se comprende, se enjuicia, se auto-disciplina, y nosotros somos los interlocutores que hacemos preguntas, que damos pie a que siga hablando. En su serie fotográfica Mayo (2013) alude al paisaje esquemático (casi de corte infantil) desde un dibujo de marcas autoinfligidas con sus uñas, sólo constan de una visión en macro de dos planos de color que intercalan cielos y piel, produciendo un juego de fondo y figura, entre el mundo, su escritura-dibujo y ella. 

Gabriela nos expone a su mundo interior de modo intenso pero dosificado. Nos da señas de conductas repetitivas y afectadas, una suerte de catarsis mínima pero constante; como eso de hincarse la cutícula, una, dos, tres veces… Hasta sangrar, sentir que el cuerpo está vivo, pero no mostrarlo directamente, su registro es doble en cuanto somos testigos no de la acción sino de la sublimación de éstos: Dibujos heridos, cosidos, perforados, literalmente invadidos de rojos hilos, elaborados de forma delicada, remitiendo a esa manía de hincarse los dedos (56 días, 2013). 

Andrea Vivi Ramírez Cabrera (1982) por otra parte, se mueve desde la pintura y lo instalativo, sus interrogantes por el deber ser como mujer y por lo femenino se plantean más discretamente, incluso en ocasiones podría decirse que de manera casi indirecta. 

Andrea Vivi trabaja imágenes que apelan a las narrativas íntimas, la idea de hogar y sus universos representacionales; como en Femeneidad (2012 - 2013) donde interviene figuras femeninas de porcelana, agrediéndolas controladamente hasta generar orificios sin destruirlas en su totalidad; u obras como Paisaje doméstico, Bitácora y Sin Título (emplazados en el espacio) (2013) donde además de establecer un diálogo con la abstracción pictórica hay un proceso de producción que parte de la observación, registro y estudio de formas generadas azarosamente al realizar las tareas domésticas en su casa… Así: Las islas de espuma en la tina de ropa sucia o los pliegues de las sábanas aún sin tender son fotografiados y se convierten en instancias previas de sus pinturas. 

Andrea Vivi maximiza y focaliza su mirada en búsqueda de imágenes de la realidad mientras hace la casa, imágenes tan íntimas (por su procedencia) como genéricas; allí arranca un ejercicio de traducción compositiva desde la pintura, y pinta; pero deconstruyendo el cuadro, recortando pedazos de lienzo pequeños, pintando hilos con pintura acrílica y tejiéndolos para formar manchas o para escaparse del cuadro. Son pinturas que parecen haber sido desarmadas y que al volver a juntar sus partes se convirtieron en otras cosas

Esta exposición tiene el mismo nombre de una conferencia dictada por Virginia Woolf en 1928; allí cuestiona cómo operan y han operado las relaciones de poder patriarcal al relegar a la mujer a la vida privada; y cómo, más allá de las clases sociales, esta condición paradigmática conlleva a una desigualdad de género económica e ideológica. Tener autonomía económica e individual (garantías de igualdad y de libertades laborales y afectivas), es decir; tener una habitación propia sigue siendo indispensable para generar propuestas artísticas de excelencia y de solidez intelectual. 

Una habitación propia es imprescindible para todo productor de sentidos culturales; tiene que ver con esa necesidad de hacerse de un espacio propio y de nadie más; de hacerse de un locus y habitarlo con incertidumbre, se trata de entender a ese lugar desde el que se habla no como aquello que nos contiene y condiciona per se, sino como algo a lo que tu presencia y voluntad de estar/transitar le aporta contenidos; principalmente: Se trata de no dejarse convertir en un mueble. 

José Hidalgo-Anastacio 
Artista visual ungido de curador 
Guayaquil, abril-noviembre/ 2013 


Registro fotográfico: Rodolfo Kronfle Chambers

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